Richard regresó a la biblioteca con Margaret.
-lo mejor será evitar tentaciones con mi esposa- bromeó sonriente. -Creo que todos estamos deacuerdo en que lo mejor será dejarla aquí mientras pasan estos seis años.-No hijo, no podemos arriesgarnos a que se entere del testamento y busque a cualquier peón para embarazarse y luego reclamar su herencia con un hijo bastardo. - dijo el Duque.
-Tu padre tiene razón, acordó la duquesa, lo mejor será enviarla a algún sitio donde podamos mantenerla controlada. Tal vez el manicomio de Beldam sea apropiado. Diremos que su Salud física y mental han empeorado y te has visto en la penosa obligación de internarla mientras mejora.
-¡Claro que no madre! No soy un desalmado para condenar a esa pobre infeliz a vivir en un lugar como ese.- dijo Richard indignado.
-¡mañana nos iremos a Londres y ella se quedara aquí!...No volveré a esta casa hasta que esté divorciado y pueda reclamar mi fortuna.-diciendo esto salió airadamente.
-¡Es un necio!, gritó el Duque.
-Tranquilo excelencia dijo dulcemente la pelirroja Margaret.
-Yo me encargo de Richard, usted asegúrese de enviarla a Beldam y traigala unas semanas antes de que regresemos. Ya verá como su hijo ni se entera de los que sucede con ella.
En su habitación Elizabeth le confiaba a sus sirvientes la situación. Acordaron mantener atenta vigilancia pues ya no tenían duda alguna de que el repentino accidente que causó la muerte de su abuela era muy conveniente para los intereses de la familia de su esposo; y no se iba a arriesgar a un <<accidente >> en ella. Escribió una carta al señor Smith en la que solicitaba una reunión discreta sin que su familia se entere y le explicaba algunas circunstancias de su próxima visita.
-Mi Lady, mañana se irá su esposo - dijo Higgins.-Ellos...piensan internarla en el manicomio de Beldam por los seis años que faltan- terminó angustiado.
-No hay tiempo- dijo Elizabeth. Debes llevar la carta a la posada, ruego a Dios que el señor Smith aún este allí. Si lo encuentras dile que lo veré está misma noche, si no, prepara todo para marcharme, iré a buscarlo a Londres de ser necesario.
En la oscuridad de las sombras Elizabeth se deslizó por los pasillos, salió de la gran casona y fue hasta el establo. No supo como lo hizo Higgins pero encontró ensillado su semental, montó a horcadajas y partió a todo galope. No tenía tiempo que perder. Cuando llegó a la posada el señor Smith la esperaba en los establos.-
-Mi Lady, no creo que esto sea buena idea- le dijo- yo podía visitar su casa mañana temprano.
-Lo siento mucho señor Smith, pero como ya le explicaba en mi carta es un asunto delicado y no quiero que mi esposo o su familia se enteren.
-Muy bien... como usted lo pidió he solicitado una salita privada para conversar. Sigame por favor.
-¡Esta es una acusación muy seria!... Si lo que dice es cierto el Duque y su familia han conspirado contra un par del reino y eso podría costarle sus cabezas.- ...Debe saber mi Lady que será muy difícil probar tales atrocidades y llevarlos ante la ley. Dijo el abogado exaltada.
-No pienso llevarlos ante la ley... ¡yo seré la ley para ellos! Exclamó Elizabeth.
-Como usted dijo, es muy difícil comprobar sus crímenes y más si no tengo como. Lo que le pido... le suplico, es que me ayude, sé que usted era enteramente de confianza para mi abuela y es la única persona que conozco con los medios suficientes para ayudarme. ¡ Si logran encerrarme en Beldam y pierdo la herencia de mi familia, sobre su conciencia pesará mi destino!.-dijo sollozando...
-Por favor señor Smith, le prometo que en cuanto recupere lo que es mío usted será recompensado con creces.En la mañana Richard y su familia partieron hacia Londres. <<No volveré a este lugar>> pensó mientras salían a el camino, lo sentía por la pequeña ingenua que dejaba atrás, pero al menos ella se quedaría con su casa y una manutención. Tal vez el tiempo le ayude y consiga un mejor esposo...por que él... el sólo tenía ojos para Margaret. Ella lo amaba tanto que había aceptado ser su amante hasta que estuviera libre.
En el camino el carruaje de sus padres se desvió y tomó otro sendero. El no prestó atención por que en ese momento Margaret se sentaba en sus piernas y desabrochaba su camisa.
-¿qué haces? Preguntó mientras la besaba.
