Capítulo I: El comienzo.

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~Punto de vista de Hanna~

― ¿Realmente tengo que ir tan lejos? ―exclamó ladeando la cabeza extrañada―digo, ya hice aquí la mayor parte de mis estudios, bien no pero... ¿Amity Park? Eso queda realmente lejos―se cruzó de brazos

―Hija, tu y yo sabemos que estudiar solo en casa no es lo mejor para alguien de tu edad―dijo bebiendo un pequeño sorbo de su té elegantemente, estaban sentados en la sala de estar, él en el sillón principal y la menor en el sillón frente al suyo con una mesita de por medio―además, debes aprender a socializar con las personas y sacar provecho de estos vínculos.

― ¡Pero papá...! ―iba a renegar pero el mayor se lo impidió

―No hija, las relaciones que tenemos con los fantasmas no cuentan, también eres humana―la detuvo antes de que lo dijera, a veces su hija era muy testaruda

―Bien.... ¿puedo ir volando? ―exclamó esperanzada, su padre dudó―por favor, sabes que soy cuidadosa, a dos cuadras de la escuela me esconderé y me transformaré en un humano para ir a pie como gente normal

―Está bien―dijo después de dar un suspiro―ya todo esta listo, renté un departamento para ti ya que para mi desgracia no puedo quedarme contigo y tampoco deseo que vueles mucha distancia, iré a visitarte tres veces a la semana... O las veces que pueda hacerlo.

― ¡Espera un momento! ―exclamó contrariada―pero papi... ¿me dejarás? ―hizo una mueca, sus ojos parecieron hacerse grandes y estaban cristalizados

―Hija, sabes que jamás lo haría―negó dejando la taza en la mesa, palpando el lugar vacío a su lado para que se acercara, ella lo hizo sin chistar, sentándose para abrazarlo―tengo negocios que atender y no puedo llevarte, tú tienes que estudiar como una niña normal.

―Pero papi... no quiero estar sola―recargó su mejilla en el fuerte pecho de su padre

―No será por mucho tiempo cariño, además... debo darte cierta independencia―acarició su espalda dulcemente

. . .

El día esperado había llegado, había partido el día anterior para que no hubiera problemas en el traslado mañana por la mañana, la mochila estaba lista con todos los útiles escolares, Vlad peinaba con cariño a su hija quien se dejaba hacer mirando un peluche entre sus manos que sostenía con cariño, era un gato blanco de ojos azules, tal vez estaba lo suficientemente grande como para jugar con muñecos pero era especial, así que cuando su padre terminó su labor, a sabiendas que su hija podía peinarse ella sola, le había recogido el cabello en una media cola, ella se aleja un par de pasos para después mirarle de frente.

―Papá...llevate a Loki―señala, extendiendo el peluche hacia el frente

―Pero... Loki es muy especial para ti―exclamó con asombro ante la idea

―Al igual que tú, así que te llevarás a Loki para que me recuerdes siempre... incluso puedes llevarlo a las reuniones para distraerte―dijo con gracia, un tanto infantil a la vez

―En ese caso―se quitó el lazo rojo que siempre llevaba atado en su traje―tenlo... así siempre pensarás en mi y recordarás que tienes un padre que puede castigarte aun si no esté físicamente a tu lado si haces algo malo―la advertencia venía acompañada de una sonrisa gentil

―Eres un encanto, papá...—rodó los ojos con diversión y una sonrisa cariñosa—vamos, no quiero que vean que llego en una limosina solo porque mi padre es un multimillonario y le encanta derrochar, y presumir.

—Eso hija mía, se llama tener estilo.

Ambos se rieron con gracia ante las palabras que se dedicaron.
Siempre han tenido una muy buena relación padre-hija. La joven se colocó el listón amarrado al cabello en el mismo lugar donde se le amarró una dona, de tal forma que quedaba un moño como el que su padre acababa de desatar, sólo que dejando las puntas largas.

La hija de Vlad Masters.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora