III

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»Tendría unos diez años, iba con mis padres a misa un domingo soleado de verano. Pero al llegar a la iglesia, un alboroto extraño que rompía la tranquilidad de aquel domingo preocupó a mi padre. Bajó del coche y preguntó a los vecinos. Un campesino había encontrado al cura en una pista forestal del bosque y lo llevó a la iglesia. Entramos en el templo y allí mis ojos vieron al clérigo con la garganta arrancada de cuajo y totalmente descuartizado. Aquello me fascinó. Mi padre intentó que no lo viera, pero lo vi. La violencia que estaba viendo era fascinante y aterradora. Alguien dijo que un lobo había asesinado al granjero mientras mis ojos miraban tan macabra escena. Sangre seca, carne descuajada a mordiscos; una dantesca imagen que nunca olvidaré.

»La histeria colectiva de los que estaban aquella mañana en la iglesia se contagió y pronto el alcalde del pueblo organizó una batida para dar caza al lobo. Aquella misma tarde los lugareños salieron al bosque. Por la noche regresaron pero sin lobo alguno. No encontraron ninguno ya que no había lobos por esta zona desde hacía décadas. Los campesinos se habían ocupado de acabar con ellos.

»Mipadre nunca creyó que un lobo pudiera hacer eso. Esa noche, al otro lado de lapuerta lo escuché mascullar en su estudio que era imposible. Primero por lalongitud de la mordedura de la garganta, ya que no tenía la forma de la boca deun lobo. Luego, la manera en que atacó —por deducción— a solas. Los lobos nuncaatacan solos, siempre lo hacen en grupo. Si hubiera sido obra de una manada delobos no se hubiera encontrado el cadáver.

El guardabosquesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora