XI

60 6 19
                                    


Tobías y yo seguimos al guarda sin dar con él. El amanecer se acercaba y decidí ir a la cabaña. Tendría que regresar a su casa para curarse la herida de mi disparo. Estaba muy malherido, así que encaminamos la batida hacia la cabaña. Corríamos con todas nuestras fuerzas, y el perro iba a mi lado como fiel compañero.

De pronto, aulló de nuevo. Esta vez más cerca.

Nunca llegué a la cabaña de Miguel porque no éramos nosotros los que intentábamos cazarlo. Era él el cazador y lo supe certeramente cuando mientras corría se abalanzó sobre mi espalda. Al caer de bruces me golpeé la cabeza y me desmayé. Pero pude sentir como si estuviera soñando cómo desgarraba mi carne y me daba muerte. Mató mi forma más humana a favor de la naturaleza animal del lobo. No me descuartizó como a las otras víctimas. Solo me mordió en el cuello con cuidado de no penetrar la carótida. Sobreviví pero pagué un alto precio.

A partir de aquella fatídica noche durante la luna llena vago por el bosque en busca de alimento. Durante un tiempo salí de caza con el guardabosques. Me explicó lo que somos. Me instruyó en el arte de la caza y me habló de nuestra enemistad con Satanás. Estamos condenados por él.

Me convertí en una bestia, al igual que tú lo serás cuando cumplas los quince años. Tú continuarás mi linaje y el de Miguel «el guarda», Pablito.

»Ha pasado mucho tiempo desde que mi abuelo me contó esta historia. Aún sigo buscando una cura para esta enfermedad o maldición. Soy médico y como tal investigo la forma de aniquilar la bestia que llevo dentro.

»Mientras tanto, cuando la noche me ampara y la luna me ilumina cometo los crímenes másatroces saciando el apetito animal de mi infectada naturaleza.

El guardabosquesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora