Deseos

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Una luz progresiva entraba a la habitación iluminándola en su totalidad, abrí levemente mis ojos para ver cómo una especie de lona decorada se levantaba de manera automática, dejando desnudas las ventanas permitiéndole a la luz entrar. Cogí las sabanas y cubrí mi rostros escapando de la brillante luz.

- Arriba señorita Isabelle - aquel acento francés inundaba la habitación - La lista de cosas por hacer es bastante larga, así que le recomiendo que se levante.

Escuche el sonido de los tacones de aquella mujer que se acercaba a mi, aparte las sabanas para verla.

- Buenos días, Isabelle. - sus imponentes ojos azules se posaban sobre mi, mientras yo no podía mover ni un solo músculo - ¿puede ser que... prefiera algo más antes de levantarse?

Al no recibir respuesta acorto más la distancia, hasta postrarse en la orilla de mi cama, cruzando sus esbeltas piernas, una sobre la otra, aún sin apartar su mirada de mi.

- Le recuerdo que mi trabajo es cumplir todos sus deseos y... caprichos... Señorita Isabelle - retiró lentamente la sabana hasta dejar mi torso al descubierto - Absolutamente todos.

Descaradamente mis ojos se pasearon por sus largas piernas que se encontraban a simple vista por el corto vestido que llevaba. Un apenas audible sonido que parecía ser una pequeña risa me hizo mirarla directamente, efectivamente sus labios enmarcaban una ligera sonrisa que desbordaba picardía.

- ¿Será que la pequeña Isabelle requiere de mi ayuda para desvestirse? - su mano se escabulló suavemente debajo de las sabanas, al no encontrar resistencia continuó debajo de la camisa de la pijama ascendiendo lentamente por mi abdomen hasta llegar a terrenos más altos - ¡Vaya! La pequeña Isabelle ha crecido mucho.

Podía sentir como su mano apretó suavemente uno de mis senos, provocando una pequeña irregularidad en mi respiración. En un movimiento rápido tome su brazo y tire de el, ahora la pelirroja se encontraba en mi cama y yo sobre ella.

- ¡Oh! ¿Y qué pretendes hacer ahora? Pequeña Isabelle - sus largos dedos se enredaron en mi cabello

Aún sin decir nada y sin esperar más tiempo selle nuestros labios con un intenso beso que se volvía cada vez más caliente, mis manos se abrían paso por debajo de su vestido y la pelirroja se aferraba cada vez más a mi cuello.

Nos separamos apenas para coger aire, sin embargo mi boca no pierde tiempo y desciende a su cuello y seguidamente a su pecho. Tras un poco de lucha me deshago del estorboso vestido dejando a la vista un conjuro de lencería negro que resalta sobre su piel blanca, y que no duró mucho ni para ser apreciado adecuadamente. En poco tiempo mis dedos se encontraban dentro de la pelirroja y mi boca mantenía en cautiverio uno de sus senos. Los gemidos retumbaban en la inmensa habitación mientras la francesa se retorcía de placer.

- ¡Oh! ¡Oui! ¡Isabelle, baise moi! ¡Donne moi plus! ¡Aaah!

Sus manos se aferraban a mi espalda, arañandola cada vez más fuerte al ritmo de mis envestidas, mientras gritaba palabras en francés que no podía entender. Su cuerpo se arqueo y un último quejido anunció el tan ansiado Orgasmo, la pelirroja se desplomó en la cama jadeando por el esfuerzo.

La mire por un segundo, aún con la respiración entrecortada y los ojos cerrados, me solté de su agarre y me levante de la cama para dirigirme a la ducha.

Al salir ya no había nadie en la habitación, me dirigí al vestier que contaba con múltiples gavetas y espacios repletos de diferentes estilos de ropa colgados. Aún envuelta en la toalla me pasee por cada sección, hasta llegar a una particular, contaba con pijamas médicos de todos lo colores y batas que parecían brillar cuando la luz tocaba su superficie blanca.

Tú... Mi fuerza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora