Isabelle Whith

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El sonido incesante de la máquina de respiración artificial inundaba la habitación, en un rincón una pequeña mesa alta totalmente tapiada de papeles y a su lado, Isabelle, con su bata blanca, debajo un pijama médico de color azul oscuro y el estetoscopio guindado al cuello. Escribía las órdenes médicas correspondientes al día siguiente y los resultados de las pruebas de rutina.

Una joven de 16 años yacía en la camilla, conectada a las máquinas por tubos que la ayudaban a respirar y cables que monitoreaban sus signos vitales. Isabelle miró su teléfono que marcaba pasadas las 10 pm luego a la joven y suspiró. La puerta de la habitación se abrió, Ana entraba con un carrito con varios medicamentos en ampollas, jeringas, gasas y otras cosas útiles.

- Buenas noches Dra. Whith, veo que está adelantando el trabajo de mañana. - tomó una ampolla y quebró la punta para luego introducir una jeringa y extraer su contenido.

- Buenas noches Ana, si, no podía dormir y pensé que quizás la pequeña Tea sería buena compañía - seguía escribiendo.

- Bueno, sabes que siempre puedes contar con mi compañía - terminó de inyectar el medicamento en la bolsa de solución suspendida sobre la paciente, miró por unos segundos a la catira y sonrío, luego miro a la joven. - Pobre chica, es una lástima lo de su accidente.

- Si... - dejo el bolígrafo a un lado- Aunque no me parece mucho un accidente lo que le sucedió ¿sabes? - se acercó a la joven. - ¿alguien ha venido a verla?

- Solo una chica, dice que es su mejor amiga ¿Qué te hace pensar que no fue un accidente?

- Mira sus antebrazos, tiene cicatrices de quemaduras de cigarrillo - señalaba con cuidado - en el informe dice que se cayó de las escaleras pero tiene cortes en la cara interna de los muslos y la palma de las manos, eso no te lo haces en una caída. Lo que me parece extraño es que esas heridas no salen en el informe. - pasaba las hojas del informe tratando de encontrar la información.

- Supongo que se le habrá pasado por alto al médico de guardia.

- Si... Supongo, me parece que esta chica sufría de violencia doméstica, muchas cicatrices son bastante viejas y muy mal curadas.

- Pobre chica, seguro ha sufrido bastante y ahora cae en coma quién sabe hasta cuando. - termino de verificar las máquinas - Bueno, debo seguir con mis rondas - tomó el carrito y abrió la puerta - si después de un rato aún no puedes dormir puedes buscarme en los dormitorios, quizás pueda ayudarte - guiño un ojo y cerró la puerta tras ella, dejando nuevamente a la Dra a solas con su paciente.

Cortas imágenes pasaban por su cabeza, el rostro de ese hombre ebrio y desalineado, sus gritos e insultos. La oscura habitación, la frialdad de los objetos cortantes y el calor de las quemaduras. En ese preciso instante podía sentir cada una de esas cosas como si estuviesen ahí, rozando su piel. Podía escuchar la respiración forzada y ruidosa de aquel hombre que le causaba tanto desprecio. Miró nuevamente a la joven con desdén.

- Imagino por lo que tuviste que pasar - su mirada era triste - imagino cómo te sentías... pero debes ser fuerte, no te dejes vencer, debes levantarte de esta cama y seguir adelante - apretaba las manos en un puño - sé que no es fácil pero estoy segura de que todo mejorara a partir de ahora - tomó suavemente su mano - Solo... Solo debes levantarte, no tienes que seguir aguantando... - sonrío - todo estará bien... Lo prometo...

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- Buenos días Dra Whith - una joven con pijama médico celeste y bata blanca se aproximaba con un bulto de carpetas a una de las mesas en la cafetería del hospital.

Tú... Mi fuerza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora