Cap 35

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–¡Mad! –le susurró un hombre ataviado con túnica negra. –Yun ha llegado.

Mad asintió con la cabeza disimulando el vuelco que le había dado el estómago cuando oyó aquel nombre.

La Dama del ritual había llegado, el futuro de las diez comenzaría a girar en momentos. Y Yun no se andaba con tonterías con respecto al proceso y su ejecución. No venía sola, el Maestro que presidía el ritual la acompañaba, como también el grupo de los Caballeros, personas que había seleccionado entre los miembros y preparado durante años hasta llegar a ser el grupo de Creadores del ritual más perfecto que hubiera existido en la orden en cuarenta y cinco siglos.

Se oyó una voz firme en el pasillo, fuera de la habitación. Mad dio la espalda a la puerta y cerró los ojos. Oyó fuertes pasos.

–¡Salid fuera! –. La voz firme ahora se escuchaba en el interior e iba dirigida a los tres individuos que acompañaban a Mad.

Yun dio un repaso visualmente a la habitación. Decorada en azul y dorado, una mesa de aire barroco, un gran sillón y una urna de cristal con cerrojo dorado presidían la estancia.

–Veo que la Sala del Maestro está lista–observó Yun.

Mad no le respondió, evitaba mirarla. La imagen de aquella mujer le helaba la sangre.

–Hay algo que quiero hablar contigo –.Yun le volvió a hablar, ahora más cerca, rodeando a Mad y colocándose frente a ella.

–Dime –respondió Mad con voz insegura.

–¿Qué es eso de que una de las diez ha roto la puerta de la mazmorra? –. Yun se acercó a Mad buscando esa mirada que Mad evitaba cruzarle.

–La reacción normal de una persona acorralada –le respondió Mad de forma evidente.

–¿Y cuál se supone que es el trabajo que está haciendo tu ayudante? –volvió a preguntar Yun en tono ofensivo.

–Mi ayudante lo está haciendo bien, ninguna de las diez está dañada.

Yun asentía con la cabeza.

–Ya conozco tu forma de controlarlas y no lo comparto.

–Lo sé –. Mad bajó aún más la cabeza.

–Pero da igual, conmigo aquí no volverá a ocurrir, por el bien de todos.

Mad levantó la cabeza y la miró por fin.

–Sé hacer bien mi trabajo Yun –dijo Mad dejando caer el peso de su voz en la n.

–Yo también sé hacer bien el mío. Y a partir de ahora ten por seguro que no permitiré ningún comportamiento similar –se acercó más todavía– ni siquiera a tu ayudante.

–Muy bien, es lo que todos esperamos de ti– alegó Mad.

–¿Quién fue la que rompió la puerta?

–Natalia –. Mad pronunció aquel nombre con seguridad, como si fuera una amenaza para Yun.

–Hablaré con sus guardianes –dijo Yun dirigiéndose hacia la puerta. Por su reacción no había notado el tono con que Mad le había respondido.

–Ya lo hice –dijo Mad. Yun se detuvo a escucharla. –No notaron ningún comportamiento extraño.

–¿Quién eligió a esa Natalia? –preguntó Yun agarrando el marco de la puerta.

–Pietro y Kev –respondió Mad.

Yun se quedó pensativa. Algo se le pasaba por alto. Quería decirle algo a Mad y lo recordó en aquel momento.

–El Maestro quiere hablar contigo para ultimar detalles –. Yun giró la cabeza para contemplar la urna de cristal. –¿Está colocada ya la piedra?

–Sí –afirmó Mad.

–El Maestro querrá probarla –añadió Yun débilmente.

Mad sonrió y Yun dio una palmada al marco de la puerta antes de marcharse. Yun era la Dama del ritual, el segundo cargo más importante de la orden, con potestad para decidir sobre miembros, cultos y patrimonio, pero con una única limitación. Yun se sentía atraída por el origen de su limitación, el raro cuchillo de Nellifer. Un tesoro solo reservado para el cargo superior e inferior al suyo. Un tesoro que solo podía ver cada cinco años, durante nueve días, y que nunca podría tocar.

Mad sabía de sobra que aquel cuchillo poseía una energía atrayente, y que su sola imagen instaba al que lo mirara a agarrarlo. Pero Yun lo tenía vetado, prohibición que alegraba a Mad no solo por verla débil ante él, sino porque Yun y su mente por sí sola ya eran bastante temibles para el resto de la orden.

Mad cogió las dos llaves doradas que abrían la urna de cristal del Maestro. Ella misma era la encargada de entregárselas para guardar el cuchillo. Una llave la custodiaría el Maestro, la otra llave, la propia Mad. Pero ella no miraba el cuchillo con los mismos ojos que Yun, de la misma forma que sus orígenes en la orden también fueron distintos a los de La Dama del ritual.

Décima doctaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora