Diabólica Obsesión

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La puerta de mi dormitorio se abrió de golpe, casi al instante abrí los ojos, el corazón amenazaba con salirse por mi garganta, me giré con dirección a la puerta, mis ojos aun no se acostumbraban a la oscuridad así que los frote con mis manos y, en el pasillo, un par de brillos rojos enmarcados por una silueta que no reconocía, me miraban fijamente,  lo que instinto lógicamente me pedía era gritar, pero no podía, mi cuerpo extrañamente se puso rígido y ni siquiera podía cerrar los ojos, estaba viviendo una pesadilla. Cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, empecé a distinguir a ese diabólico ser, parecía un extraño perro con una cara humanoide, sin pelo y, en algunos puntos descarnado,  la extraña criatura comenzó a caminar en cuatro patas hacia mi, sus extremidades traseras eran extremadamente cortas, eso le daba un aspecto tan macabro a esa, ya de por si, extraña forma. Con pequeñas zancadas se acercaba a mi, como saboreando mi miedo, paseaba su asquerosa lengua por unos inexistentes labios, de un salto subió a mi cama y acercó su terrorífico rostro, o lo que haya sido, a mi cara. Su fétido hedor hería mis sentidos, abrió sus fauces mostrándome unos afilados colmillos con algunos trozos de carne colgando de ellos y me dijo con un sonido apenas perceptible:
"Siempre mía".
Después, casi arrastrándose encima de mi, tocó de una manera lasciva mis pechos mientras paseaba esa inmunda lengua sobre sus nauseabundos dientes, luego, solo se alejó de la misma forma en la que llegó, poco a poco mi cuerpo comenzó a moverse, gruesas lágrimas corrían por mis mejillas, tapé mi rostro con las sábanas y lloré hasta que los primeros rayos del sol entraron por mi ventana.
Me levanté de la cama y entré a la ducha, bajo mis ojos se notaban los estragos del desvelo y mi incesante llanto, temía cerrar los ojos ya que lo primero que veía era la diabólica faz de aquel abominable ser, gruñendo, carcajeándose de mi.
Cuando llegué a la universidad llamó poderosamente mi atención los rostros de pesadumbre y preocupación de mis amigos que, aunque llevábamos una estrecha relación, no deseaba contarles nada de lo acontecido la noche anterior.
-Magda, ¿como estas?- dijo mi amiga
-bien, gracias - respondí ¿que ocurre?
-¿no te enteraste?
-¿de que?
-¿Recuerdas a Leonardo?
-¿como olvidarlo?, ese idiota siempre me vio con cara de lujuria, te juro que si no lo corrían de la escuela hubiera terminado por violarme.  
-pues, lo encontraron muerto en su habitación, se había cortado las muñecas y con su sangre había escrito cosas extrañas en sus paredes, pero lo mas extraño es que, en el espejo del baño encontraron la frase "siempre mía".
Al oír estas palabras Magdalena sintió que el mundo se le venia encima, era la misma frase que aquel abominable ser le dijo la noche anterior.
Su Obsesión lo volvió un Demonio

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