Capítulo 11

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Charlie estaba bajando unas cuantas cosas de su vehículo cuando vio a Lara aproximarse corriendo, empapada, cansada, con expresión apesumbrada, ojos vidriosos y mejillas coloradas.

_Por Dios Lara, no llevaste impermeable, te comenté que habían anunciado lluvias por al menos un par de días_ le recriminó Charlie, mas ella ingresó sin detenerse.

Subió los escalones a paso veloz y se encerró en su cuarto tratando de calmar su respiración. Su corazón latía con descontrol, su pelo humedecía de gotas el piso, su pecho se comprimía jadeante producto del cansancio y sentía ganas inmensas de llorar. "¡¿Qué había hecho?!", se reprochaba. Variados sentimientos la bombardeaban al mismo tiempo: estaba enfadada, avergonzada y triste, el nudo que sentía antes en su garganta se había alojado ahora en su pecho y estaba estancado allí. Cruzó en su mente la idea de seguir corriendo y escapar, salir de casa, del pueblo, irse lejos aunque no tuviera dónde. Pero entonces sonrió, esa sonrisa era inadecuada, pero surgió sin poderla evitar, todavía sentía el calor de los labios de Jacob sobre los suyos.

*****

Afuera en el bosque, Jacob aún deambulaba bajo la lluvia, comenzaba a oscurecer pero eso no le importaba. Tenía fresco el recuerdo del rostro de Lara viéndole con expresión temerosa antes de salir huyendo. Tenía tantas preguntas para ella, pero ni siquiera era capaz de responder las propias. ¿Qué debía hacer?, ¿sería lo correcto alejarse de ella?, ¿estaba bien sentir lo que sentía en esos momentos? Lo cierto es que también estaba molesto, molesto con ella, molesto consigo mismo, molesto por no saber qué hacer, qué sentir, molesto porque sus emociones lo desbordaban sin poder contenerse. Dejó de caminar en círculos, retrocedió un par de metros desde el filo de una quebrada y de un impulso pegó un salto dejando asomar a la bestia dormida en su interior.

*****

Pasaron dos días en los que Lara no volvió a ver a Jacob, dos días en que permaneció prácticamente encerrada en casa, y es que evitó visitar el bosque precisamente para no propiciar un encuentro, aún no encontraba una fórmula para enfrentarse a él dignamente en alguna futura oportunidad. Dos días en que había pensado seriamente en que era hora de partir, de dejar a Charlie sin más, porque tampoco se atrevería a hacer más. Tumbada en la cama miraba alrededor de su muñeca la pulsera que su madre le había obsequiado; quizá era tiempo de escoger un nuevo rumbo y hacerse cargo de su destino, agradecía el tiempo que había pasado con Bella y Charlie, pero tal vez no había sido la mejor decisión llegar a Forks. Dio media vuelta y miró la luna que afuera alumbraba la noche, qué fantástico sería verla desde la colina, pensó, con toda la inmensidad del cielo estrellado para deleitar sus ojos. Entonces lo decidió, era tiempo de partir.

A la mañana siguiente se levantó temprano y a hurtadillas salió de casa rumbo a la estación de buses y en busca de algunas otras cosas necesarias que comprar. Volvió justo para el desayuno.

_Charlie hay algo que debo contarte_ después de varios minutos jugando con sus dedos sobre la mesa se decidió a hablar aunque no fue capaz de levantar la vista _He tomado una decisión_

Charlie que terminaba de empinar su taza de café, se levantó de la silla y desde lo alto respondió:

_Lara, perdóname, ¿podemos hablarlo por la noche?_ y colocándose la casaca agregó _No han dejado de llamarme de la estación desde que puse los pies fuera de la cama, ¿puedes creerlo?, ¡me van a volver loco!_

Lara se le quedó viendo y sólo se encogió de hombros con sonrisa torcida. Entonces aceptó que hablarlo con más calma cuando Charlie regresara sería lo mejor. Luego de eso, éste tomó sus cosas y se marchó:

Ocaso de MediodíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora