PRÓLOGO

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Ruthlan park, julio 12 de 1789

Era una hermosa mañana de verano y  el sol resplandeciente se alzó sobre el firmamento, la suave brisa resuena anunciando un día glorioso. La gran mansión se muestra imponente, con sus hermosos jardines, un majestuoso lago coronado por un gigante roble; un guardián silencioso que espera al igual que todos los habitantes de la gran casa. Solo un día como este sería el perfecto para dar la bienvenida al tan esperado heredero, el niño que por muchos años anhelo el condado de Northumberland.

-¡pero que diablos!- gritó Lord Edward Reginal Barwick, quinto Conde de Northumberlan

-¿Es que ese médico de pacotilla no puede hacer bien su trabajo?

-¡Edward debes calmarte!, si el doctor Martín aún no salió es por que todavia deben estar  en el  trabajo de parto. Estas cosas a veces se complican- dijo angustiada la condesa viuda.

-Madre...¡ llevan quince horas en eso y aún no hay noticias!- se pasó las manos por el cabello y camino por el salón...¡Si tan sólo no me hubieras obligado a casarme con esa estúpida y débil mujer!...¡hace muchísimo tiempo que tendría un heredero!- gritó el conde.

-Esa estúpida como la llamas ¡nos sacó de la quiebra absoluta! - así que calmate y no hagas escenas frente al servicio... ¡nos estás avergonzado!

La gran puerta del salón se abrió y un canoso y cabizbajo hombre con un pequeño bulto envuelto en sábanas blancas entre los brazos asomó. Con ojos cansinos y mirada triste,  miró al conde primero y luego a su madre.

-Lo siento mucho...- dijo- ha sido un parto demasiado complicado, Lady Annabelle...hizo todo  lo que pudo...lamentablemente no lo ha logrado y falleció a causa de la hemorragia.- soltó el médico.

-¿Annabelle está muerta?.., ¿y el bebé?¿cómo está el bebé? -pregunto la condesa viuda.

-Así es, confirmó el Doctor; sin embargo la bebé es fuerte y creo que estará bien-

-¿La bebé, ha dicho usted la bebé?... preguntó el conde.

Y fue precisamente en ese momento cuando la pequeña niña decidió hacer notar su presencia en este mundo. Lloró las primeras de muchas lágrimas destinadas a derramar por haber usurpado el lugar del tan anhelado heredero.

Y con este terrible  acontecimiento  Lady Elizabeth Annabelle Barwick entró a la ilustrisima familia del condado de Northumberland, sin nada de alegría ni entusiasmo. Su padre y abuela preparaban un funeral y  tal vez el siguiente matrimonio para buscar un verdadero  heredero. La niña fue entregada al servicio para que fuera atendida y alimentada, con algo de suerte moriría igual que su madre.

Dulce  venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora