Capítulo I

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A veces el que te guste tu mejor amigo puede ser el mayor de tus problemas, lástima que ese no sea mi caso. Mami decía que tenía que ser alguien noble, que debía hacer cumplir las normas y jamás que criticara a mis hermanas. A menos que eso fuera lo correcto, claro está. Mi vida nunca ha sido la perfecta como le quieren hacer ver al mundo mis hermanas, tampoco la de la típica criada. ¡Oh, esa si! Lamentablemente. No me quejo de nada de lo que tengo, nada me hace falta. Tengo al mejor de los mejores amigos, vivo en una de las más grandes mansiones de la cuadra, tampoco es que sea alguien invisible, simplemente soy yo. Cierro la puerta de mi casillero con fuerza pasando un mechón de cabello tras mi oreja. Cam ya debe estar en el salón del clases al igual que siempre, tampoco es que lo espíe, solamente me sé su horario ya que el siempre lo comenta. Camino en dirección al aula al igual que todos los días, una vez que llego me siento en el mismo asiento de siempre. Unas manos se posan en mi rostro.

—Me gustaría saber cómo está la mejor amiga del mundo.—Pronuncia el dueño de ambas manos, aún sin retirarlas.

—Yo estoy bien, pero me gustaría saber como está mi supuesto mejor amigo.—El pelinegro retira ambas manos de mi rostro, sonríe y se sienta en el asiento de adelante.

—Me dolió que me dijeras supuesto.—Dice llevandose una mano al pecho en señal de que está ofendido. Sonrío.—¿Acaso no soy tu mejor amigo?

—Es que digamos que a veces no es como que lo fueras.—Admito encogiendome de hombros.—No te ofendas.

—Misteriosamente no estoy ofendido.—Confiesa imitando mi anterior gesto.

—Cuentame, ¿Qué te vas a poner para el baile?.—Pregunto totalmente interesada. Cameron asiente.—¿De que color irás vestido?

—Respecto a eso quería hablarte. Me gustaría que vinieras, tú sabes, como amigos.—Niego.—Vamos, no has ido a ningún baile en toda la secundaria. ¿Acaso no te interesa saber lo que es ir a eso? Habrá baile, habrá comida, tal vez puedas conseguirte un novio.—Cierro levemente los ojos sintiendo el dolor de ese último comentario.—¿Vas a ir?

—Yo mejor prefiero que me sigas comentando que te vas a poner.—Digo simplemente. Nunca me han gustado los bailes, más que nada por que los sucesos que suelen suceder en ellos jamás son buenos.

—Me gustaría saber que tengo que hacer para que vayas.—Niego de nuevo. Lamentandolo no puede hacer nada.—¿Me tiro de un puente? Tal vez eso te daría la suficiente culpa como para decir, "Oh, por qué no fui al baile como mi amigo favorito me dijo".—Sonrío por tal imitación.—Me vas a extrañar.

—No lo creo. De igual manera te tomaré la palabra.—Admito finalmente. El asiente.

La razón por la que nunca he adorado los bailes se resume a que siempre mi duo frenético de hermanas me hacen pasar la suficiente pena. Ellas odian a cualquiera que pueda llegar a hacerle el más mínimo intento de olvido, por lo que en mi caso se resume a el no te acerques no lo toques. Nunca he sido la más bonita de las tres, sin embargo ellas insisten en que yo me llevo todo. Pero es que claro, el tratar mal a una persona no te garantiza que tengas la mejor reputación y mucho menos una buena fama como ellas se hacen creer. Suspiro cerrando el libro color blanco frente a mi y guardandolo en mi bolsa color turquesa. Puede que la pequeña tentación de ir al baile haya pasado el pequeño swich que hay en mi cabeza, sin embargo no planeo admitirlo. Sé por experiencia que me tocará hacer las tareas del hogar esa misma noche. Miro a mis hermanas hablar con unos chicos en una esquina, bajo la mirada. Tanto Valerie como Leah pueden ser las peores hermanastras cada vez que se lo proponen.

—¿Otra vez teniendoles miedo?.—Pregunta una chica a mis espaldas. Tiene el cabello morado y profundos ojos verdes, es una de las chicas que siempre se sienta en el fondo.—Algun día a la que le tocará brillar será a ti y ellas tendrán que tragarse sus palabras.

Cinderella. «Cameron Boyce»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora