Capítulo 2

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ORIZABA

DICIEMBRE

Antes que llegara el nuevo ciclo, Samara, quien presenta síntomas de un malestar perjudicial, busca solución a dicho problema. Pero no sólo es al de ella, su hija también ha empezado a padecer obstáculos similares; tosen sin sentido; «todo es consecuencia del problema generado al cierre de décadas pasadas, quizás».
Las viejas generaciones tenían singulares ideologías. Una de las tantas que se sabían, era que las razas caninas pequeñas absorbían las enfermedades pulmonares y que curaban al dueño sin agraviar a ninguno, y hoy continúa ese pensar, es por eso que la mujer se dirige hasta una tienda veterinaria a donde ella había visto que tenían en cuidado a un par de criaturas selectas. Ella solamente pensaba en no afectar la vida de su hija, no quería verla crecer ni contraer enfermedad. Así que tenía la idea de tratar la infancia de la niña como algo que no tuviera relevancia alguna. No la distraería psicológicamente del mundo exterior y no creería que estaría enferma al tener que tomar medicina excesiva. Ni mucho menos se sentiría deficiente. Diferente.
Son otros tiempos.
La gente, toda su vida, esperaba hasta el momento exacto en que comenzara algún malestar, nunca previeron a conciencia, ya era tarde para entenderlo. Afortunadamente, Samara fue precavida. Ya consumían anteriormente los suplementos alimenticios por fases del destino con los que pudieron sobrevivir a una dura crisis que el mundo está afrontando. (En los noticieros, antes que Samara lo apagara al salir, se trata de la única noticia que implora solución en América).
Camina por la calle solitaria durante el ocaso e intenta no mirar a su alrededor. Se niega hacerlo de igual forma pase por determinado lugar. Debido a eso, se tropieza chocando con un muchacho barbón descuidado, al cual, teniéndolo él a ella en brazos, se queda observando momentáneamente. Como si él tuviese un rostro familiar hacia ella de alguien a quien ya había visto antes. Un déjà vu. Pero no, es por eso que pidió disculpas y siguió.
Sabe de la veterinaria gracias a que una vecina le contó de esta y habló sobre los animales que esa persona rescata, así que lo meditó y eligió este día para ir. Fue poco antes del ocaso, llegó y buscó a la persona responsable, mas ya era tarde, aquella mujer iba cerrando su local. Llegó justo cuando iba subiéndose a un taxi sin poder detenerla, parada desde la esquina al otro lado de la calle. E igualmente, no tenía tanta prisa, todavía tendría que esperar hasta mañana.
Simplemente, regresa pensando en dos buenas acciones que estaría a punto de efectuar en lugar de recordar el mal clima. ¡Pero antes que pueda llegar, se encuentra con una imagen devastadora! Era imposible no afligirse con aquel momento.
Tomó un atajo entre calles, y al final de ese atajo, sobre la intercepción de un callejón, ella se topa con una anciana que yace sin vida precisamente sobre lo que se comprendía era su cama, un caja de cartón mal cortada extendida bajo ella... y no había nada que hacer por ella. Ya no. La señora se había ido en la madrugada debido al frío intenso que se eterniza en la ciudad. Era muy opaca la luz que entraba del cielo lloviendo además. Rápido Samara saca su celular de su bolso negro de mano y llamaría a una ambulancia siguiendo su camino, entonces... De entre los brazos de la mujer, se escucha un chillido cuando ya iba un par de metros de largo. Y Samara cierra los ojos de repente. Siente su corazón romperse y no sabrá qué hacer para cuando tenga que voltear y confirmar su pensar. Y lo tiene que hacer. Sino nunca podrá ser la misma que antes. ¿Cómo podría ver a su hija a diario después de eso? Tendría que cambiar de opción y olvidarse de comprar una mascota de la veterinaria. Por alguna razón, o tal vez obra del destino, decisión, o etcétera...Así tenía que ser. Milagros para cada ser viviente de este planeta.
Hacen falta nuevas oportunidad ahí afuera. Hace falta que las almas sigan siendo adherentes.
Deambulaba poca gente ese día.
Es necesario pensar en los que no tienen nada. Y por ello, aún siguieron siendo dos grandes y buenos gestos.
Vaya que lo fue. El mejor reto es la familia; obsequio.
Así que fueron, una: Nunca se enseñó a ser mala persona. Sus padres tuvieron el tiempo y la esperanza de formar a una increíble persona que atribuyera la unión de esos dos fantásticos mundos. Al pos de no cumplir sus sueños y de cierta forma cometer un error, ellos ya no pudieron seguir ahí. Pero lo que bien se aprende nunca se olvida.
Y dos: Dio un hogar a esa indefensa criatura, luego de ayudar a descansar en paz a su anterior dueña.
Gotea desde los tejados al callejón, ha quedado demasiada agua estancada. Por suerte, Samara ha pedido apoyo con éxito, ha llegado la unidad y proceden anteponiendo a la nostalgia anterior.
Por otra parte, un hombre se dirigía hacia un taxi, abrió la puerta de lado del conductor y subiría; pasaba por allí mismo y desde la calle miró al callejón. También se percató del entristecido suceso. Y asimismo, seguidamente él se sintió igual a ella, a decir verdad. Y fue algo esperanzador. Su alma estaría en paz porque quizás el hubiese hecho lo mismo antes que Samara llegara.
Así sería. Por supuesto. Solamente, que él ya tenía otra tarea. Y entonces exclamó: —«Ojala que toda la gente fuera tal y como ella. Y dieran el ejemplo necesario.» Volviendo a cerrar de nuevo esa puerta con él adentro seguro ya que no toda la gente es igual. Tal vez no resultaría ser una gran hazaña para cualquiera, mas sí lo es sólo para él. Lo puso en sumo triste, pero siguió. Si bien reconocería más tarde...: que hizo bien, de alguna manera, en haber llegado tarde.
Samara queda con una nueva responsabilidad, ayudó a perder esa fea costumbre. Pudo romper con la rutina. Así terminó el día.
Perpetuó la lluvia entre los valles de montaña.

Mari y el muro entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora