Desde que la humanidad se estableció en la Tierra, ha tenido la costumbre de relatar historias fantásticas para explicar lo que desconocen: acerca del origen de una civilización en concreto, o simplemente para hacer énfasis a su fauna y flora. Rara...
Disclaimer: Hetalia y sus personajes originales son propiedad de Hidekaz Himaruya; Luna (México) es propiedad de la comunidad Latin_Hetalia; La lectora le pertenece a Arthur como mascota.
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-Bueno, tuviste suerte de que Arthur tenga una pizca de paciencia en su corazón y te dejara vivir en nuestro territorio.- Me decía Alfred mientras nos alejábamos de las ruinas de Arthur, evitando de todas las formas posibles de no ver su cola.
-(Yo no quería quedarme... quería irme a casa).- Dije en mi mente ya que no me quedaban lágrimas que demostraran lo mal que me sentía por la decisión. Nunca esperé que ese naga fuera a convencer a ese duro tipo y que mi única forma de volver a mi hogar se fuera con el viento.- ¿Y dónde esperas que me quede? Siento en el aire que ningún otro naga será amable conmigo.- Pregunté escuchando siseos provenientes de las entradas a otras ruinas; pensaba que no les daba buena impresión siendo humana.
-Tranquila, ya lo tenía previsto: si Arthur no te acomodaba en su casa, te haría un espacio en la mía, así que dormirás en mi casa conmigo y mi pareja.- Contestó deteniéndose frente a la entrada de otra ruina, por lo que tuve que detenerme a su lado.
-¿Y a tu pareja no le podría molestar que yo me quede aquí con ustedes? – Pregunté buscando hacer que se preguntara cómo mantenerme.
-No, está acostumbrada a recibir desconocidos; ella es una naga curandera, cuando encuentra a un naga malherido lo trae a casa y lo cuida hasta que mejore y pueda irse por su cuenta. No le importará que tengas algo diferente.
-Ou... - Aunque lo único diferente que tengo es que soy una humana, no sé si ello influya en su reacción.
-Oh, y te sugiero que te apartes de la entrada.- Me dijo haciéndome a un lado con su brazo izquierdo.
-¿Por qué?
-Digamos que nuestro saludo no es el típico beso y abrazo que ustedes, los humanos, y otros nagas, están acostumbrados a darse. Sólo mira. ¡Luna~! – Llamó Alfred al interior de las ruinas, siendo respondido por unos nuevos siseos provenientes de dentro.- ¡Ya llegué! Where is my sweety babe?
Rápidamente, un rayo verde emergió de las ruinas y se abalanzó sobre el joven rubio; no me sorprendía que fuera otro naga, pero ésta en especial era distinta: poseía el cabello largo, castaño y rizado teniendo un broche de mariposa monarca ordenando un poco su cabellera salvaje; su tez, a diferencia de la de Alfred, era morena pero no de la zona india, sino más tirada a la latinoamericana; sus ojos eran de un marrón del cual pude notar sus pupilas verticales como los de una crótalo; su torso estaba cubierta por una camisa un tanto ajustada de color roja con cierre en la pechera, dándome a entender que las hembras son más reservadas hablando de sus cuerpos que los machos; lo que me dejó más extrañada era su cola verde superpuesta por manchas amarillas con negro en el lomo, que a diferencia de la del naga que era de pitón, la de ella parecía más la de una nauyaca verdinegra, animal que se ve más en las junglas mexicanas, entonces ¿qué hacía una naga latina en la selva india?
(Esto es una nauyaca :3)
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