Capítulo 4

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Gerard caminó hacia la cocina, finalmente saliendo del sótano, después de todo un día de sueño ininterrumpido. Sus ojos seguían medio cerrados y llenos de sueño, su cabello negro estaba en todas direcciones e incluso la forma de caminar parecía emanar sueño.

"¡Buenos días, dormilón!" Donna lo saludó animada, y le pasó una taza de café.

"Hngh..." Gerard contestó, dando un largo trago del abrasador elixir.

"Tu amiguito estuvo aquí hace rato, mientras dormías, le dije que volviera un poco más tarde. Parecía un poco asustado por alguna razón." Donna frunció ligeramente el ceño y Gerard alzó de golpe la cabeza.

"¡¿Qué?! ¿¡Dijo a dónde iba!?" Gerard se levantó, casi tirando el café en la mesa de la cocina.

"Qué- Yo- ¡Gerard cuidado! Y no dijo, solo caminó por la calle." Donna se encogió de hombros, mirando cautelosamente a su hijo.

Joder, joder, joder.

Gerard dio un salto y corrió hacia la puerta; la abrió y corrió hacia el patio. Escaneó la zona de alrededor frenéticamente por alguna señal de Frank.

La calle estaba desierta.

"Mierda." Suspiró en frustración y se pasó las manos por su cabello enredado.

"Gerard entra, probablemente fue a casa." Donna estaba en la puerta principal, parecía un poco alarmada.

"¡No! ¿No lo entiendes? Él-" Gerard se interrumpió, de pronto se dio cuenta de que casi se delata.

"¿Él qué, Gerard?" Donna alzó una ceja.

"N-Nada. Solo necesito encontrarlo. Él- Él no conoce bien la zona y podría estar perdido." Gerard caminó por el caminito hacia la puerta de la calle.

"Solo ten cuidado, y súbete los pantalones del pijama, no voy a arreglar cualquier agujero si pisas sobre ellos."

Gerard rodó los ojos y cerró la puerta detrás de él, miró a ambos lados de la calle y se encogió de hombros, se dio la vuelta y empezó a caminar a la izquierda.

"¿Frank?" Gritó fuerte, buscando entre las casas y caminos laterales.

No vio señal de su pequeña creación.

Escuchó pasos detrás de él y se dio la vuelta ansioso, solo para decepcionarse completamente al ver a una mujer caminando con su perro de raza pequeña.

"¿Disculpe?" Le preguntó tentativamente, haciendo que se detuviera y se sacara uno de sus audífonos.

"¿Hmm?" Le preguntó, mirando sus pantalones de franela.

"¿Ha- Ha visto a un amigo mío? Es algo pálido, bajito, cabello negro a la altura del hombro, con cicatrices y lleva lentes."

"Uh... No lo he visto. Lo siento niño." Se colocó el audífono y siguió caminando.

Alguien anda irritada.

Gerard rodó los ojos y suspiró, dándose la vuelta de nuevo y mirando por la calle de su casa.

¿Dónde carajos estás, Frankie?

Se deshizo de la ansiedad y la culpa y tomó la calle en la otra dirección. Pasó su casa e intentó caminar tan rápido como pudo hasta el final de la calle mientras seguía buscando a Frank. Llegó a la esquina y dio una vuelta completa, buscando en cada pequeña hendidura, pero no pudo encontrarlo en ningún lugar.

Todavía lleno de culpa, logró dar la vuelta a su calle otras 3 veces antes de resignarse ante el hecho de que Frank no se estaba escondiendo en los arbustos o cocheras de nadie.

En su camino de regreso, caminó a través del pasto, sus pies ahora casi desechos por caminar descalzo por la calle caliente. Llegó al camino lateral de su casa y notó algo muy, muy peculiar recostado en el pasto justo al otro lado de la puerta trasera.

Un pie.

Un pie de verdad, todavía cubierto en un Converse negro desgastado.

Gerard dio la vuelta y corrió dentro de la casa, pasó a su madre y corrió al patio trasero. Recogió el pie izquierdo y miró el pasto, siguiendo el camino no tan ligero de sangre que llevaba hacia la ventana de su sótano.

Corrió de nuevo adentro, pasando de nuevo a su madre, y se encaminó hacia las escaleras del sótano.

Ignoró las maldiciones irritables lanzadas hacia él por su madre y siguió el camino de sangre hasta el armario en la esquina de su habitación.

"¿Frankie?" Gerard llamó con voz suave.

Escuchó un quejido en respuesta que pareció salir del armario. Gerard lentamente caminó hacia la vieja pieza de madera y abrió las puertas; miró abajo y encontró a un Frank muy asustado, acurrucado en el armario, sentado con los brazos alrededor de sus rodillas, y sin su pie izquierdo.

"¡Oh Frankie!" Gerard se hincó y tomó a Frank en sus brazos, dándole su pie para que lo sostuviera.

Frank se quejó de nuevo mientras lo dejaba al borde de la cama.

"Dime qué pasó, cariño. ¿¡Dónde estabas!?" Gerard sacó el kit que tenía bajo su cama y buscó las cosas que necesitaba para reparar a su pequeña creación.

"Yo- Yo salí temprano esta mañana. Qu-Quería recoger flores para ti, Gee. Lo vi en una película. Y la puerta se cerró detrás de mí y no pude regresar, así que toqué y tu mamá contestó y no importaba lo que dijera no me dejó entrar así que me alejé y caminé hasta la otra calle y regresé después. ¡Pasé cerca de este perro grosero y- él intentó lastimarme así que corrí! ¡Llegué a tu casa de nuevo e intenté trepar la puerta para entrar y mi zapato- se- se atoró y me caí y- se salió, Gee! ¡No dolió pero estaba tan asustado! No quería que me odiaras por haberme ido, así que corrí a la ventana y entré apretado; me escondí y te esperé. Tú- Te tardaste- pensé que estabas enojado y- y pensé que me habías dejado..." Su labio inferior empezó a temblar y miró hacia su regazo.

Gerard guardó un 'aww' y continuó uniendo las venas y nervios, antes de empezar a recoser el pie de vuelta. Notó, con una pequeña sonrisa, que Frank había intentado atarse las agujetas. Bueno, le tomaría algún tiempo intentar quitar esos nudos.

"Listo, cariño. De vuelta a la normalidad. Y no estoy enojado contigo, nunca podría enojarme contigo. Lo prometo. La única razón por la que tardé es porque fui a buscarte." Le sonrió tranquilizadoramente.

"¿E- En serio?" Frank sorbió por la nariz y alzó la mirada para verlo.

Gerard asintió y sonrió, jalándolo en un apretado abrazo.

Frank soltó un pequeño suspiro y envolvió sus brazos alrededor de Gerard, acariciándole el cuello con su rostro.

"Yo- Yo conocí a alguien también."

"¿Quién?"

"Una niña." Frank sonrió y lo miró.

"¿Quién es ella?" Gerard frunció el ceño.

"No sé su nombre pero la conocí cuando caminé por la otra calle. Es muy linda. Aunque no sé su nombre."

"Oh, bueno, puedes llevarme a conocerla algún día si quieres." Gerard ofreció con una pequeña sonrisa.

Frank sonrió emocionado y empezó a brincar un poco.

Gerard sonrió y rodó los ojos, calmando al súper emocionado Frank con sus manos sobre sus muslos.

Me pregunto a quién conoció Frank.

Gerard pensó mientras lo miraba levantarse y cojear hasta el pequeño escritorio debajo de la ventana del sótano.


N/T: ¡Disfruten! 

PuntadasWhere stories live. Discover now