Capítulo 5. Esa bella modista.

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― ¡Alto ahí! ―exclamó la joven pelivioleta―. ¡Que alguien me ayude! ¡Policía!

La pobre modista se encontraba agitando los brazos y gritando tanto como pudo fuera de su boutique, pero la ayuda llegó hasta que los problemas se habían ido.

― ¡Al fin llegan! ―gritó, con el rímel completamente corrido por sus mejillas.

― Señorita, tranquilícese. ―dijo uno de los oficiales que se encontraban frente a ella―. Díganos qué fue lo que pasó.

― ¿Cómo voy a tranquilizarme? ―volvió a gritar―. ¡Acaban de asaltar mi tienda! ¡Se han llevado todo!

La joven comenzó a llorar desconsoladamente en el hombro del segundo oficial.

― ¿Logró ver a los asaltantes? ―preguntó él, mientras acariciaba la larga cabellera violeta de la chica.

― Eran dos... ―comenzó a decir la joven mientras secaba sus lágrimas con un pañuelo―. Uno era muy alto y fornido... y la otra...

― ¿"La otra"? ―interrumpió el primer oficial―. ¿Era una chica?

― ¡Exactamente! Bueno... eso creo. ―guardó silencio unos segundos―. La verdad no logré ver sus rostros porque llevaban pasamontañas, pero estoy segura de que el otro ladrón era una chica. ―sacudió su ropa después de alejarse del oficial―. Tenía dos buenas razones para serlo.

Ambos oficiales tragaron saliva.

― Bueno ¿qué hacen ahí parados sin hacer nada? ―exclamó molesta―. ¡Deberían estar buscando todas las magníficas prendas que esos dos se robaron de mi tienda!

La joven entró a la boutique cerrando la puerta de golpe detrás de ella, dejando a ambos oficiales petrificados.

-☆-

― ¡Está bien! ¡Esto no lo volvemos a hacer!

― No.

― De hecho... tal vez debamos regresar las cosas... pedir disculpas...

El joven arrancó el costal con ropa robada de las manos de su hermana.

― ¡No!

― ¡Big Mac! No podemos quedarnos con estas cosas...

El mayor le lanzó una mirada incrédula a la chica.

― Sí, sí, tienes razón. ―respondió la rubia―. Si regresamos esto, seguro nos meten a la cárcel... ¡Pero eso no significa que lo que hayamos hecho está bien! ¡De hecho, no tiene justificación!

― ¿Applejack? ¿Big Mac? ¿Son ustedes? ―preguntó una voz proveniente del pasillo.

Ambos jóvenes tomaron los pasamontañas y los metieron al costal de ropa, el cual arrojaron debajo del sofá.

― A-Abuela... ¿qué haces despierta a esta hora?

― Estaba esperándolos. ¿Dónde se habían metido, mocosos?

― Nosotros... ―Applejack comenzó a temblar cómo gelatina―. Estábamos... salimos...

― Salimos a hacer una entrega nocturna de tartas de manzana. ―interrumpió Big Mac.

You're my Sunshine || FlutterDashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora