El guardabosques

V

»Tal como lo dijo mi padre, el lobo atacó esa noche. Esa vez mató al médico del pueblo. Regresaba a su casa pasadas las doce tras asistir un parto en una finca cercana. Lo encontraron a un kilómetro del coche, en pleno bosque. El resultado fue el mismo que con el campesino. Le había o habían arrancado la garganta de cuajo. Tenía muchísimos mordiscos y le faltaba carne sobre todo en el abdomen y los costados. Organizaron otra batida durante días sin encontrar al lobo.

»Mi padre habló con el alcalde. Le explicó lo que había leído y lo que hubo predicho la noche del asesinato del médico. Inmediatamente el alcalde lo tomó por loco. Mi padre regresó a casa cabizbajo y defraudado con su amigo, el alcalde.

»Desde aquel momento tu bisabuelo comenzó a salir menos de casa. Se fue convirtiendo en un misántropo como el guardabosques de esta historia. Al cabo de unos años vivía encerrado en su despacho: leyendo y estudiando las mil y una formas de depravación del ser humano. Estaba convencido de que los ataques del supuesto lobo eran obra de un licántropo, o como lo llaman las brujas y los supersticiosos: Hombre-lobo. Creía que el hombre era malvado y por esa razón había seres que eran capaces de hacer tal cosa siendo víctimas de su propia degeneración como seres humanos.

»Mucho antes de su auto encierro le gustaba vagar por el bosque. Él nunca lo dijo pero yo sé que iba al bosque a buscar al supuesto hombre-lobo. No sé sí lo encontró pero un mediodía regresó pálido como la cera. Nunca más regresó al boscaje. Enese tiempo empecé a interesarme por el tema. Recuerdo que era verano y a hurtadillas entraba en su estudio mientras se echaba la siesta en el diván. Mientras dormía, yo cogía uno de sus libros y me sentaba en silencio en la butaca a leer exactamente una hora. Después me marchaba igual que había ido al despacho: sin hacer ruido como si fuera un alma en pena.