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Ven, te mostraré algo —habló entrando en su habitación.

—Espero que sea interesante —dijo, la última vez fue una araña que la puso a prueba ante la heroína. Y bueno, que terminó con aquella vida arácnida.

Al abrir la puerta, pudo observar la habitación obscura, desordenada y con un olor desagradable. Tropezó con varios objetos tirados manteniendo el ritmo de la morena.

—Los gatitos de Chloé ya nacieron —dijo acercándose a la caja donde estaba la gata junto a unos cuantos gatos desformes.

—¿Cuántos son?

— Seis. Nacieron en la madrugada, pero te quise dar una sorpresa para cuando llegáramos. Recuerda, uno de estos es tuyo, así que puedes tomarte tu tiempo para elegir al que más te guste— sonrió—. ¿Cómo has estado Chloé? ¿Quieres que cuide a tus gatitos mientras vas a descansar un rato?— le preguntó a la gata blanca, como si la fuese a entender.

Para cuando terminó el Warped Tour, cada uno de los miembros de la banda fue con su familia a un merecido descanso. Incluyendo a Andy, el cual había tomado una extraña decisión de querer irse a vivir junto con la rubia.

Pero aún no sabía si era el momento, habían pasado cuatro años de su relación, pero Alissa siempre se le cruzaba por la mente y se negaba a seguir con la rubia, aquello era inútil, ya que de una u otra manera, seguía en aquella relación.

Ya casi ni le quedaban recuerdos, y los pocos son de situaciones puntuales, en las que casi llega a perder el recuerdo de su rostro.

Era frustrante ver al pelinegro cada noche intentar recordar, pero cada segundo era un rasgo que olvidaba, cada minuto una risa que se desintegraba, cada hora un beso que se esfumaba y cada día que su cuerpo desaparecía.

—Por fin Andy, hasta que lo resuelves —dijo pasandone mi cuaderno.

—Es que no es mi culpa, es la de la profesora por no darse cuenta que mis habilidades matemáticas.

—Querrás decir el desastre que eres, de igual manera ya sabes que te terminaré pasando todas mis respuestas.

—Y yo regalándote tus chocolates favoritos por ser tan buena persona.

—Exacto — guardó las cosas y las dejó a un lado, para luego mirar arriba de Andy, finjiendo que era un insecto —. No te muevas —tomó un zapato y se apoyó en sus rodillas hasta pegar lo más alto que pudo.

Andy se había quedado inmóvil, desde su perspectiva, la morena tomó un zapato y se subió sobre él posando ambas rodillas a cada lado de su cadera, estirándose para intentar matar al insecto pudo tener los pechos de la morena frente a sus ojos.

Intentaba no mirar, pero se le hacia imposible, y para que mentimos, gozó bastante aquella situación.

Sus ganas crecían de tener a la morena bajo su poder. Incluso se tomó la libertad de fantasear, tomarla de la cintura, atraerla y besarla hasta agotarse.

Sin embargo la morena simulaba perseguir al insecto con el zapato, su cuerpo era una red de nerviosismo esperando el momento para que el pelinegro la besase. Pero nada pasaba.

Debía pensar rápido si quería besar ya de una vez al pelinegro. Lo malo es que él era tan lento y tonto para entender la indirecta de la morena.

Una vez se rindió, fingió ya haber matado a un ser invisible, tiró el zapato lejos y poco a poco empezó a alejarse de Andy. Decepcionada.

—Me iré a lavar las manos, ¿vienes a comer? —dijo sin dirigirle la mirada.

—Claro, ya voy —dijo aturdido y más nervioso que nunca.

—Hijo, ¿no has pensado casarte con Juliet?

—¿No crees que es aún muy pronto?

—¿Llevan cuatro años juntos y te parece poco? Ella quizás no te esperará para siempre.

—Apenas tengo 22 años, no me voy a casar, pero si quiero ir a vivir con ella.

—Bueno, algo es algo, pero me gustaría que te casaras con ella, harían una hermosa pareja.

—Como digas mamá.

—¿Y piensas tener hijos?

—Realmente no —dijo. Una pequeña visión borrosa de Alissa se apareció enfrente de él.

—Seguro que si tienes hijos, serían igual de feos que tu.

—Gracias, pero no pienso tener hijos.

—Ya verás que si, a no ser que Juliet sea infértil o no quiera compartir su "fortuna"

—Vamos, con o sin Juliet, odio a los niños.

—Ya te quiero ver en un par de años cuando tengan un bebé.

—Vamos Andy, quiero nietos.

—¿No te basta con Crow? —se burló.

—Crow es un gato Andy, si fuera un bebé las cosas serían diferentes.

Crow era la clave, pero Andy ya se resignaba a continuar buscando a Alissa, sabía que era inútil, al igual que sus ganas de saber si estaba viva o muerta, ya que la mafia se aseguraría bastante bien de esconder su cuerpo.

—¿Andy? ¿Qué es eso?

—Dejame —dijo, estaba a punto de inyectarse la heroína que le compró a Ryan.

—¿Se la compraste a Ryan?

—Que importa, te dije que me dejaras solo.

—Dame esa mierda Andy —se lo arrebató de la manos.

—Dámelo Calíope, no te metas en mis cosas.

—Claro que lo haré Andy, entiende, Ryan te quiere ver muerto, y aprovechará toda situación para matarte. Si tanto quieres droga, ten, ahí tienes tu maldita dogra, te la puedo dar, pero no vas a morir; no hoy Andy —terminó y tiró la jeringa al suelo, rompiéndola en miles de pedacitos.

Sentó a Andy al borde de la cama, sacó de su mochila un paquete café. Parecía todo un procedimiento quirúrgico, desinfectó el área que estaba a punto de recibir la droga.

—Relaja el brazo —dijo golpeando la jeringa —, y no llores.

—Bienvenida a nuestra casa, cariño.

—Andy, esto es hermoso —dijo la rubia y lo besó. Estaba orgullosa de como había superado todo.

—Ven, te enseñaré la casa.

El lugar era amplio, elegante y tranquilo. Juliet por fin pensaba en hacer una vida junto con Andy, y que todo iba a ir de maravilla. Hasta ya se veía en un año, o meses casada con el hombre que amaba, hasta se veía con sus futuros hijos.

—No tenemos nada que hacer, ¿te parece ver una películas en mi casa?

—¿Otra vez? Son aburridas y a ti solo te gustan las lentas y eróticas, por no decir que la mayoría son de los años '50 y '60.

—Ajá, entonces veré mis películas sola con la melancólica soledad y tristeza de que Andy Biersack no quiso acompañarme. Lo siento, cuando ya no nos hablemos me extrañaras para ver esas aburridas y eróticas películas.

—Vamos a verlas Alissa, y deja de ser tan dramática— rió mientras la abrazaba por los hombros.

ETERNAL | Andy Biersack | Alissa LindbergDonde viven las historias. Descúbrelo ahora