Pero al cabo de unos segundos cesó el movimiento.
El Doctor corrió hacia la puerta y la abrió.
Yo corrí tras él.
Y no podía creer aquello. Estaba fuera de mi nave, estaba fuera de la Pandora. Hacía tantos años que no salía de aquella enorme cárcel que ni siquiera recuerdo nada del exterior.
Miré al Doctor, y él me devolvió la mirada.
El sol que tanto tiempo ansiaba sentir sobre mi piel hacía brillar mi pelo y mi uniforme blanco y morado.
Un gran jardín de flores de todos los colores posibles se extendía ante mis ojos.
Debía de ser un sueño. No podía ser aquello.
Era tan precioso.
El Doctor me dio un pequeño empujón por la espalda para que comenzara a caminar. Aún insegura, puse un pie en el verde y reluciente césped y segundos más tarde empecé a correr entre las flores.
-¿Dónde estamos?- Pregunté. Estaba radiante de felicidad.
-En Belicia, el planeta más bonito de esta galaxia.
De pronto paré en seco y me giré hacia él.
-¿Por qué me has traído aquí? Ni siquiera te conozco.
-Tú querías salir, -Me sonrió- y yo te saqué de allí.
Volví a echar una larga y silenciosa mirada a mi alrededor y respiré hondo.
-Podría pasarme la vida entera aquí...
-Por desgracia, tenemos trabajo en la nave. -Él se giró hacia mí y me tiró del brazo de vuelta a la TARDIS.
Yo no quería volver. Por supuesto que no quería. Había pasado demasiado tiempo encerrada en aquella estúpida nave y ahora que por fin pude salir tenía que volver.
-¿Por qué tenemos que volver? No tengo ninguna función importante en la Pandora, nadie me echará de menos. Quedémonos aquí.
-Lo siento, querida. -Entramos de nuevo en la nave azul y emprendimos el viaje de vuelta a mi nave.
Había salido. Había salido de la Pandora. No podía creerlo. Era estúpidamente asombroso, pero lo había hecho. Había salido de la sala de máquinas y ahora estaba en una pequeña cabina azul increíblemente grande por dentro con aquel extrañísimo hombre.
Me senté en un escalón y observé al Doctor.
No paraba de dar vueltas y vueltas, pulsar botones y comprobar datos y coordenadas alrededor del panel de control.
Su aspecto era curiosamente juvenil. Lo primero que me llamó la atención fue su pajarita roja, que lucía sobre una perfecta camisa blanca escondida detrás de una chaqueta de estilo tweed. Y unos pantalones negros sujetados por unos tirantes también rojos.
Al primer vistazo supe que no era muy fan de la moda.
Me lanzó una mirada, se acercó a mí, me agarró de la mano, abrió la puerta de su nave y... estaba de vuelta a la cruda realidad. Estaba en la Pandora de nuevo, en el mismo sitio de donde nos fuimos.
-Vaya...-Suspiré.
-Bien, manos a la obra. Necesito hablar con el capitán de esta nave, ¿está por aquí?.
-Está en la cubierta superior. Ven, por aquí.
Le hice un gesto para que me siguiera y yo comencé a caminar. Salimos de la sala de máquinas y anduvimos varios pasillos, subimos inmensas escaleras y cruzamos innumerables puertas. Todo estaba extrañamente solitario.
Hasta que al fin llegamos a la cubierta superior.
Pero no había nadie.
Solo unas extrañas estatuas con forma de ángel y un horrible rostro de piedra. Parecía que estuvieran gritando.
El Doctor me agarró del brazo y tiró de mí lentamente hacia atrás.
-No... los... pierdas... de... vista...ni por un segundo. Ni siquiera... parpadees. Y tampoco... los mires... a los ojos.
-¿Qué son?- No les quité ojo. Estaba muy asustada.
-Ángeles llorosos.
De pronto, las luces se apagaron un segundo y cuando volvieron a encenderse las estatuas estaban más cerca de nosotros y con una postura diferente.
-Si consiguen capturarte, -continuó- te enviarán a otro lugar en el tiempo, a otra época.
-¿Y qué hacemos?
-Lo que hago habitualmente: correr.
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Llévame contigo (Doctor Who)
FanfictionLa tripulación de la nave Pandora ha desaparecido por completo, ¿la razón? unos seres extraños los han enviado en el tiempo. Para Wanda, una chica solitaria y torpe, la situación la pone muy nerviosa y está muy asustada. Por suerte, ha aparecido un...