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XIX: Querido diaro 2/2
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«Mierda mierda mierda»
Su aturdida mente retrocedía en el tiempo recordando vivazmente como aquel rubio se había enterado de absolutamente todo, un peculiar temblor se apoderó de sus manos al ritmo de los fuertes golpeteos de su bombeante corazón nervioso. Tomó en manos su teléfono celular sacandolo de su bolsillo para así marcar el número de la persona que podria calmar sus angustiantes pensamientos.
«Contesta Nat, contesta.» pensó mientras llevaba su mano izquerda hacia sus labios mordiendo ligeramente en nerviosismo sus uñas. Su ansiedad palmada cesó al escuchar la melodiosa voz de su fémina amiga.
—¿Hola?, ¿Pasa algo?, tu no sueles llamar a está hora.— Musito la Romanof a través de la línea contigua del teléfono.
Por supuesto su mejor amiga se había dado cuenta del evidente problema.
— Estoy en problemas, Nat— Farfullo acomodando su cabello a la par que un pesado suspiro se escapaba de sus rosados labios.
— ¿Tú en problemas?, ¿Le sacaste el otro ojo a fury? — Pregunto Natasha en modo de broma juguetona, riendo para tratar de suavizar la tensa situación.
Una pequella risilla se escapó de los labios de la muchacha, pero tan pronto recordó lo que la habia mandado a llemar a Nat su sonrisa se desvaneció. — Steve se enteró... de todo, ya sabes, que estoy loca por él — soltó la castaña sintiendo aquel característico nudo formarse en su garganta.
— No puede ser... ¿Qué te dijo él? — Preguntó un tanto anonadada.
Un exhalo de aire salio expulsado de sus labios de manera estruendosa tratando de coger el valor suficiente para contarle a su amiga la brillante solución de huída que había empleado para evitar a Steve. — No me dijo nada... Yo no deje que me dijera nada, Le había pedido que se fuera, estaba demasiado apenada por todo ese asunto...
Por unos segundos aquella línea telefónica se quedó en silencio, por una parte estaba la castaña que esperaba la respuesta de la agente y por el otro lado estaba Natasha, la cuál había quedado impresionada por la situación rebuscando en su mente las palabras adecuadas o algún consejo para aplicar, pero su mente revoloteaba sin sentido.
