IV

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A partir de aquel episodio mi padre comenzó a preguntarse en serio si era posible la existencia de esos seres antinaturales de los que hablaban las viejas leyendas. No sé de dónde sacó los libros de brujería, alquimia e historias sobre fantasmas y seres sobrenaturales. Se obsesionó de tal forma que llegó a olvidar sus quehaceres en la finca. Mi madre llamó a un médico amigo de su familia para que lo viese y lo tratase. Dijeron que mi padre estaba a punto de cruzar la línea entre la realidad y la fantasía. En su día lo creí. Más tarde comprendí que lo que mi padre ansiaba era encontrar una explicación a algo inexplicable.

»Los días posteriores al asesinato del campesino los habitantes del pueblo siguieron haciendo batidas sin encontrar nada. Durante la cena de una de esas noches mi padre dijo:

»—Esta noche hay luna llena. El lobo atacará de nuevo —recuerdo esas palabras exactamente como las pronunció mi padre porque aquella madrugada veraniega el lobo volvió a atacar.

»Mi madre le preguntó por qué, y él respondió que lo había leído en un libro sobre licantropía.

»—¿Qué significa licantropía, papá? —pregunté intrigado.

»—Es una enfermedad que convierte a los hombres en lobo en las noches de luna llena, hijo -respondió mi padre—. Aunque existen creencias de que la transformación es por culpa de una maldición.

»Me entusiasmé con la idea de que pudiera pasar eso; si pasara mi padre sería ungenio; al menos para mí. La admiración que tenía por mi padre rozaba la idolatría. Lo amaba con toda mi alma. Más que lo que he amado nunca a nadie.

El guardabosquesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora