Capítulo 5. Alguien de confianza

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Capítulo V. Alguien de confianza

Se encontraba dando vueltas alrededor de la mesa, nerviosa e impaciente. Hacía meses que esperaba un ataque de ellos, meses que esperaba una señal de ellos, por mínima que fuera. Ella les habló de LAMO, les dijo que sus tíos estaban en contacto con LAMO. Seguro que no tardaron en correr a Marcus y contárselo. ¿Por qué tardaban tanto en llegar?

–¿Quieres parar? Me estás poniendo de los nervios –expresó una joven sentada en una de las sillas de la mesa, mirando el vaso que estaba en la mesa, a su izquierda. Ella presidía la mesa.

La joven iba completamente vestida de negro. Su atuendo se componía de unas botas altas con un poco de tacón grueso, unos pantalones de cuero negro, una camiseta negra y encima una sudadera negra. Siempre vestía en la parte de arriba una prenda que llevara capucha, así podía dejar su larga melena mandarina suelta y sobresaliendo.

–No te atrevas a hablarme así y menos estando en la situación en la que estoy –gritó yendo hacia ella y golpeándole la cara con el reverso de su mano izquierda.

La joven de negro cayó de la silla por la sorpresa, al igual que la capucha de su cabeza.

En cuanto tocó el suelo con su hombro derecho, se levantó girando sobre sí misma y apartó la silla de golpe, quedando frente a Rowena. Su respiración era agitada y su mirada era pura expresión de ira. Sus ojos de un dulce violeta no eran para nada tan suaves como parecían.

Sin emitir palabra alguna, solo sosteniéndole la mirada y manteniendo la cabeza en alto, Rowena logró que la joven le apartara la mirada agachando la cabeza y reculando unos pasos. A veces ella misma se sorprendía de lo que podía conseguir en una persona que podía quitarle la vida tan solo soplándole.

–Así está mejor. –Se acercó hasta ella y le acarició la mejilla izquierda, donde le había golpeado.

La joven no dijo nada, únicamente apartó la mira y mantuvo inexpresivo su rostro. No quería recibir otro bofetón por mostrar imprudencia.

–Deberías teñirte ya el pelo –le dijo Rowena acariciándole un mechón de pelo–. No te da seriedad.

Tampoco dijo nada. A veces estaba segura de que Rowena solo lo hacía por ver cuánto poder tenía sobre ella.

Sin decir nada, evitando incluso respirar fuerte, la joven volvió a colocarse la capucha y se giró, dispuesta a marcharse.

–¿Dónde vas? –le preguntó Rowena desde su sitio.

–No quiero estar aquí cuando ella llegue –confesó parándose.

La joven cerró los ojos y apretó los puños por pura impotencia, pues sabía qué vendría a continuación.

–Vuelve a sentarte donde estabas –ordenó Rowena caminando hacia la mesa.

La joven suspiró profundamente cerrando los ojos y se giró. Viendo a Rowena de espaldas sintió el impulso natural de atacarla, pero el miedo era mayor que todo el poder que pudiera tener bajo todos los poros de su piel.

Así pues, recogió la silla del suelo y la colocó donde había estado minutos antes, presidiendo la mesa. Cuando fue a sentarse, Rowena, aun de espaldas a ella desde el lateral de la mesa, carraspeó.

–¿Dónde quieres que me siente? –le preguntó levantándose y acercando la silla a la mesa.

Rowena tocó la silla que tenía al lado, la que estaba frente al vaso de cristal, y la joven fue hacia allí para sentarse. Ya podía aclararse desde un principio.

La chica del Dragón II: Creer es poder.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora