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Eran las cinco de la tarde para cuando se terminó la reunión de estilistas, y yo decidí visitar las prácticas de BTS. Así que tomé rumbo hacia el ascensor.

Dentro de dos días habrá un viaje cuya primera parada será Japón y segunda Tailandia. He ahí la razón de la reunión que acabamos de tener, para decidir quienes irán con ellos. Y, adivinad a quien le ha tocado el premio. Sí, exacto Hye y yo ( ya que en total somos cuatros estilistas).

Presioné el botón y el ascensor empezó a bajar. Desvié mi mirada del espejo al suelo, pues el recuerdo del día anterior aún era vivo en mi. Aumenté el volumen de A Million Men de Melanie Martinez que se reproducía en mi móvil para intentar olvidar. Pero todo era muy reciente y demasiado doloroso hasta el punto de llegar a pensar que no había solución que ayudara a remediar nada. Básicamente, y una vez más, me estaba volviendo a rendir por inercia.

Suspiré, el agotamiento que llevaba conmigo desde hace días seguía sin irse y ya no sabía que hacer. Es como si estuviese bajo el agua, nadando lo más rápido que mi cuerpo me permitiera nadar para alcanzar la superficie y así respirar, pero el inconveniente era que no había superficie o yo estaba demasiado profunda como para hallarla. Y, tras un cierto tiempo nadando los músculos se cansan y después tu forma de pensar también...

—No ahora, Sun Hee—me dije a mi misma y era un aviso.

Había decidido buscar unos momentos de paz conmigo misma, y la mejor manera de hacerlo era rodearme de gente, por eso estaba visitándolos en sus prácticas, para distraerme aunque también para informarles sobre el viaje.

Respiré profundamente; debía deshacer el hilo de pensamientos que se me acumulaban para actuar con normalidad. Así que salí del ascensor y caminé hasta llegar al salón en el que ellos estaban entrenando. Cuando abrí la puerta sonreí ante su saludo al cual correspondí, obviamente me habían estado esperando. Les había prometido que algún día los visitaría y ya lo estaba haciendo.

Dejé mis cosas sobre una silla cerca de la entrada, donde también estaba el manager colocando las canciones que ellos tenían que escuchar para bailar. Según veía, habían terminado la parte vocal.

—¡Yay!—gritó J-Hope con los brazos alzados mientras corría en mi dirección—. ¡Sun Hee vino!

Y entonces me rodeó en un abrazo sudoroso. Él podía haber fingido que no se había dado cuenta de ello, pero lo hizo y me lo restregó mientras me quejaba

—¡No es gracioso!—les regañé a aquellos que se estaban riendo, es decir, la mayoría.

—¡V también quiere un abrazo!—dijo él  cuando Hoseok me soltó.

Me negué rotundamente y me crucé de brazos mientras pisaba con fuerza el suelo.

No soy alguien a quien le disguste el sudor pero que si lo hace cuando no pensaba ducharse lo que quedaba de día. En cambio, segundos después sonreí al ver que Jin estaba de mi parte. En el momento pensé que no me importaría recibir un abrazo de él aun sudando, y se lo dije y me abrazó.

—No es justo, yo también quiero uno...—V había decidido comportarse como un niño pequeño a modo de broma.

—No sabía que todos fuerais tan atrevidos—añadió un Jimin entre risas—. ¿Desde cuándo sois tan cercanos como para exigir abrazos?

Rodé mis ojos, realmente odiaba la mentalidad coreana. Tu ves al resto del mundo empezar a abrirse de mente y ser menos cerrados, cuando un abrazo es un saludo en Estados Unidos o en toda América, en Corea o en Asia, en general, era algo de lo cual todos se avergüenzan de hacer. Es igual a como se comportaban a la hora de acusar de pervertido a alguien, solo por ver e interesarte en un beso, por diferenciar voces o por hacerte cosquillas te señalaban y decían pervertido. Normal que después no sintiera vergüenza alguna admitiendo que lo era.

Pero decidí cambiar de tema ya que no era algo que tuviera que salir ahora a flote, y carraspeé. 

—Tengo noticias sobre el viaje del cual nos dijeron que íbamos hacer—llamé su atención—. Primero iremos a Japón, después Tailandia. Hye y yo nos haremos cargo de vuestra apariencia. Dentro de dos días volaremos a Japón.

Ellos asintieron con una sonrisa mientras minutos después de descanso regresaban a las prácticas. Yo me senté en la silla junto al manager mientras los veía bailar tras el espejo, en especial observaba a uno de ellos.

Los recuerdos eran un mar inmenso que inundaba mi mente, a veces se volvían olas con las cuales me atacaban, otras veces eran tsunamis que conseguían arrasar conmigo... Ahora mismo era casi marea alta y había mucho viento. Pero no importaba cuando tiempo estuviera en el eje del huracán, tampoco importaba el cómo había podido llegar ahí porque por mucho que insistiera las respuestas a mis preguntas no llegaban.

Él era una presencia majestuosamente solemne que permanecía con la cabeza en alto, yo era su sombra que lo veía desde atrás; él era elegante incluso sudando o bailando, yo era patosa incluso hasta para respirar o pensar. De alguna manera sentía envidia de él y de su capacidad innata de ser él mismo porque yo ni siquiera llegaba a eso. Viese desde donde se viese éramos dos personas que no deberían ni haber cruzado miradas, pero algo quiso romper esa regla. No recuerdo si fui yo o él quien empezó a hablar primero, pero si sé que fue Yoongi en dar el primer paso que nunca debería haber dado.

Le agradezco el haberme salvado de entre las garras de mi madre, el haber intentado animarme e incluso el no haber preguntado nada cuando sabía perfectamente que no me encontraba bien. Pero por muy agradecida que esté el debió haberme dejado sola en los camerinos.

¿Por qué?

Porque duele como nunca antes, incluso más que cuando estaba con mamá. Hay espejos por todas partes y eso es sinónimo de peligro. No puedo evitar mirarme ya sea para asearme o arreglarme y pensar que solo estoy vacía por dentro. Los ojos del espejo me miran y me acusan, me culpan, me rasgan sin piedad. Tienen la osadía de reírse de mí con esos aires de superioridad mientras me rompen. ¿PERO QUIÉN DEMONIOS SE CREEN QUE SON? Si los intentas tocar escapan de entre tus manos, si los intentas romper se hacen añicos antes de llegar a hacerlo, si pruebas a saborear su amargura sangras; al final no son más que piedra fría que solo se empaña de tristeza.

Entonces, ¿por qué no les das de probar la misma moneda?

Porque no estoy sola, porque son muchos, porque decepcionaría aun cuando necesitase lanzarle algo a ese pedazo de asesino que nos mira a todos como si fuese algún dios que pudiera jugar con vidas.

En realidad no son nada.

Nunca han sido nada, solo son materia creada a partir del ingenio del ser humano con el cual se atreve a jugar.

Qué maleducados siendo irrespetuosos con sus creadores.

Exacto, hay que hacerles pagar.

Me levanté de la silla y empecé a caminar hacia el espejo dispuesta a cantarle los cuarenta. No iba a retroceder y eso era algo que tenía muy claro en mi mente; ya había sufrido demasiada humillación por su parte.

Cuando estuve a casi mitad de camino abrí mi boca para empezar a hablar, pero hubo un chirrido, después una caída y seguido de los demás gritando el nombre de Jimin. Yo no hice nada, estaba a un par de metros de él, ni siquiera lograba tocarlo alzando el brazo. Pero para cuando salí de mi realidad y entré en la de ellos, Jimin se había desmayado.

No supe que hacer o reaccionar, en ese momento estaba petrificada. En cambio, cuando salí de mi estupefacción miré con odio al espejo; Jimin era  una de sus víctimas y sonreía por ello.

____

Buenas, heme aquí de nuevo.

Solo quiero decir que me inspiré en escribir sobre el espejo a partir de otra historia de Wattpad con un solo capítulo.

La historia se titula Señor Espejo... y es de  @DaiOdess 

Att: NeraLala.

Cicatrices - BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora