Una Noche Llena De Recuerdos

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Capítulo 2

Llegamos a casa, mi mamá no dejó de hablar en el camino sobre Mateo y lo grande que estaba, pero que no había cambiado nada.

Yo venía absorta en mis pensamientos sobre todas las emociones que me hizo sentir en un par de minutos, nervios, pánico, mariposas en mi estómago... ¿Será que me gustaba? Pero, ¿Cómo podría ser eso posible, si solo lo conocí unos minutos? Porque realmente no recordaba nada de él.

Nos preparamos todos para dormir y cuando estaba en mi cama no podía dejar de pensar en él. Su nombre pasaba por mi cabeza como si antes ya hubiera estado allí.

Pasaron varias horas dando vueltas en mi cama y por fin sin darme cuenta caí en un sueño profundo...

Era un día de verano, nos mudamos a una casa cerca del colegio donde estudiaba, tenía cinco años y vivía con mi papá, mi mamá, mi hermano Alex de diez años, mi hermana Violeta de tres años.

Era una niña delgada, color de piel blanca pálida, cabello largo, ojos y sonrisa grande y además era de alta estatura para mi edad.

Regresaba del colegio con mi mamá, ella nos llevaba tomada de la mano a mi hermana y a mi. Iba feliz porque en la tarde mi madre me llevaría a una practica de un grupo de baile y aprendería cosas nuevas.

El tiempo pasó rápido y ya íbamos de regreso al colegio para la práctica.

~Mami ¿Cómo es el grupo? ¿Habrán muchos niños? ¿Tendré un profesor de baile? ¿Me esperaras hasta que termine la practica? ~ hablaba mucho con mi mamá y siempre le hacía muchas preguntas.

~Me imagino que si cariño, la pasarás muy bien~ me dijo.

Llegamos al salón de baile y el profesor nos presentó a todo el grupo, pero no me aprendí todos los nombres de una vez.

~Milani, como eres la más chica del grupo tu pareja será Mateo, no importa que sea más chico que tú ~ me dijo.

Mateo fue el único nombre que aprendí inmediatamente, era un niño bonito, sus ojos eran color caoba, tenía el pelo negro y sus labios eran color rosa, además de unas largas pestañas.

Estaba contenta porque era un niño simpático aunque a simple vista parecía tímido y muy serio, así que seriamos una buena pareja de baile pues eramos muy parecidos.

Pasaron varios meses y una tarde fui a la práctica de baile, había ingresado un niño nuevo era un compañero de clases llamado Sebastián. Era moreno y gordito, tenía unos cachetes que hacían verlo gracioso. Las parejas quedaron impares y por ser la más pequeña el profesor nos dijo que tenía que compartir la pareja de baile con Mateo y Sebastián.

En fin cada práctica se dividió entre Mateo y Sebastián, sin duda alguna con Mateo tenía más química y la rutina de baile era más perfecta con él, aunque ambos eramos muy pequeños.

Los meses siguieron pasando y llegó una invitación al grupo de baile para presentarse en el colegio. En el grupo la única que tenía dos parejas era yo por ende tenía que sortearse quien participaría conmigo.

~Bueno muchachos, Sebastián 6 Mateo vengan aquí, tomen un papel cada uno y el que saque el papel con el nombre baile, será el que se presente hoy en el evento ~ dijo el profesor.

Había llegado el día de la presentación, mi mamá me arregló para el evento con un vestido hermoso, estaba todo listo pero no quería bailar con Sebastián, lo odiaba porque quería que mi pareja fuera Mateo, así que cruzaba mis dedos en la espalda para que el turno fuera de Mateo.

Mateo y Sebastián tomaron cada uno un papel y al abrirlo Sebastián grita de alegría, le había tocado el papel ganador. ~No puede ser~ pensé. Tendría que bailar con él. Mateo regresa donde su mamá con la cara muy triste.

En la presentación cuando bailaba con Sebastián no podía dejar de buscar a Mateo con la mirada entre las personas. Para mí sorpresa lo vi llorando, corriendo lágrimas en sus mejillas.

~Mami, yo quiero bailar ~ se quejaba con su mamá.

~Ya tendrás otra oportunidad amor ~ le dijo con dulzura su madre.

En ese momento me sentí muy triste por pensar que el también quería bailar conmigo. Deseaba con todas mis fuerzas que el baile terminara para que Mateo dejara de llorar, me sentía tan impotente verlo de esa manera, mi corazón de niña no me lo permitía.

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