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Maratón

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Mateo

Ni bien escuche el grito me levante de golpe, mis piernas comenzaron a temblar al igual que mis manos. La noche estaba aún más oscura, no podría ver casi nada, solo alcanzaba a visualizar troncos, troncos y más troncos. Escuchar ese grito fue como sentir una daga en mi vientre, no me matara al instante, pero si lentamente.

Un segundo grito hizo que mis piernas corrieran a él.

― ¡Micaela! ―grité.

No sé a qué dirección estoy corriendo, no sé dónde está ella, no sé por qué esta gritando, pero me está volviendo loco. Corro entre los árboles, tratando de seguir su voz, pero no la encuentro y eso no signifique que deje de correr. Mi pecho sube y baja descontroladamente, mis ojos miran a cada lado que voy, no hay nada. Nada.

Me empezó a revolver el cabello preocupado, camino en círculos entre los árboles tratando de controlarme. Estaba pensando en olvidar lo sucedido y pensar que solo fue un animal cuando de la nada al voltear algo choca contra mí, casi caigo al suelo, pero simplemente ver sus ojos marrones y su cuerpo en mí me impidió caer. Sus ojos brillaron al verme, entrelazó sus brazos con los míos y me apretó a ella como si me fuera a escapar, pero no lo hare, ni hoy, ni mañana, nunca.

―Ma-t-te-o ―tartamudeó.

Su cuerpo tiembla, estaba helada, tan helada que parece que hubiera estado en una nevera por horas. Sus rodadillas están manchadas con barro, y su respiración sube y baja en mí pecho alteradamente. Me aprieta tanto a su cuerpo que por un momento creí que todo esto es un sueño. Por un segundo pienso que esto no es real y que en cualquier momento voy a despertar.

― ¿Qué paso? ―La agarre del cuello suavemente.

―Habi...a, no, yo...estaba...―Su respiración era extraña, parecía que le faltaba aire y no podía hablar bien.

―Vamos a otro lado ¿está bien? ―Ella solo atino a mover la cabeza― ¿Quieres que te cargue? ―Ella volvio a menear la cabeza.

La cargue entre mis brazos y la lleve a un sitio donde había muchos árboles y arbustos. Encontré un árbol junto a unos grandes arbustos y la senté junto a él. Luego saque todas las cosas que tenía en mi mochila para ponerla debajo de su espalda. Agarre mi casaca de lana que había empacado en mi mochila y se lo puse encima suyo para que entrara en calor. Había comenzado a llover un poco, pero sé que más tarde se pondrá peor.

― ¿Te sientes mejor? ―pregunté.

―Si-i―Sus ojos se veían cansados.

― ¿Qué paso?

Y empezó a contarme.

Luego de oírla mire a todos lados, a ver si había alguien alrededor nuestro, pero solo veía las siluetas de los árboles, ¿de dónde mierda alguien tira una flecha a otra persona a centímetros de su cabeza? Pienso que tal vez Micaela se haya confundido, pero ella dice que paso y entro en duda.

―Tu pierna―Dije cuanto veo que en su pierna derecha había una mancha de sangre― ¿Te corto? ¿Te duele?

Iba a romper un trozo de mi polo para enrollarlo en su pierna, pero su suave mano en mi pecho me lo impide.

―No-o es mi sang-gre―balbuceó―, son la de unos pescados...¿tu estas bien?

―Sí, lo estoy―Me acerque a ella―. ¿Por qué?

―Sol-o tienes un po-polo―Su pecho subía y bajaba―Y esta comen-menzando a llo-llover.

―Yo estoy bien, no te preocupes―Aunque sentía un puto frio por todo mi cuerpo, ella era más importante que alguien como yo―.No hables, descansa.

―Gra-gracias―intento sacar una sonrisa.

Me recosté entre sus desnudas piernas para abrigarla, e intente dormir para dejarla dormir a ella también, pero quería preguntarle cada cinco minutos si se sentía bien. Sin darme cuenta mis ojos se fueron cerrando de poco en poco hasta quedarme dormido.

Despierto por unos gemidos.

Todavía es de noche. Levanto la vista y me encuentro con Micaela tosiendo fuertemente, su cabello lo tiene amarrado en un moño, su rostro se ve fatal y su pecho se agita mucho, como si le faltara aire.

―Oye―me acerco a ella―. ¿Te sientes bien?

― Sufro de as-asma, pero ya se me pasa-sara―respondió.

Nunca me había mencionado que sufría de esa enfermedad. He oído hablar de ello en la clase de biología, recuerdo que el profesor decía que si la persona se agita mucho, puede que le comience a faltar el aire.

― ¿Tienes esa cosa...ahh.―Habia como un tubito para mejorar eso―.¿Inhalador? ―Lo recordé.

―Sí, pero está en el hotel.―Movió la cabeza de un lado para otro.

Mire la hora en mi celular y eran las doce de la noche, me quedaba treinta por ciento de batería porque lo había puesto en modo avión, aún no había señal en mi teléfono.

― ¿Vas a estar bien?

―Lo intentare―sonrió.

No mejoro.

Empeoro.

Me levante nuevamente al oír sus quejidos. Micaela tenía la cabeza gacha. Se veía completamente mal. Eran apenas las dos de la mañana, faltaba mucho para que amanezca.

―Oye―Le levante el rostro tocando su mentón― ¿Quieres un poco de agua?

El agua que ella tenía en su mochila estaba vacía y yo tenía un poco en mi botella. Mi piel estaba completamente helada, estaba tiritando de frio junto a ella. La lluvia comenzaba a empeorar. Le di un poco de mi agua y ella lo bebió de poco en poco mientras tocia.

―Estarás bien―Toque su mano y la quite rápidamente al sentir un líquido en ella.

Ese líquido era algo viscoso, parecía jalea. No mierda no. No.

Es sangre.

―Oye, oye―Le alse la mirada― No puedes estar botando sangre...no-o...¿porque? ¿Qué te pasa?

Ella no respondía, su pecho seguís subiendo y bajando.

Ella no está bien y tenía que hacer algo.



...

Hace tiempo que no hacia una maratón 7u7, bueno esto reemplaza la maratón que no hice en el cumpleaños de Micaela, Mateo y mio :V

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A través de las palabras #AT2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora