-¡pero...¿Que clase de persona es esa mujer?!-¿cómo puede entregar su nieta a un perfecto desconocido?Preguntó el joven.
-No exageres, Richard, tu no eres ningún desconocido, eres el futuro Duque de Wellington; y te guste o no, tienes el deber de salvar a tu familia.
-Te recuerdo mi querido padre, que de no ser por tus apuestas y despilfarro...¡yo no me vería obligado a tan absurdo compromiso! ¡Si hubieras pensado un poco en tu familia!...¡Yo no tendría que aceptar casarme con una niña! gritó.
-No te vas a casar aún- dijo su padre, -sólo vamos a firmar el contrato de compromiso, eso, nos dará acceso a su dote, y cuando la pequeña sea mayor de edad se casarán,- ¡no veo cuál es el problema!...-mira Richard, la abuela no sólo nos permite usar la dote para salir de los pequeños inconvenientes financieros que tememos, está tan interesada en casar bien a su nieta, que piensa dejarle todo cuanto posee. Imagina...¡todos nuestros problemas resueltos!
-No me interesa su dinero, yo tengo otros planes; Quiero terminar mis estudios y luego hacer un viaje por el continente, ir a América o la India e invertir en compañías navieras- padre... ¡sé que puedo sacarnos de apuros sin necesidad de casarme!-exclamó el joven.-Si tuvieses tus propios medios, estoy seguro que lo harías. Sin embargo hijo, dependes económicamente de mí, y... en este momento no tengo ni para mantener nuestra casa un mes mas- la situación es tan grave que si demoramos un poco más puedo terminar en la cárcel.ñ- dijo el Duque acongojado.
-Piénsalo Richard...¡te comprometes con la pequeña, usas su dinero, para viajar, invertir...divertirte, lo que quieras!... Luego te casas, y puedes dejarla en el campo. Total, no serás el primer marido que prefiera estar solo, o en brazos de una amante.
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Recostada sobre el tronco del gigante roble. Una pequeña yace dormitando. Sis ojos no pueden contener esas odiosas lágrimas que insisten en salir.
Hoy es su cumpleaños número diez y desde que tiene recuerdos, nunca ha recibido un regalo, una visita, ni siquiera...una carta. <<Tanto ha de ser el dolor de su abuela por la pérdida de sus padres, que no soporta el verla>> eso es lo que piensa mientras llora.La pequeña Elizabeth sabe que su madre murió al traerla al mundo y que su padre, agobiado por no tener un hijo que le sucediera, se negó a verla, ordenó una botella de wiski y se encerró en su estudio. A mitad de la noche, tomó su caballo y se marchó a Londres, pero borracho como estaba sufrió un accidente, calló del animal, y se rompió el cuello. Dos muertes el mismo día...es lógico que su abuela no se lo perdone.
¿Cuánto daría la pequeña niña por no ser el objeto de tal odio?, ¿Si ella no pidió venir a este mundo de dolor?, ¿alguna vez, algún día encontraría la felicidad que decía la señora Winston el ama de llaves, la sacaría de la tristeza? -No, cada día se convencía más de que la soledad y el desprecio en el que vivía eran el precio a pagar por usurpadora.
El sonido de caballos arrastrando carruajes la despertó de su letargo, abrió los ojos, y allí estaban, avanzando por el sendero empedrado, dos hermosos carruajes. Uno le era muy conocido pero pocas veces visto...El otro totalmente desconocido.
¡A prisa! secó sus lágrimas, recogió sus faldas y empezó a correr hasta la casa; ¡tenía que llegar antes que su abuela. Debía cambiar el sucio vestido, peinar su desordenado cabello y ponerse unos zapatos!.. <<por Dios...si su abuela la ve en esas fachas>>pensó mientras corría.
-Demasiado tarde señorita Elizabeth- dijo Higgins el mayordomo. -
-¡ELIZABETH ANNABELLE BARWICK! gritó la condesa viuda.
-¿se puede saber, cómo es que tienes la osadía de presentarte en semejante...estado?
-Lo siento mucho abu...mi señora, no la esperábamos hoy- dijo la niña y se inclinó tratando de hacer reverencia. Pero tubo tan mala suerte que se enredó y fue a dar a los pies, o más bien a las elegantes botas de un caballero. Haciendo uso de cuanta dignidad le quedaba, trató de levantarse. Mientras tomaba valor para enfrentar a su abuela sintió unas manos grandes y tibias que la sujetaron, Elizabeth alzó la mirada y se encontró con aquel rostro hermoso, parecía un príncipe salido del libro de cuentos; Sus ojos grises la miraban como si fuera un sapo que acabara de salir del estanque. La sujetó cruelmente y la levantó de un tirón. Por la expresión del bello rostro Elizabeth intuyo que estaba muy enojado.
-Señores, permitan que les presente, a mi nieta la señorita Elizabeth Annabelle Barwick, condesa heredera de Northumberland- dijo su abuela.
-Elizabeth, saluda a sus excelencias los Duques de Wellington y su hijo Lord Richard Langrid. Tu...prometido.
¡¿Qué?, ¿quien?! La pobre niña si hubiese sido más vieja habría sufrido un infarto. ¿cómo que un prometido?, Y ¿ que precisamente se supone que es eso?, preguntó la inocente.
Richard no podía creer lo que tenía ante si, no sólo era muy pequeña, tenía además pésimos modales, no cuidaba de su apariencia y como si fuera poco Altanera la condenada. <<por mi familia, es mi deber... por mi
familia >> pensó mientras saludaba con la cabeza.-Señora, dijo la niña... si esto es un castigo por algo que he hecho yo le prometo...-¡Silencio Elizabeth!-dijo en un gruñido la condesa.
-...No hay ningún castigo, simplemente estamos pensando en tu futuro, por eso; a partir de ahora recibirás la educación propia de una futura duquesa, en tres años entraras a una escuela para señoritas y cuando llegue tu cumpleaños número dieciocho Lord Langrid y tú se casarán. Eso es todo.
-Ahora retirate, y ¡por Dios a ver si consigues verte algo presentable!- La regaño su abuela.Con los ojos llenos de lágrimas que peleaban por salir, Elizabeth vio como su abuela y sus invitados se encerraron en el despacho. Corrió por las escaleras hasta llegar a su cuarto y sin entender nada lloró. Este era al fín y al cabo como sus cumpleaños anteriores.

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Dulce venganza
Narrativa StoricaElizabeth es una joven e inteligente heredera, ha sido despreciada por su familia, su prometido y quien creía su mejor amiga. Richard, Lord Langrid es el joven heredero del Duque de Wellington, obligado a convertirse en el prometido de una niña de...