Gracias

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Observó detenidamente al varón que acababa de salvarlo...

Su corazón latio rápidamente al ver esos hermosos ojos negros.  El varón era alto, tez blanquecina y cabello negro. Se miraba mas adulto, y tenía un cuerpo marcado pero no exagerado... Todo un varón atractivo y sensual.

Sacudió la cabeza e intento apartar esos pensamientos. ¡Por Dios. Era la primera vez que consideraba atractivo a un varón!

—Vivo en xxx de la zona centro.

—¿Qué hacías aquí?

—T-Trabajo en la pastelería Púrpura. Me tocó visitar la sucursal de aquí.

Cierto. Esa pastelería tenía tres sucursales en el reino —Vamos. Te llevaré a casa.

—Pero...

—Nada. Vamos... ¿o me hará cargarlo?

Negó y camino hacia el centro. Pronto el pelinegro le siguió el paso.

—¿Cómo te llamas?

—Furihata Kōki... ¿Usted?

—Seijūrō Mibuchi...

—Mibuchi-san... Muchas gracias por ayudarme. No sabe lo agradecido que estoy.

—No fue nada. Pero dime Seijūrō. Mibuchi no me gusta mucho.

—B-Bueno... Muchas gracias, Sei-Seijūrō-san.

Adorable.

Fue lo que cruzó su mente al verlo sonrojado por llamarlo por su nombre.

—Curioso nombre. Es el mismo del príncipe Akashi— comentó riendo, suavemente.

—Siempre me lo dicen— mintió... —¿Qué piensas del reino?

—Es hermoso. Y nosotros los donceles tenemos aún más privilegios. No digo que los otros sean malos... Solo que ...

—Tōō.

—Sí.

El reino de Tōō era el reino que peor trataban a los donceles. Principalmente porque a la edad de 12 y 16 ya deberían estar casados. Por esa razón no todos estudiaban. Se quedaban en casa cuidando del hogar y los hijos.

—En cambio, Rakuzan y Seirin, es donde más tenemos privilegios. Aquí nos tratan como joyas... Aunque  a veces es hostigante. Algunos varones se aprovechan de eso para  acercarse  de mas— explicó, serio.

—Ya veo... ¿Haz estado en varios reinos, verdad?

—Los he visitado todos... Pero  prefiero Seirin y Rakuzan.

—Coincido en cuanto a Seirin. Es un reino tranquilo y lleno de armonía. El rey gobierna bien.

—Sí...

—Pronto, el príncipe Taiga asumirá el cargo.

—Si. Leí que en un año...

Platicaron mientras llegaban al destino del castaño. Un complejo de departamentos muy bonito.

—Trata de no salir de noche.

—Si— hizo una reverencia —Gracias por la ayuda. Y siento, realmente, que se haya tenido que desviar de dónde iba.

—No te preocupes— sonrió —No iba a algún lugar en específico.  Es más... Creo que ya no tengo razones para ir.

—¿Eh?— eso lo dejo confundido.

Sujetó la mano del doncel y se la besó —Buenas noches, Kōki-san.

—Bu-Buenas noches— susurró, observó alejarse al pelinegro.

—¿Quién es él?

Se asustó —Riko-san...

———————

Reo preparaba el biberón de su hermoso hijo  cuando la puerta trasera se abrió —Sei-chan... Me has asustado.

—Lo siento— se disculpó y aseguró la puerta.

Miró la hora del reloj —¿Por qué tan rápido?

—En el camino me encontré a un doncel que estaban a punto de violarlo.

—Eso explica el golpe— se dirigió al refrigerador y tomó unos cubitos de hielo, los enrolló en el pañal de tela que traía y se lo entregó.

Presionó el frío en la mejilla. Gimió por el dolor y el frío.

—Así que lo salvaste.

—Por supuesto.

—Y ya no fuiste al burdel— el pelinegro negó, eso era raro —Ya veo...

—Reo... Creo que lo he encontrado.

—¿A quién?

—La persona con la que me quiero casar.

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