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VI: El Diario 1/2
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Se escucho un leve golpeteo en la puerta de madera, luego otro, al seguir de otro ritmo de golpeteos, al no recibir respuesta decidió girar la perilla para encontrar la recamara abierta, se adentro a pasos sigilosos observando; cada cuadro, cada detalle, las sabanas dobladas perfectamente sobre la cama bien extendida, sin duda una habitación pulcra de decir, pero, no encontro a la persona que buscaba en aquella estancia para pedirle los informes de la misión anteriormente realizada, su mirar azul cerúleo divago entre el papel pintado de la mediana habitación, hasta finalizar sobre una pequeña libreta de tez purpura, del tiempo que llevaba de amigos con una peculiar castaña no se había percatado de tal pequeño tablón de hojas.
La curiosidad es insubordinación en su más pura forma. No cabía otra manera de decirlo así, por lo tanto, su curiosidad gano esa batalla al tomar la pequeña libreta entre sus grandes manos, encontró versos inconclusos, unos que otros dibujos bien realizados a su perspectiva, poemas con profundo sentimiento y pesar, estaba impresionado al observar el talento oculto que traía su amiga entre manos, pero, algo en especial llamo altamente su atención, entre aquellos versos sin terminar pudo divisar pequeñas anotaciones, de sus días con respectivas fechas, como si usará aquel cuaderno para desahogarse de sus más intimas penas, pero, ¿Por qué no contarle a él?, Después de todo era su amigo, luego de leer varias lineas comprendió tal vez la razón de su callar.
«Hoy tuve una pequeña discución con Nat, ella me comentó que los hombres y mujeres no pueden ser amigos solamente, ya que siempre hay una pequeña atracción que los une, yo le contesté diciendo que se equivocaba, que nos viera a Steve y a mí, que éramos amigos hace tiempo, ella me contestó que se notaba a lenguas que nos gustabamos, solo me reí, le dije que eso era imposible y me fui.»
En su mente notó algo, ahora entendía la razón del porque se miraban de manera extraña y lo observaban a él, también el pequeño distanciamiento de ambas.
«Natasha tenía razón, la amistad entre hombres y mujeres es como... ¿imposible?»
¿A qué se refería con aquello?, ¿por qué habría cambiado de opinión? Se cuestiono así mismo numerosas veces tratando de comprender lo que aquellas lineas transmitían.
