Polvo de ángel (Octava parte)

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-Vale, todo esto ha sido muy extraño. -Dije, intentando ordenar mis pensamientos.- ¿Ahora qué hacemos?

El Doctor pulsó varios botones y bajo infinidad de palancas del panel de control y luego habló.

-Hay que volver a la Pandora.

Y volví a suspirar.

-Pero los ángeles siguen allí.

-Ya lo sé. Tenemos que volver para sacarlos de allí.

-¿Pero cómo vamos a conseguir atraparlos? Seguro que ocurre algo cuando los tocas, ¿verdad?

El Doctor levantó la mirada hacia mí y sonrió.

-No ocurre nada, solo que te convierten en piedra. Nada importante.

Yo levanté las cejas.

-¿Tenemos algún plan?

El Doctor comenzó a moverse de un lado para otro. Yo le seguí.

-Ninguno.

-¿Y si los conducimos a todos hacia una sala y los encerramos allí?

Él seguía moviéndose alrededor de todo el panel de mandos, y yo continuaba tras él.

-¿Y si nos quedamos encerrados dentro con ellos? -Dijo.

Yo lo consideré un momento y seguí pensando.

-¿Y qué ocurre si se tocan entre ellos?

El Doctor levantó la cabeza. Al parecer, mi pregunta le sorprendió.

-Vaya, nunca lo había pensado... pero no es posible.

Yo resoplé. Me estaba empezando a cansar.

Continué pensando y caminando tras él.

-¿Y qué pasaría si los enviamos a otra dimensión?

-Son ellos los que envían a otra dimensión a la gente, no nosotros. ¿No crees que tendrán algún truquillo guardado?

Yo encogí los hombros y me empecé a irritar, pero no me di por vencida.

-Piensa, Wanda. -Me dijo el Doctor con una sonrisa.

Yo le di vueltas al coco, pero no se me ocurría nada más.

-¿Y si sacamos a todos los tripulantes de la nave, los enviamos a otra más segura y dejamos que los ángeles tomen el control de la Pandora?

-¿Pretendes desalojar una nave compuesta por cuarenta y siete mil tripulantes por unos cuantos angelitos de piedra?

Me empecé a mosquear, no le encontraba sentido a lo que estaba pasando.

-¡Tiene que haber algo que acabe con todos a la vez!

El Doctor se giró hacia mí y se acercó rápidamente.

-¡Exacto! ¿Pero qué crees que puede ser?

Yo le di la espalda y volví a pensar.

-Veamos... a lo mejor, en la Pandora hay algo a lo que los ángeles se sienten atraídos, algún objeto o gema... si les damos ese algo...probablemente se vayan.

Me di la vuelta y me topé con el Doctor muy cerca de mí. Me pegó un susto que disimulé lo mejor que pude.

No dijo nada, solo se dedicó a mirarme. A mirarme fijamente.

Estaba pegado a mí, e intenté retroceder, pero él seguía mis pasos hacia atrás. Colocó su nariz muy cerca de la mía, tanto que las rozamos.

Comencé a ponerme muy, pero que muy nerviosa.

Pero al fin dijo algo y se rompió la situación incómoda.

-¡Ya está! ¡Ya sé lo que quieren!

Me sorprendió su cambio de actitud repentino.

-¿Y qué quieren exactamente? -Dije.

El Doctor ignoró mi pregunta y se lanzó a buscar algo a un gran baúl en el que yo ni siquiera me había fijado.

Lo abrió con un estruendoso ruido y metió medio cuerpo dentro. Yo seguía sin saber qué estaba buscando.

De pronto, del fondo del gran y antiguo baúl sacó la figurita de un ángel que colocó en la palma de su mano. Luego se sentó en el suelo y la observó detalladamente. Yo me coloqué a su lado esperando una explicación.

-Esto es una 'Llamada de los Ángeles'. Si la agitas sonará un cascabel que atraerá a los ángeles. Es muy peligroso.

-Es bastante extraño, si atrae a los ángeles y es peligroso, ¿por qué tienes uno?

El Doctor volvió a observar la figurita.

-Yo no encuentro cosas extrañas, las cosas extrañas me encuentran a mí.

Se levantó del suelo y corrió hacia la puerta de la TARDIS. Yo le seguí.

Al abrirla, nos encontramos a tres ángeles rodeando la nave y tapándose el rostro los las manos.

-Es el momento perfecto para usar esto. -Dijo el Doctor.

-¿Nunca lo has usado antes? -Dije yo.

-No. -Le dio vueltas a la figurita, quizás intentando saber cómo se usaba. La sacudió ligeramente y, como había explicado antes, un suave cascabel sonó.

Las luces se apagaron por un segundo y cuando volvieron, los ángeles se habían convertido en montoncitos de tierra plateada.

Yo sonreí.

-¡Ya no están!

El Doctor salió de la TARDIS y observó los restos de los ángeles.

-No se han ido, siguen en la nave. Solo que muchísimo más lejos de nosotros.

Yo salí tras él un poco aturdida.

-Lo siento, Wanda. -Dijo de pronto el Doctor- No he podido rescatar a la tripulación.

Yo suspiré.

-Bueno, a más de la mitad ni siquiera la conocía. Solo vivían para trabajar. Quizás ellos ni siquiera supieron que existía. No los echaré de menos.

Me quedé un segundo en silencio dándole vueltas a la cabeza. Me di la vuelta bruscamente hacia el Doctor.

-¿Y mi hermano? -Dije casi gritando.

Él agachó la cabeza antes de hablar.

-Hemos pasado casi tres semanas viajando en el tiempo... no creo que sobreviviera.

Ahogué un grito y comencé a llorar desconsoladamente. Perdí el equilibrio y me senté en el suelo.

-Estoy sola... ahora estoy sola.

Noté que el Doctor se sentaba a mi lado, pero no hacía nada más.

-Mi pequeño Tim... si no hubiese sido por él, tampoco hubiésemos sobrevivido nosotros.

Y seguí llorando. Me pesaba tanto la culpa de no poder haber salvado a mi hermano que jamás volvería a ser la misma.

-No sé cómo consolarte. -Dijo de pronto el Doctor- Ha sido culpa mía, me olvidé por completo.

-Tenías razón, yo soy la única superviviente de la nave... ¿qué voy a hacer ahora?

-Venir conmigo.

-¿A dónde?

-A donde quieras. -Comenzó a decir mientras se levantaba del suelo y me levantaba a mí también- Al primer lugar que se te venga a la cabeza. A cualquier año, a cualquier día. A cualquier planeta, a cualquier estrella. A dónde te apetezca, Wanda, yo te llevaré.

-Yo... no sé qué decir.

-No digas nada, sólo sígueme.

Entramos de nuevo en la nave azul y la puerta de la TARDIS se cerró tras nosotros.

Acababa de empezar mi gran aventura.

Llévame contigo (Doctor Who)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora