Capítulo 8.

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Meses atrás.

—Mierda —susurró JongDae cuando vio a MinSeok estirarse hacia delante hasta tocar sus pies con ambas manos. Su trasero se veía demasiado bien aquel pantalón corto deportivo.


Relamió sus labios sin apartar la mirada del cuerpo de su hyung, que jugaba activamente fútbol con los compañeros de su clase. Lo único que alegraba las horas de inglés de JongDae era la buena perspectiva que tenía desde su sitio al patio.

El chico no podía seguir ignorando que el deseo carnal que surgió en él desde el primer instante que vio a MinSeok iba creciendo y que, por muy contrario que estuviera a ello, le empezaba a gustar como mucho más que una buena follada. Y, diablos, era virgen y en serio estaba frustrado sexualmente con Kim MinSeok, un jodido hetero.

Así que aquel día salió del instituto y se fue al bar de HeeChul, a tener un par de tragos y quizás olvidarse de su estúpido gustar por MinSeok. Estaba muy seguro de que HeeChul lo estaba mirando reprobatoriamente después de que se hicieron las doce y él seguía riéndose mientras pedía más alcohol.


—Te vas a arrepentir más tarde, si es que te acuerdas —había dicho HeeChul al verlo tomar su teléfono y marcar algún número.


Pero, vamos a ser sinceros, JongDae no quería arrepentirse de tener a MinSeok debajo de él, sudando y gimiendo por más, más y más. Su mano se había colado por dentro del pantalón de su hyung hacía un rato y estaba acariciando allí con pereza, pero sin bajar el ritmo. El mayor se deshacía en susurros plagados de JongDae, por favor y algún que otro diablos.

La ropa en algún punto sobró, las caricias hicieron que todo subiera mucho más y ya no fueron simples juegos. Cada estocada se sintió real y MinSeok deseaba muchísimo tener más autocontrol, pero estar sumiso debajo de JongDae, que de repente lucía demasiado varonil e incluso serio, logró desestabilizar su persona.

Fue peor cuando JongDae se vino y gruñó un te quiero, hyung. MinSeok reaccionó mientras JongDae estaba dormido a un lado suyo.

Se vistió y se largó.

Actualidad.

El fin de semana podría ser catalogado como un infierno.

JongDae había llamado a MinSeok a las cuatro de la mañana, porque hyung te extraño, ¿qué tal si vienes a cuidar a tu hermoso dongsaeng? Y entonces el mayor supo que aquel bastardo había vuelto a beber hasta perder la mayoría de sus sentidos, pero no esperaba encontrarse a ChanYeol con él y para colmo, los dos heridos. Nunca sabrá cómo diablos terminaron en tal estado, porque ni ellos mismo lo recordaban; eso sí, ahora JongDae tenía tres puntos en su ceja derecha y ChanYeol un yeso en su brazo izquierdo. El domingo tuvieron que lidiar con las preguntas de sus padres y al parecer una mentira bien elaborada les sirvió, aunque no todos los días sus hijos llegaban con heridas debido a un proyecto para educación física.

Ahora solo les esperaba una bonita mañana de lunes donde sus amigos los iban a interrogar curiosos y, a lo mejor, preocupados.


—Será mejor que no metas a ChanYeol contigo en esta mierda, Kim JongDae —amenazó con el dedo índice, MinSeok.

—Eres un aburrido, hyung.

—Y tú un maleducado y desobediente —frunció su ceño—. No quiero volver a verte borracho.

—¿Por qué? ¿Eres mi madre o algo parecido? —preguntó sarcástico.

Error↪️ChanBaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora