Un mes.
Llevaba con sus nuevas habilidades un mes.
Todo parecía marchar tranquilo, omitiendo los pequeños inconvenientes que sus poderes fantasmas le causaban estando de forma humana, como volver partes de su cuerpo invisibles e intangibles sin quererlo, pero era obvio, un solo mes no podría servir para aprender a usar sus poderes, con trabajos podía con solo eso y suponía, qué habría una transformación, la cuál preparaba intentando hacer tal acción, no creía que podía ser tan difícil, pero lo era.
Dio un suspiro.
Todo era culpa de su amiga Sam que lo hizo entrar a investigar más a fondo el portal fantasma que sus padres habían creado, pero el resto ya lo sabemos.
Es historia.
Despertó temprano un lunes por la mañana, no cualquier lunes, sino el lunes en que regresaría a clases, solo esperaba poder controlar sus poderes lo suficiente como para poder tener un día normal de clases sin más contratiempos que lidiar que no fueran el profesor Lancer, los bravucones de siempre (Dash y Kwan), tareas de clases, detenciones justificadas y su familia loca cazafantasmas que a veces se aparecían en el colegio al que asistía junto con su hermana Jazz que era dos años mayor que él y la propia intervención de su hermana en alguno de sus castigos, nada nuevo esperaba ese día a decir verdad.
Ni los siguientes.
Pero uno nunca obtiene lo que quiere, así que al llegar ese día a clases, tarde, cabe aclarar, se topó con una chica fuera del salón, jamás la había visto en su vida pero de todas formas tocó la puerta en donde le permitieron el paso, siendo regañado al momento justo en que ponía un pie dentro del aula por el profesor que le decía que lo dejaría pasar el día de hoy, todo marchaba bien hasta ahí, igual que el año pasado, sin embargo, cuando tomó asiento en su pupitre, a lado de sus mejores amigos Sam y Tucker, las cosas cambiaron.
—Bueno chicos, hoy es el primer día de clases y tenemos una alumna nueva—dijo el profesor
Los cuchicheos no se hicieron esperar, los chicos del equipo de fútbol se miraban entre si con las hormonas revueltas, eran mayores que el en cuanto complexión, incluso parecían un año más grande pero no era así, las chicas empezaron a murmurar del posible origen de la chica y como podría ser, en cambió ellos tres, solo se miraron haciendo una mueca de no saber nada de lo mencionado, el señor Lancer cayó los murmullos con un fuerte "silencio".
—Señorita, haga el favor de pasar.
Y la puerta fue abierta por la chica que momentos antes había mirado antes de entrar al salón, debió suponerlo, ahora la admiró con detenimiento, era de cabello castaño, peinado en una media cola de caballo, un pantalón de mezclilla azul deslavado entubado, una blusa de color gris con una estrella en el pecho negra, tenis negros, de tez blanca sin exagerar, miraba al profesor esperando.
—Por favor, preséntese y diga algo sobre usted—alentó el mayor
—Mi nombre es Hanna, Hanna Masters—por fin los miró, tenía unos ojos grises muy bonitos y sus facciones eran ligeramente aniñadas todavía—y me gustan los Empacadores de Green Bay, como verán soy nueva—sus voz era tan suave
—Bien señorita Masters, tome asiento por favor.
Ella asintió con un morral cruzado de color negro estampado con un signo raro a los ojos del pelinegro, se sentó justo detrás de él, la siguió con la mirada al igual que el resto del alumnado, no había dicho de donde era y no parecía querer decirlo, volteó ligeramente observándola sentarse en el pupitre, sacando un cuaderno y pluma negra para anotar, el profesor inició la clase, hablando sobre él plan de estudios de éste año, los bloques en que estaría dividido, las fechas importantes del año escolar y por supuesto, las festividades a celebrar, lo cual parecía llamar la atención de la mayoría, un baile se haría dentro de unos meses, ya vería a quien invitar en su momento, ahora quería aprender sobre trinomios cuadrados perfectos.
Como odiaba las matemáticas.
Hizo los apuntes pertinentes, no supo como había logrado no dormitar entre tantos números que el profesor escribía en la pizarra y explicaciones que no alcanzaba a comprender del todo, una vez más esa materia sería su perdición en los próximos exámenes, ya lo veía venir, necesitaba algún curso extraescolar de matemáticas o en su defecto, un tutor o amigo que le ayudara con ello; el cambio de hora fue anunciado con la campana sonando durante algunos segundos, todos guardaron sus cosas preparando sus cosas para la próxima clase, Sam y Tucker ya lo esperaban, el salón se vaciaba con prontitud no queriendo llegar tarde a ninguna clase, mientras partía junto con sus amigos, hablando de lo que hicieron esa mañana, observó por pura curiosidad que la chica nueva se tomaba su tiempo para guardar sus cosas siendo la última, quien al parecer sintió la mirada y alzó su vista al individuo que la observaba.
Azul cielo y gris brillante se encontraron.
Fue solo un segundo, el avanzaba con sus amigos a la próxima aula haciendo imposible el contacto visual debido a la pared y demás que lo bloquearon, nunca había visto una mirada así de brillante, parecía inhumana pero seguramente había sido la luz que se colocaba en la ventana que daba hacía ella, no le tomó importancia, no mucha al menos, se distrajo cuando sus amigos preguntaron y llegaron a los casilleros a guardar algunas cosas.
Se dirigieron a la próxima clase, ellos entraron primero o eso parecía hasta que una figura que recargaba su codo en la paleta con la mano abierta donde descansaba su barbilla.
Era ella.
Lo cual era curioso ya que había sido la última en ver en el salón anterior y no la había visto en los casilleros por ningún lado, claro, no estaba interesado en ella en lo más mínimo, por supuesto que no, pero se le hizo extraño.
Debió haberlo sabido aquella vez. Era la primera señal de alarma.
Tomaron asiento mientras los demás llegaban en grupitos como era costumbre, sentados exactamente igual que una hora antes, le sorprendía que recordara el lugar exacto, el mismo se había confundido más de una vez al principio de no ser por que usó a sus, ahora, dos mejores amigos de referencia, justo por esa razón habían iniciado su amistad.
Otra clase de dos horas pasó sin pena ni gloria, lenguaje siempre era una materia fácil y la favorita de todos por sus pocas complicaciones, quizá lo único difícil eran los ensayos, pero podían solucionarse, nuevamente el timbre sonó y todos corrieron guardando sus cosas apurados pues en la hora del almuerzo era difícil encontrar una fila corta para ir por el "desayuno" qué daban en la cafetería, esta vez notó a la chica un poco más apurada, quizá quería encontrar una buena mesa, aunque la mayoría ya estaban marcadas y tenían "dueño", los populares escogían las mejores, el resto eran repartidas para él club de música, matemáticas, chicos góticos, entre el sinfín de grupos, las más alejadas del mostrador eran las que casi nadie usaba.
Sin embargo, otra nueva "cosa extraña" entraría en el nuevo vivir de Daniel Fenton.
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La hija de Vlad Masters.
FanfictionVlad, el mismo Vlad que conocemos, qué muchos odian pero todos aman. El Vlad que tiene influencias tanto en el mundo humano como fantasma, el Vlad amigo de sus padres, el Vlad que busca hacerle la vida de cuadritos... Ese Vlad... ¿Tiene una hija? ¿...