Capítulo 8

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Pasó una semana sin ningún nuevo episodio como el del pasamontañas. Seguramente, Uriah y Gabriel creerían que el hecho de haberse cambiado de lugar, iba a desorientar al del, la del pasamontañas. Pero yo sabía que si no atacaba era porque no quería, no porque estuviese desorientado/a.

Katherine y yo hablabamos sobre ese tema a veces, aunque no lo tocábamos mucho, ya que nos producía una tensión incómoda.

Hannah y yo nos habíamos echo muy amigas. Tenía pensado contarle mi teoría sobre la persona del pasamontañas hoy por la noche. Hannah era una chica discreta, sencilla y astuta. Pero claro, para saber a la perfección todo lo que tuviese que ver con las cuerdas, había que serlo, ¿no?. Me había enseñado con un muñeco en la sala de entrenamiento lo bien que se las podía manejar para con un simple nudo y movimiento de muñecas, ahorcar a alguien.

Hoy Hannah se había pasado la mayor parte del día con su mejor amigo, Ryan.

Leo y yo nos habíamos ido haciendo más cercanos con el tiempo que pasábamos en las cabañas. Era un chico divertido y con las ídeas muy claras. Además de lo guapo que era.

-¡Bú! -me susurró en el oído haciendo que mi flecha se desviase completamente de la diana por el susto-

-Eres tonto, Leo. ¡Casi acierto! -me quejé-

-Sabes que eso no es cierto -me respondió sonriente-. No ibas a dar ni de broma.

Me hicé la ofendida y le respondí.

-Me gustaría verte a tí, señor Perfección.

-Si tú lo dices, señorita Desastre.

Le pasé el arco y un flecha del carcaj que llevaba encima y se colocó a la misma altura que yo estaba.

Cuando iba a soltar la flecha, le moví el brazo, haciendo que su posición del brazo cambiase y se le fuese la flecha hacia el techo.

Me reí a carcajadas, haciendo que algunos de los que estábamos entrenando se girasen a mirarme y cuando me tapé la boca con la mano volvieron a lo suyo.

Podía ver la mirada de Harry en mí, pero decidí ignorarle.

Leo se giró con una sonrisa perversa y me preguntó.

-¿Qué acaba de hacer, señorita Hamilton? -dijo con un acento de profesor amargado-

-¿Yo? Nada. ¿Qué iba a hacer? -dije siguiéndole la broma-

-Mis ojos no piensan lo mismo. -respondió Leo-

Me encogí de hombros, y en ese momento, las manos de Leo salieron disparadas a mi tripa, causándome un ataque de risa por su culpa. Después de lo que me parecieron horas, escuché la voz de Gabriel lejana a mí.

-Suéltala DiCaprio. Seguid con vuestros entrenamientos.

Leo me dejó de hacer cosquillas y asintiendo hacia Gabriel se colocó al lado de Kimberly a lanzar lanzas.

Con un suspiro, Nate se situó a mi lado.

-Wow, Ann, debo decir que estoy impresionado con tus habilidades para enamorar a los chicos de segundo grado. -sentenció-

-No digas chorradas, Nate.

-¡Descanso! -gritó Uriah-

Nate y yo salimos fuera y nos sentamos en unos bancos de madera al lado de unos árboles realmente bonitos. No me sabía sus nombres, puesto que Biología nunca había sido mi asignatura favorita ni de lejos.

-Pues no se tú Annie, pero yo puedo cómo te mira Harry y sin duda, sería el modo en el que un chico mira a una chica que le gusta.

-Y yo he visto cómo miras a Kimberly, Nate. No estoy ciega. Parece que la vas a devorar con la mirada.

The Army |h.s & l.d|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora