Richard ahora tiene treinta y dos años, es un hombre bastante maduro, hace seis años que está casado con una mujer a la que sólo ha visto una vez en su vida y que únicamente le ha inspirado un odio incómodo.
Aunque es conciente de que la pobre también fue víctima de las circunstancias, no puede dejar de pensar en ella con resentimiento.
Margaret se transformó; de la muchacha dulce y comprensiva muy poco queda. Ahora ha desarrollado un temperamento histérico, parece que la espera la tiene al borde de un ataque de nervios. Para colmo su padre tuvo que viajar y le entregó la administración de los bienes, cosa que no es nada fácil. Una mala racha lo persigue, su vida se ha convertido en un dilema. Ama a Margaret, ella ha sacrificado su vida por estar junto a el; pero a veces piensa en la pequeña niña con la que se casó y siente remordimientos. <<Lamentablemente ella no necesita el dinero tanto como nosotros>>; eso pensaba para tranquilizar su conciencia.
-Mi Lord- ...tiene una carta del señor conde de wexses.-Estas palabras lo devolvieron a la realidad.
<<Mi querido amigo, lamento molestar en este momento, pero es indispensable que te presentes esta noche en el salón de Madame Frapell, he recibido la noticia de que presenta una nueva cortesana. Cómo Sé que por estos días estas muy ocupado, me propongo alejarte un poco de tus preocupaciones.
PD: Trata de llegar temprano, hay unos cuantos interesados>>
En un lujoso salón Elizabeth tiene una conversación con su abogado.
-¿Está completamente segura?¿tal vez Lord Langrid no venga?...Le recuerdo que aún estamos a tiempo de detener esto mi Lady.
-Lo estoy señor Smith...y sé que el vendrá, según nuestros informes, mi esposo es bastante adepto a estos lugares- dijo irónicamente-
- Esta noche menos que nunca puedo arrepentirme...No...¡no después de que casi paso seis años de mi vida encerrada en un manicomio, de que por poco soy violada en una mugrosa calle o termino ahogada en el Támesis!-Exclamó indignada-
-y todo, ¿por qué?, - ¡por que mi amado esposo y su familia son unos criminales y asesinos, dispuestos a llegar tan lejos como sea necesario para quedarsen con mi dinero!
...Pues bien. Yo también estoy dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de obtener mi venganza y recuperar lo que es mío- diciendo esto dejó el salón y se dispuso a prepararse para la noche...
En la habitación dispuesta para su uso, Elizabeth repaso mentalmente las lecciones de Madame Frapell.
Prometiendo que la haría ganar mucho dinero logró convencerla de que la presentara como una de sus chicas; la vieja cortesana le enseñó la forma de seducir a cualquier hombre; de la ingenua niña ya no quedaba nada. Ahora tenía veintidós años, llevaba cuatro años viviendo escondida y planeando su regreso.<<mucho tiempo... pero la venganza, es un plato que se sirve frío, se disfruta lento... y sabe muy... dulce>> dijo para sí misma.
En el gran salón de Madame Frapell, los clientes ansiosos esperan la llegada de la nueva cortesana. Richard bebe una copa de wiski, mientras su amigo coqueteando trata de ganar algunos besos.
-Vamos Richard, cambia esa cara, parece que estuvieras en un funeral- dijo el conde de Wexses y sonrió.
-En un funeral voy a terminar si Margaret se entera que estoy aquí- bromeó Richard.
El silencio que se hizo en el salón indicaba la llegada del espectáculo. Dirigió su mirada a las escaleras y la vio...Una mujer con un antifaz que le cubría casi todo el rostro lo miraba; era despampanante, sus curvas se realzaban en ese ajustado vestido rojo. Tenía unos hermosos ojos azules, de un color tan profundo que Richard sintió que su mirada lo quemaba.
No escuchó nada de lo que sucedía a su alrededor, estaba perdido en esa mirada. El deseo empezó a recorrer su cuerpo y quiso subir inmediatamente las escaleras, tomar de la mano a la mujer, entrar al primer cuarto y derramar su semilla en ella. La mano de su amigo lo sacó de su fantasía.
-En vista de que no estás cómodo aquí, y no participarás de la subasta ¿me prestarias cinco mil libras?- preguntó el conde.
-¡Cielos...cinco mil libras!¿estás loco?
-Claro que no...es sólo que no quiero que se diga que no teníamos suficiente dinero para disfrutarla.
-Por si no lo has notado somos los de mayor rango social esta noche y si ninguno de los dos se la lleva, mañana empezarán las murmuraciones. Además, ¡es Virgen! y como nunca he tenido una... No me vendría mal ahora- sonrió.
-Te daré un pagaré por las cinco mil libras, pero, le harás saber a Madame Frapell que soy yo quien la tendrá.- dijo algo irritable.
En la oscuridad de la excéntrica habitación, Elizabeth espera cumplir su destino. Todo va muy bien, Richard pagó por ella a través de su amigo. Ahora sólo le resta seducir a su esposo y terminar embarazada. La puerta de la habitación suena y Richard pide permiso para entrar.
-Pase usted Mi Lord. - ofreciendo su mano guió a Richard al interior. Con mucho cuidado empezó a soltar los botones de su levita mientras le miraba a los ojos.<<Era igual o más guapo de lo que recordaba, esos ojos grises la hipnotizaron nuevamente.>>
-Es un honor para mí servirle esta noche- dijo coqueta. Sus manos acariciaban el pecho del Lord, buscando los botones de la camisa.Unas fuertes manos le agarraron las muñecas obligándole a levantar la vista.
Richard contemplaba mudo la mujer que tenía en frente, era muy hermosa, sensual y misteriosa.
Vestía un fino camisón rojo, casi transparente, su cuerpo se podía apreciar tras la prenda.
Era perfecta. La estatura ideal para el, generosos pechos coronados por rosados pezones, una cintura pequeña, amplias caderas y largas piernas terminaban el conjunto.
Sin embargo, para Richard lo más hermoso era su rostro, ahora sin el antifaz, una larga y espesa cabellera oscura enmarcaban la cara de un ángel, cejas pobladas, ojos de un color misterio, y unos labios carnosos, deseosos de ser basados.
Mientras ella trataba de desvestirlo, el la tomó de las muñecas. Sus miradas se conectaron y el deseo estalló. -Dime tu nombre le susurro mientras llegaba con su boca hasta su cuello.
-Belle...mi Lord- contesto con voz temblorosa. El calor invadía el cuerpo de Elizabeth, quería desnudarse para apaciguarlo.
Richard la beso apasionadamente, introduciendo su lengua en la boca de ella, con su manos rodeó su fina cintura y empezó a tocar cada centímetro de piel. Por como temblaba supo que no tenía experiencia en el tema. Sin embargo se pegaba a su cuerpo, buscando, explorando. Estaba ansiosa, levantándola en brazos la llevó a la cama. Se posó sobre ella y la inicio de la manera más tierna.

ESTÁS LEYENDO
Dulce venganza
Ficción históricaElizabeth es una joven e inteligente heredera, ha sido despreciada por su familia, su prometido y quien creía su mejor amiga. Richard, Lord Langrid es el joven heredero del Duque de Wellington, obligado a convertirse en el prometido de una niña de...