la muerte no se equivoca

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Gabriel caminaba con desgano por los fríos pasillos del hospital.
Con las manos en los bolsillos y mirando al suelo se dirigía a la cama 412 del área de urgencias donde Javier, su hermano gemelo, se encontraba.
Javier siempre fue un niño enfermizo, había pesado menos que Gabriel y los médicos no le auguraban una vida plena, siempre en hospitales, siempre en urgencias, siempre medicado.
Eran poco mas de las 11 p.m. cuando gabriel llego al área donde se encontraba su hermano, con la mirada buscaba el número de cama, al final del pasillo lo encontró.
Era la primera vez que Gabriel iba a pasar la noche cuidando a su hermano, siempre puso algún pretexto para no hacerlo, pero después de que su madre ya no aguantara el ritmo y las desveladas, tuvo que hacerlo.
Su madre, Doña Graciela, nunca tuvo el valor de pedirle a Gabriel que cuidara de su hermano, desde que murió Don Javier ella se hacia cargo de todo.
Javier tenia dos semanas de haber ingresado al nosocomio debido a una insuficiencia renal, necesitaba un trasplante de riñón y, para agravar la situación, los médicos creían que la lesión que presentaba en el corazón, con el tiempo también requeriría reemplazo.
Gabriel entró en el pequeño cubículo donde estaba su hermano, el aspecto de Javier era el de un maniquí del cual salían múltiples mangueras y cables que monitoreaban sus signos vitales, Gabriel lo miró casi con lástima, tomo una silla y se sentó al lado de su Gemelo.
-Hola feto no deseado - dijo de una forma despectiva -estas de suerte, mamá no pudo quedarse pero, ¡carajo!, estoy aquí, tu héroe esta aquí.
Gabriel desenrolló su periódico, se acomodó, subió los pies a la cama de su hermano y comenzó a arrojarle bolitas de papel al inerte rostro mientras le recriminaba muchas cosas.
-Hermano, yo no sé porque no te mueres y ya, mira, mamá se dedicaría de lleno a mantener la casa limpia, yo, ahorita estuviera en ese nuevo bar que acaban de abrir, consolando a Elizabeth, ¡aun no sé como se pudo fijar en ti!, ella necesita a alguien fuerte, alguien que la proteja, tu solo das lastima, ¡ay hermano, hermano!, hazme caso, solo deja de respirar y todos seriamos felices.
Su monólogo terminó cuando una enfermera entró, Gabriel inmediatamente bajo los pies y, cuando la enfermera vio la cantidad de bolitas de papel que tenia el enfermo en su cara, lanzo una mirada de desaprobación hacia Gabriel, mientras movía la cabeza de un lado a otro.
-Es que así jugábamos mi hermano y yo -  dijo a manera de justificación - ¿como lo ve?, ¿pasará de esta noche?, ¿de la semana?, ¿del mes?
- No lo se - respondió la enfermera sin voltear a verlo, ella solo revisaba datos y los apuntaba en el historial clínico - en un par de horas vendrá el Médico de guardia, a él le puede preguntar lo que quiera.
La enfermera después de apuntar los datos necesarios, se acerco al rostro de Javier, con mucho cariño le comenzó a quitar las bolitas de papel mientras le hablaba.
- A ver corazón, tienes que mejorar, ¡eh!, sino ¿quien me va a llevar al cine?.
-Pues, si estas buscando un poco de acción, yo soy tu hombre.
La enfermera tomó sus cosas y sin decir nada salio de la habitacion.
Gabriel tiró una patada a la cama y con una mirada de odio le dijo a su hermano:
-Casi muerto y aun te burlas de mi.
Eran casi la una de la madrugada, Gabriel leia un libro que, despues de meses aún no terminaba, cuando el equipo, al cual estaba conectado su hermano, emitió una alarma, Gabriel observó con maldad y pensó en que ése era el final de su hermano, cerró su libro y esperó pacientemente, en eso, una chica vestida de blanco entró, la temperatura bajó drásticamente, Gabriel estaba petrificado pues la chica parecia flotar, a parte de que sus cabellos le tapaban el rostro y, un olor a tierra mojada llenó la habitación, de manera titubeante Gabriel por fin  preguntó.
-¿E...e....eres la muerte, verdad - le dijo presa del miedo -¿vienes ya por el?
La chica puso sus manos en la frente y pecho de Javier, sus temblores amainaron y, milagrosamente, todos los aparatos volvieron a la normalidad, entonces, la chica volteo a ver a Gabriel, hasta ese momento pudo ver su rostro, solo girones de piel tenia en esa blanca calavera , señalandole con su descarnada mano le dijo:
- Si, yo soy la muerte, pero no vengo por el, vengo por ti.
Casi de imnediato Gabriel se llevó las manos al cuello y una tos infernal lo invadió para despues caer fulminado como por un rayo instantes antes de que el médico de guardia entrara, al verlo en el suelo llamó al personal para brindarle los primeros auxilios pero, ya era demasiado tarde.
-Ya no podemos hacer nada muchachos, apunten la hora de la muerte y preparen el quirófano, ya tenemos al donante.

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