-Bueno... reclamar tu atención pareces algo distraído y estoy segura que me extrañas tanto como yo.- dijo y empezó a soltar los hilos de su corpiño. Liberó sus pechos y Richard se perdió en la humedad de sus besos.
En la mansión Elizabeth y sus sirvientes observaban los carruajes partir. Ya esta preparada para lo que se avecina...el señor Smith aceptó ayudarla y su plan está por empezar.
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Tres semanas después de que se enterara de los planes que tenía su familia política para ella, esperaba tranquilamente junto al lago. El sonido de un carruaje la alertó. Dos hombres desconocidos descendieron del vehículo y se encaminaron a la casa.
Corriendo se acercó a atenderlos; ni bien dijo quien era, los hombres la aprisionaron. Amarrada la obligaron a subir al carruaje, trató de forcejear pero los golpes que sintió en su cuerpo la debilitaron y se resignó. Rogaba a Dios que todos estuvieran listos.
Cuando la bajaron del carruaje estaba mareada, tenía el rostro cubierto por una capucha y las manos atadas.
-Es ella- dijo uno de los hombres y la entregó a alguien que esperaba tras la puerta.
Temblando de miedo Elizabeth se dejó guiar al interior del edificio. Olía a cloacas, eso le provocó arcadas y su cuerpo se desvaneció en la oscuridad.Cuando despertó estaba sobre el piso en un cuarto sucio, muy dolorida, sus muñecas estaban ensangrentadas por el daño causado por las cuerdas; tenía moretones por todas partes y los labios resecos.
<<Por favor Dios, que todo salga bien>> pensó. <<-Si salgo de ese horrible lugar...juro por mi madre... que Lord Langrid, su amante y toda su familia conocerán lo que es la desdicha. No habrá ni un solo día, en que no se arrepientan de haberme hecho esto.>>
Como pudo se levantó y miró a la puerta, alguien trataba de abrirla, asustada se pegó a la pared buscando refugio.-Mi Lady...¿está usted bien?- era la voz de Rose, su doncella.
-¡Gracias al cielo Rose!- ¡temía tanto quedarme aquí!-¿Pero, qué le han hecho mi señora? ¡Mire nada más como tiene las manos!- dijo la criada sollozando ...lamento mucho no venir antes, pero las instrucciones del señor Smith eran precisas. Usted debía ingresar al sanatorio; todos ellos deben creer que usted está aquí-expresó.
-No te preocupes por eso - dijo Elizabeth- ahora dime ¿como saldremos?
- Ya todo está arreglado mi Lady- dijo en un susurro- yo tomaré su lugar por esta noche, cuando el guardia venga haciendo el conteo no notará su falta. Usted tiene que usar mi ropa...tome, son dos libras, una para pagar al portero y la otra para alquilar el carruaje que la lleve al despacho del señor Smith.-¿Pero...Rose ... tú...?
- No se preocupe por mí, mañana vendrá el secretario del señor Smith y me sacará. Es más fácil sacar a una criada para trabajar que a una dama que se supone no debería estar aquí- objeto la doncella.
Con un fuerte abrazo se despidieron y Elizabeth vestida de doncella salió del siniestro edificio. Cómo dijo Rose, el portero recibió el dinero sin preguntar nada. Sin embargo, nadie había previsto que la joven nunca ante estuvo sola ni acompañada en las calles de Londres. Con el corazón en la mano empezó a caminar, el sanatorio se encontraba en uno de los barrios menos frecuentados de la cuidad y la pestilencia en las calles desbordaba. Ancianos andrajosos pedían limosna en los andenes, mendigos y ladronzuelos se peleaban por hallar comida entre las basuras.
Asustada, Elizabeth corrió sin saber hacia dónde, las calles parecían iguales. Unos brazos la aprisionaron y sintió que desgarraban su vestido. Sacando toda la fuerza que tenía, empujó a su captor y siguió corriendo; necesitaba descansar, el aire era cada vez más pesado. Paró un poco y vio al hombre que la perseguía, era muy grande, estaba algo sucio y la miraba con ojos lascivos.Miró a todos lados... Estaba atrapada, era el puerto, en el embarcadero las calles llegaban a su fín y empezaba el gran Támesis. Sin dudarlo se lanzó a las frías aguas.

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Dulce venganza
Historische RomaneElizabeth es una joven e inteligente heredera, ha sido despreciada por su familia, su prometido y quien creía su mejor amiga. Richard, Lord Langrid es el joven heredero del Duque de Wellington, obligado a convertirse en el prometido de una niña de...