Nos cambiamos a esa casa después de que mis padres se separaron. Yo me quede con mi madre, ya que mi padre era un camionero que nunca estuvo en casa, su vida, su familia siempre fue su camión.
Mi madre trabajaba todo el día para darme una educación decente, razón por la cual estaba solo todo el día y hasta entrada la noche. Mi madre llegaba entre diez y once pm y se iba a las siete am, casi nunca la veía pues los fines de semana yo era el que trabajaba para ayudar en los gastos y algunos gustos.
Mi casa era de dos plantas, demasiadas habitaciones para dos...una persona. La mayoría de las habitaciones ni siquiera tenían muebles, solo las utilizábamos como bodega de recuerdos y basura inservible.
Aquel día llegué temprano, tenia mucho que lavar y las nubes amenazaba con hacer llover. Mi habitación quedaba en el segundo piso así que me dirigí hacia allá.
Apenas llegué al final de la escalera y hubo algo que me llenó de sorpresa y alegría a la vez.
-¡Octavio, hijo!, ¿eres tu?
-¿¡Mamá!?, ¡que sorpresa mamá!
-ven hijo, ayudame a limpiar este cuarto, tu tío va a venir a quedarse unos días.
La voz, la dulce voz de mi madre provenía de la habitación mas alejada del segundo piso, a esa habitación ni yo había entrado, ¿Que hacia mamá ahí?
-voy mamá, solo dejo mis cosas y te ayudo.
Dejé mis cosas y salí al pasillo para dirigirme hacia donde mi madre. Lo extraño era que, no había luz en esa habitación y esa puerta siempre estuvo cerrada con llave.
La puerta, que hasta ese momento permanecía cerrada se abrió chirriando, la voz de mamá se hizo mas nítida, mas fuerte.
-Octavio, ¿ya puedes venir a ayudarme?
-claro mamá, en un segundo.
Caminé extrañado, preguntándome muchas cosas hasta que, la puerta principal se abrió y una voz familiar me sacó de mi trance.
-Octavio, hijo, ya llegué. Salí temprano y pasé a comprar la cena.
Mis ojos se abrieron de una forma antinatural, desde la oscuridad de la habitación algo me veía, sentía su mirada, su maldad. Di dos pasos hacia atrás y la puerta se cerró con fuerza.
-¿Octavio?, hijo, ¿donde estas?
Mi madre subía las escaleras, yo estaba petrificado, no podía articular palabra hasta que me tomó del brazo y me dijo.
-¡Hijo, me leíste el pensamiento, vamos a limpiar esa habitación porque tu tío va a venir a quedarse unos días...
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Micro-historias De Terror
FantastiquePequeños pedazos de horror, salidos de algún oscuro lugar de mi cabeza.