Capítulo VIII

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—Tienes diez minutos.—Digo, él asiente.

—Al contrario, creo que me van a sobrar minutos.—Dice aún con su mano en mi mejilla.

—Pues entonces habla.—Le pido.—Mira que se te acaba el tiempo.

Ni siquiera mira a ambos lados en el momento en que comienza a relatar todo lo que le pasó en la escuela. Ahí comienzo a preguntarme cuando fué el momento en el que me convertí en una chica tan tonta, en que momento decidí creerle a Jocelyn en vez de a mi mejor mejor amigo, ese chico que ha sido mi pañuelo de lágrimas, el chico que me gusta mucho, él chico que me entiende cuando nadie más puede, el chico perfecto para mi, cuando fue el momento que la idiotez me traicionó de tal forma, cuando pensé que podía confiar en lo que ella me dijera. Fuí una tonta, eso era definitivo. Acaba de contarme como mis hermanastras le ayudaron a encontrarme destacando que también fueron ellas quiénes le entregaron las máscaras. Admito que fue un gran gesto de su parte, esta vez hicieron lo correcto, y admiro que se hayan atrevido a retar a su madre. La mujer no se merece tener semejantes hijas como ellas.

—¿Quién te encerró aquí?.—Pregunta. Sonrío irónica. ¿Quién cree que fué?

—¿De verdad me estás preguntando eso?.—Pregunto. El sonríe. ¿En que momento dejé de sentirme tan miserable solamente para ver eso? ¿En que momento dejé de sentirme tan triste solo para ver como esa sonrisa me alegraba el día?

—Creo que no necesito preguntartelo, pero de todas formas lo hago.—Dice y se encoge de hombros.—Aquí entre nos me gusta cuando me respondes.—Sonrío. Simplemente no puedo evitarlo, en este momento necesito sonreír, me urge sonreír como una tonta enamorada.—¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no me dijiste que durante todo este tiempo habías sido tú?

—En un universo perfecto yo no te gusto y tú no me gustas, así debió de haber sido todo. Pero no, como siempre lo arruiné. Siempre lo arruino.—Digo encogiendome de hombros. Siento como poco a poco un nudo se forma en mi garganta, no son ganas de llorar, esto es diferente, es algo llamado decepción, decepción de mi misma y es incontrolable.—Es por eso que decidí ser Cenicienta.

—Dime una sola cosa que hayas arruinado. Entonces, solo entonces, te daré la razón acerca de lo que sea.—Dice elevando mi mentón con su mano, quedo mirando sus ojos. Suspiro. Es la hora de la verdad.

—Tantas cosas.—Digo mirando hacia el suelo. Él me da un breve empujón en el mentón y mi mirada se encuentra con sus ojos color café otra vez.

—Estoy dispuesto a escucharlas.—Dice con una sonrisa, y a diferencia de otras esta no parece hacerla por hacerlo, es una comprensiva. Una que parece ser de verdad.

—¿De verdad te interesa saber lo torpe que soy, lo mal que me trata mi madrastra, lo diferente que soy de las otras chicas y lo poco que me vas a querer el día en que sepas porqué hice todo?.—Pregunto, él niega aún tomándome del mentón. Sus ojos café claro brillan en el momento en que me acerca a él levemente.

—¿Y a tí que hace pensar que voy a odiarte y que voy a quererte poco?.—Pregunta con una enorme sonrisa igual a la mía.—¿Qué te hace pensar que en universo perfecto no es en el que yo a ti te gusto y tú a mí me gustas?

—Las cosas así no pasan, no suceden, casualidades como estas no se dan de este modo.—Digo intentando hallar una distracción en la sala, me atrevo a decir que su comentario me agarró fuera de base. Simplemente no sé que más decir para que esta tensión en mis hombros se vaya, me está consumiendo.

—No he fingido nada, si es lo que te preocupa. Te prometo que todo lo que he pasado junto a ti es real, y me atrevo a confesartelo.—Dice y da un paso al frente, el aún toma mi mentón, estamos muy cerca.—¿Sabes? Últimamente tuve un sueño donde algo así pasaba. Tú te habías escondido y yo llegaba a encontrarte. Casualmente Jocelyn también lo había causado.

Cinderella. «Cameron Boyce»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora