III

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Los copos de nieve que caían no se distinguían por su blanca cabellera, él podría esconderse entre medio de la nieve y nadie lo notaria. Tanto su piel como su cabello era del mismo blanco que cubría el pasto, el mismo blanco que cubrían las ramas de los árboles y el mismo blanco como esa bola de nieve que tiene sobre sus manos cubiertas por el guante azul.

El otro que puede distinguirse bien entre la blanca nieve lo mira, con sus manos dentro del bolsillo de su gran campera abrigadora, esperando que esa bola de nieve que TaeMin tiene en sus mano no vaya directamente a su rostro o su cuerpo.

—A que le emboco al cesto. — dice el albino sonriendo teniendo una mano ocupada y la otra libre para apuntar al cesto verde con la bolsa de residuo negra en su interior.

— ¿Que queres apostar?

Porque el juego siempre empieza así, más si es entre ellos dos. Porque siempre en cada juego hay una apuesta y TaeMin sabe que va a ganar, siempre gana una apuesta, apuestas que siempre juega con MinHo.

— Mi gaseosa favorita y... dinero.

El de cabellera negra sonríe mirándolo desde su lejanía y desde donde esta mira el cesto de basura a una distancia considerable para que TaeMin pierda. Asiente sonriendo más porque sabe que esto le está siendo muy a su favor.

— ¿Pero si pierdes?

Algo imposible en la mente del albino que siempre ganaba las apuestas anteriores y está muy seguro que de ésta también ganara. Arquea una ceja en lo divertido de la pregunta, el albino frunce los labios y niega en el gesto más obvio de "imposible que pierda", jugando con la bola blanca entre las manos cubiertas con guantes azules.

— Lo dudo mucho, pero si llegase a pasar...

— Me darás un beso.

Le interrumpe MinHo, viendo ese asombro del más bajo y el más blanco, como esa sonrisa de divertido que se borro solamente por segundos porque volvía aparecer, pero siendo aun más grande, donde la misma blancura que la nieve aparece en esa dentadura.

— Hecho.

Porque perder es imposible, porque TaeMin siempre gana como en estos momentos canta victoria antes de tiempo pensando en que gastar el dinero, porque tampoco se hablo del monto, pero él ya piensa en algo costoso, como esa zapatilla que su padre se negó en comprarle por parecerle una barbaridad la cantidad de dinero que pedían por algo que se romperá o lo olvidara como los tantos que ya tiene olvidados.

Y desde donde esta, amagó más de una vez tratando de calcular la fuerza, pero MinHo aun seguía ahí mirándolo divertido que es romper esa burbuja de ganar siempre, porque esta vez él no se dejara ganar de nuevo, no si es un beso del albino lo que también se pone en el juego.

Se cruza de brazos y ríe más cuando la bola de nieve ni si quiera llego al cesto, porque cayó al suelo blanco, esparciéndose con la demás cantidad de nieve que había por ahí. Llena su pecho de aire que él creía que le hacía falta y así lo retira, dejando ver al albino el vaho salir por su nariz y por su boca.

La sonrisa picarona de siempre ganar de TaeMin se borro al instante de saber que perdió, pero no le queda de otra ¿no?

¿Que se le puede hacer? si ya perdió. Es solo un beso que él tampoco se negó ante la apuesta, tampoco se niega ahora cuando el más alto ya está a su alcance, a una corta distancia peligrosa pero sin borrar la sonrisa de los labios del moreno.

— Perdiste.

Sabía que iba a perder desde el principio, como TaeMin diría "lo tengo todo fríamente calculado" y ese beso iba a ser suyo.

Los ojos de un albinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora