sacando la basura. (segunda parte)

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-Muchas gracias buen hombre, que tenga bonita noche.
Dijo el maduro hombre mientras cerraba la puerta del taxi.
Cristóbal Montes tenia 67 años de edad, bajito, piel blanca y ojos verdes que enmarcaban unos enormes lentes de pasta negra, caminaba ayudado por un bastón de aluminio que, a esas horas, podía escucharse a varias calles.
Con paso cansado se dirigió a la puerta de entrada del edifico de departamentos donde vivía. Al acercarse notó un bulto blanco en las escaleras del edificio, a medida que avanzaba pudo notar mejor de lo que se trataba, una pequeña niña de no mas de diez años estaba ahí.
- Oh, vaya, ¿que tenemos aquí?- dijo el viejo apoyándose en el baranda mientras buscaba sus llaves.
-Hola señor, buenas noches - dijo la niña sonriendo.
-¿como te llamas princesa?
-Ashra señor
-¿Ashra?, que raro nombre
-a mi me gusta.
-no, si sí es bonito, sólo que es raro.
-gracias.
-Y, ¿que hace una linda chiquilla a estas horas de la madrugada?
-Estoy esperando a mi papá.
-Es una noche fría hija, ¿ porqué no pasas?, te daré un abrigo y unos guantes.
-¿Puedo?
¡Claro!, mira, no nos vamos a tardar, solo entramos, te doy lo que te prometí y regresas a esperar a tu papito, ¿te parece?
- Muy bien
El anciano puso su antebrazo y la niña se prendó de él, abrió la puerta y caminaron de manera pausada hacia el elevador, ya dentro, el anciano presionó el botón con el número Cinco.
-¿En que trabaja tu papá, hija?
-Ah, el recoge la basura.
-Oh, que interesante.
-El es un ángel.
-Ya lo creo hija.
El timbre del ascensor interrumpió la platica, ambos salieron y caminaron algunos pasos mas hasta detenerse en el número 513.
-Aquí es - dijo el anciano mientras echaba mano a su manojo de llaves, inserto la llave y abriendo completamente la puerta invitó a la niña a pasar.
La niña inmediatamente se sentó en un gran sillón negro de piel.
-Espera aquí nena mientras busco lo que te prometí.
Entonces el anciano enfiló hacía su recámara, cerro la puerta tras de sí y abrió el closet, sacó una llave que tenia alrededor de su cuello y abrió otra puerta que estaba en lo mas profundo de su closet, varios frascos de cloroformo se encontraban en anaqueles, así como ropa de niños, sucia y ensangrentada. Una sonrisa maliciosa se dibujo en el rostro en el rostro del viejo mientras empapaba un pañuelo con el líquido, saco su celular y comenzó a hablar por él.
-Marcos, tengo otra...si...mañana...no...nadie la va a encontrar aquí... Ajá... Prepara mi dinero, EH!...ok...no, ya hablaré con Daniel. Ok, bye.
El anciano colgó, tomó un par de prendas y regresó con la niña.
- A ver princesa, ven aquí y prueba te esto.
La nena, siempre sonriente, se acercó al viejo y le dio la espalda, momento que aprovechó el viejo para ponerle el pañuelo en su rostro, la nena sólo pataleó un par de veces y dejo de moverse, dada la excitación que sentía el viejo la tomo entre sus brazos y la recostó en el sillón.
-Ay preciosa, me gustaría quedarme contigo pero, negocios son negocios, y ¿te digo algo?, así dormida, no te va a doler.
Cuando el viejo comenzó a quitarse la ropa la puerta se abrió abruptamente y un aire helado golpeó su espalda, en automático volteó hacia la puerta observando una silueta enorme, negra.
-Gracias por el abrigo señor, pero ya llego mi papa y me tengo que ir.
El anciano volteó nuevamente hacía el sillón y encontró cómodamente sentada a la niña, su rostro había cambiado, unos enormes y afilados colmillos poblaban su boca y de sus inexistentes ojos brotaban un par de hilos de sangre negra. La inmensa figura comenzó a avanzar hacia él mientras la niña se acerco a su oído y con una voz apenas perceptible le dijo:
- Espero que te duela demasiado.
La niña salio al pasillo y se encaminó al departamento marcado con el numero 503.
Eran las 3:20 de la madrugada cuando Ashra tocaba la puerta del departamento.
Días después la policía encontró el cuerpo calcinado de Cristóbal y lo quedaba de Daniel, este ultimo había sido devorado casi hasta los huesos por alguna especie de animal.
Los dos formaban parte de una red de pedófilos que, ojalá estén en el infierno.

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