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Un enorme alivio me llenaba este día al recordar que nadie más había visto mi cicatriz del cuello salvo Namjoon y Hoseok, pero también me llenaba de alivio el saber que hoy quien libraba era yo. No había tenido la necesidad de despertarme temprano y tampoco tuve que escuchar a mi hermana diciendo que llegaba tarde. Sí, el día anterior parecía haberme marcado. Pero el caso era que ahora tenía tiempo para mí y pensaba aprovecharlo al máximo. Tenía que progresar con el trabajo de la universidad, pedir apuntes a una compañera y escuchar lo que me quedaba del nuevo álbum de BTS. Sin duda sería divertido, y, no, no era sarcasmo ya que me la pasaría dibujando.

Aun en la cama me desperecé y me levanté. El primer lugar que visité de mi casa fue el baño y cuando me miré en el espejo pude ver mis ojos hinchados por haber llorado la noche anterior. En casa no tenía que ocultar nada ni fingir, podía ser libremente yo y con mis debilidades. Aquí me sentía segura porque sabía que contaba con el apoyo de Young y Kwan. Ellos no me juzgarían porque me comprenden y me conocen, así que no había porqué tapar nada.

Después fui a la cocina dispuesta a desayunar cereales mientras veía la televisión, en especial un capítulo de Ladybug que salía en un canal infantil. Me encantaba esta serie animada sin importar el relleno que pudiese llegar a tener, pues me identificaba con Marinette (aunque no me pareciese a ella) y amaba a Chat Noir. La personalidad de éste último era única al contrario que cuando es simplemente Adrien. Y, como buena fan de esta serie, esperaba fuertemente el momento en el que Ladybug y Chat Noir descubriesen quienes eran, me emocionaba con tan solo pensarlo. Pero, por desgracia, quedaba mucho para que eso ocurriese.

Sí, tal y como se podía ver de mí soy una niña pequeña cuando estoy envuelta en las mantas de mi hogar, lejos de cualquier preocupación o problema, lejos de la vista de aquellos que solo saben escupir ácido y que se enorgullecen de ser llamados monstruos. Esos seres tóxicos que no merecen estar en la vida de nadie.

Cuando hubo terminado el capítulo fui nuevamente a la cocina a limpiar el tazón. Sabía perfectamente que si pasaba de hacerlo Young me regañaría y me daba pereza escuchar a mi hermana molesta. Luego cogí dos croasanes y volví al salón donde estaban dando el siguiente capítulo de Ladybug.

Esto es algo que pasa siempre, que nos encierra y nos cautiva y nos impide hacer lo que deberíamos estar haciendo. Los libros, las series, las películas son todo tentación que nos distraen de forma sutil con la intención de volvernos adictos. Y lo acabamos amando, porque te emocionas con historias en las que te gustaría formar parte de ellas. Por desgracia, es algo difícil de ignorar ya que necesitamos siempre la ayuda de un segundo o tercero para sacarnos del trance. En mi caso suele ser Young.

Escuché llaves y después la puerta principal abrirse. Vi a mi hermana cargando bolsas y entrando a la cocina dispuesta a guardar la comida que había comprado. Agarré el valor que necesitaba para apagar la televisión y fui hacia la barra. Me senté en un taburete y me dispuse a observar a mi hermana quien me había saludado con una sonrisa.

—Por la tarta que acabo de verte guardar en el frigorífico deduzco que se acerca el cumpleaños de alguien—no conseguí contener la enorme sonrisa de niña traviesa.

—Bueno, pues ese alguien no tiene permitido comer del pastel aun cuando sea para su cumpleaños—informa.

Me reí.

—No lo haré. Aunque no lo parezca, puedo esperar.     

—Lo sé, pero por si acaso te lo digo.—Cuando termina de guardar se endereza y me mira.—¿Qué tal?

Era una pregunta que siempre me hacía, pero esta vez suponía que lo preguntaba porque tenía los ojos hinchados. Young sonreía, pero se notaba que estaba preocupada por mí.

Cicatrices - BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora