Cura para los celos

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Un grito desgarrador lástima mis oídos y me despierta de golpe.

Rápidamente me levanto de la cama. La oscuridad no me permite ver nada, pero sé que algo a ocurrido cerca. No importa que mis pies desnudos toquen el frío suelo, sólo quiero apresurarme a encontrar el origen del grito. Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando piso un líquido fácil de reconocer: sangre. Me paralizo. Todavía sigo sin poder distinguir en la oscuridad, así que grito:

-¡Enciendan las luces! -

Retrocedo unos pasos y la luz se enciende.

¡Edward!

Está retorciéndose de dolor a sólo unos pocos centímetros de mí. Sus manos cubren su cara y en medio de ellas se puede observar el mango de un cuchillo.

-¡Quítamelo! -gruñe.

No puedo quedarme sólo mirando. Lo mejor que puedo hacer es correr fuera de los dormitorios en busca de ayuda. Los pasillos están oscuros, pero conozco a la perfección el camino hacia la enfermería, por lo que llego aún más rápido de lo que había planeado.

No creí encontrar a la enfermera despierta, pero está ordenando el material de curación. Tan pronto como le cuento lo de Edward ella sale corriendo con dirección a los dormitorios. Me apresuro a ir por detrás junto con una linterna que encontré sobre un estante.

Myra está llorando y gritando, mientras que Tris trata de tranquilizar a Edward.

-Tenemos que sacarlo de aquí. -me indica la enfermera. Ella lo sujeta del torso, mientras que yo elevo sus pies.

-Voy con ustedes. -avisa Myra entre lágrimas.

-Lleva la linterna y ve abriendo camino. -

Intento ver a otro lado que no sea la cara de Ed, porque no podré soportarlo y lo dejaré caer. Eric ha llegado, y nos sigue de cerca mientras caminamos.

Mientras la enfermera cura a Edward, Eric nos interroga. Myra continua llorando mientras le cuenta lo sucedido. Por mi parte, sólo le digo que fui en busca de la enfermera.

Toda la madrugada me la pase sentada en la camilla intentando consolar a Myra, aunque eso fue imposible. A cada rato se quejaba y empezaba a culpar a cada uno de los iniciados.

-¿Te parece si vas a buscar comida y yo me quedo vigilando? -le pregunto cuando empieza a salir el sol.

-¿Te parece que quiero comer ahora? -señala molesta a Ed.

-No, sólo digo que TIENES que comer. -y dejar de hablar, pienso pero guardo silencio.

-No. -dice tajante y se levanta para ir al baño.

-Por fin, silencio. -susurro mientras me levanto para caminar un poco. Mis pies, con restos de sangre seca, siguen descalzos y me molesta lo frío del suelo, pero no quiero volver al dormitorio.

Alguien abre la puerta y me giro para ver de quién se trata. Mi corazón da un vuelco cuando distingo a la persona.

Es Uriah.

Sus ojos encuentran los míos y sonríe.

Cuando está lo suficientemente cerca, rodeo su cuello con mis brazos y él me abraza como si no me hubiera visto en años. Me encantaría quedarme así por el resto del día.

-¿Estás bien? ¿Te hicieron daño? ¿Por qué estás en la enfermería? Cuando me entere de que atacaron a un trasladado, salí corriendo a buscarte a los dormitorios, pero no estabas y pensé lo peor mientras me dirigía hacia la enfermería -habla muy rápido que apenas distingo cada una de las palabras.

Cher... ¿Eaton?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora