Él

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No estaba preparado para la noticia, no quería terminar su relación. Se sentía devastado, vacío, pero sobre todo engañado. Ella le prometió tantas cosas, y el tan iluso se las creía, le prometió que cambiaría, que lo intentaría, pero terminó confesándole otra cosa. La tenía ahí, frente a él, sin ser capaz de romper el silenció que reinaba el ambiente. Estaba ahí, sus ojos se conectaban, pero nada transmitían. La tenía tan cerca, pero a la vez tan lejos.

Solo bastaba un acto por parte de él, un acercamiento, una palabra, lo que sea para que todo volviera a la normalidad. O eso creía él, pero cuando Jessica dio media vuelta sin voltear una sola vez, pudo darse cuenta que era demasiado tarde. 

Claro que para ella no era fácil, pero era lo mejor para ambos. Ella ya no sentía lo mismo todo el tiempo, extrañaba su tiempo, su espacio a solas, su despreocupación por la vida, pero lo quería cerca, quería su compañía, su apoyo, su habilidad por hacerla reír.

-Qué egoísta eres, lo quieres solo cuando necesitas a alguien-

Su conciencia la martillaba, pero eso es lo que había decidido. Lo único que le quedaba era la culpabilidad de no sentir pena por romper su relación, sino alivio.

No se movió por unos minutos analizando la situación mirando a su alrededor con un sentimiento de nostalgia. Ya no podrá estar en esa plaza con ella, no podrá hacerla reír ni poder abrazarla y mucho menos besarle, simplemente no puede, tenía que respetar su decisión aunque doliera. 

Las lágrimas que caían por su mejilla era la señal para salir de aquel lugar, pero no se negaría a llorar en otro sitio, necesitaba desahogarse, botar todo ese saco de emociones que tenía. Él no era de esas personas que negaban lo sucedido y se hundían en la tristeza o rabia, a él le habían enseñado a que tomara todas las cosas como un aprendizaje de algo y que no evitara sentirse triste, sino que las aprovechara porque si las esquivaba sería peor.

 Era un camino peculiar para llegar a su casa, primero debía girar incontables veces hacia izquierda o derecha y luego se metía en una especie de pasadizo secreto-aunque solo era un puente que conectaba el camino- y, finalmente, tenía que saltar una pequeña reja porque la puerta de esta estaba dañada con el tiempo y como todos se acostumbraron a saltarla, nadie gastaba tiempo o energía para repararla. Se podría decir que ya era parte de la familia.

A veces le gustaba actuar por el camino, creyéndose algún personaje de una película cualquiera. Miraba a su alrededor y se creaba monólogos trágicos, donde tenía que afrontar una realidad cruel. La diferencia era que ahora no tendría que actuar, los sentimientos solo saldrían y le serviría como método de liberación.

-Sabes hijo, ella no será la última mujer que aparecerá en tu vida, todo ese dolor durará un par de meses, pero es un dolor necesario para crecer y tú lo sabes. Si, está bien, puedes ir a tu habitación, solo no pienses demasiado, eso siempre trae problemas.- dijo su madre, no tardó en ir a su cuarto. 

Su madre siempre era buena con los consejos, pero le pedía algo imposible. ¿No pensar?, eso era lo que más quería hacer-aunque él no lo sabía-pedir tal cosas es no considerar al prójimo. 

Esas paredes blancas le causaban tranquilidad, una paz interior que deseaba, pero no le entregaba la placidez necesaria.  Habían pasado un par de horas desde lo sucedido y no conseguía estar en calma consigo mismo. Se culpaba, se torturaba pensando en que sus actos y personalidad eran las causantes de todo mal. Comenzaba a reflexionar de cada situación desagradable que le había sucedido y en todas llegaba a la conclusión de que por su mala actitud dañaba todo a su alrededor.

Tenía un grave complejo con su ser, con su existencia, siempre trataba de equilibrar y controlar sus emociones pero no funcionaba como él imaginaba. Tenía tantas emociones, tantos impulsos y tantos errores, que se negaba a ver algo bueno en su realidad, a pesar de que no quería demostrarlo.

-Si que estoy jodido-dijo-ni siquiera puedo controlar mi nivel de tristeza, si quiero tener una enseñanza de los acontecimientos y sentimientos, pero no puedo.      ¡Rayos!, gritaba con frustración, ¿Por qué no puedo ser normal? Solo quiero poder avanzar y tener un equilibrio emocional, sin embargo no puedo... ¡No puedo!

"No puedo" eran las únicas palabras que le estaban impidiendo avanzar, pero por supuesto, él no se daba cuenta.


Conexiones [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora