Comienza el juego

362 36 11
                                    


De camino a ese sitio lúgubre y que ahora permanecía totalmente vacío a Izaya se le ocurrían todo tipo de ideas sobre el contenido de aquella pequeña carta «¿Qué habrá escrito ese idiota protozoario? No puede ser algo importante ya que dudo mucho que sepa el significado de esa palabra; me imagino algo del estilo "Me alegro de que hayas muerto pulga" o tal vez "Solo siento no ser yo quien acabara con tu vida"» Aunque todos esos pensamientos se desvanecieron en cuanto recordó la imagen de Shizuo limpiándose una lágrima.

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?

Esa pregunta atormentaba al informante y era el único motivo por el que sus pies se movían a un ritmo acelerado en busca de la anhelada respuesta, para empezar no podía entender el motivo de su visita y mucho menos que tuviera la molestia de escribir una carta para él pero lo que más le descolocó fue su expresión triste, esa lágrima que se deslizó por su mejilla y que se limpió con rabia, como si no le hubiera dado permiso para producirse pero aun así, guiada por el sentimiento más profundo del rubio tuvo que salir.

Con un sin fin de teorías a cada cual más absurda que la anterior y pasados varios minutos llegó por fin a su destino y con cuidado de que nadie le viera se coló en la sala y observó todo con cuidado.

-Aquí estoy...- cerró el pestillo de la puerta y se dirigió a la pequeña mesa donde se encontraba el motivo de la angustia que le carcomía desde hace rato; cogió las gafas y se las puso de manera divertida ya que nunca había podido robarle nada al excamarero aunque lo intentó en más de una ocasión y por último levantó ese diminuto sobre y lo llevó a la altura de sus ojos rojizos que brillaban levemente en la tenue oscuridad de la sala.

-Veamos que tienes para mí Shizu-chan- examinó el sobre por ambos lados pero no tenía nada que le sirviera como información útil así que se dispuso a abrirlo y de allí sacó una hoja en blanco claramente maltratada, estaba arrugada y con marcas de lápiz borradas por todas partes, se notaba que había escrito por ambos lados pero lo había borrado todo y con cierta fuerza hasta el punto de arrugar en varios puntos el papel pero allí estaba, en el medio del folio escrita con tinta y con una letra básica, demasiado básica para alguien de la edad de Shizuo, la palabra "Adiós".

-No me lo puedo creer- el moreno suspiró cansado mirando con odio esa hoja que mantenía entre los dedos - Shizu-chan...¡en verdad nunca actúas como espero!- comenzó a reír demasiado alto para el lugar donde se encontraba e hizo una bola con ambos papeles para luego tirarlos al suelo.

-Nunca te había considerado uno de mis queridos humanos por tu comportamiento, eras algo así como una bestia sin cerebro, el eslabón perdido de la raza humana antes de ser perfecta, pero resulta que eres el que más llamaba mi atención eso no lo voy a negar- suspiró y se quitó las gafas que miró con cierta curiosidad- está claro que eres humano, aunque odie admitirlo y lo peor es que eres mi favorito-

Se guardó las lentes en el bolsillo y se dispuso a salir pero había algo que le impedía marcharse de la sala, miró de reojo hacia las bolas de papel que permanecían en el suelo y con un chasquido de su lengua las recogió y salió de allí en completo silencio de vuelta a su apartamento.

Un par de días más tarde.

Shizuo se encontraba apoyado contra las verjas que separaban la carretera de la zona de tránsito con un cigarro entre los labios y la vista perdida en algún punto del cielo hasta que una voz le devolvió a la realidad.

-nado

-¿Qué?

-Que ya hemos terminado Shizuo, llevas un par de días distraído ¿estás bien? - el hombre que se situó frente a él con el tono ligeramente preocupado no era otro más que su jefe.

¿Desaparecido? CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora