7 autocastigos

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Cada persona que está en la cárcel se ha provocado ese daño a sí misma. Cada persona que tiene cáncer de pulmón por haber fumado durante toda su vida, también ese daño se lo ha provocado a sí misma.

Existen siete castigos que nos infligimos a nosotros mismos y que pueden ser identificados para quitarlos de nuestras vidas.

La ira: es como tomar veneno uno y esperar que se muera el otro. La ira nunca cambia su naturaleza porque proviene de nuestra mente, no podemos controlarla, no podemos evitar sentirla, pero sí podemos optar por la duración en que ese sentimiento se mantendrá en nosotros y también podemos decidir cuánta importancia le asignamos y la repercusión que ella tendrá en nuestro comportamiento. Si dejamos que el sentimiento de ira se prolongue lo suficiente, entonces este se transformará en odio y en rencor. Hay gente que vive sacudida por estadios de ira constante. Cualquier cosa los altera y están siempre dispuestos a una disputa, la realidad es que sus resultados no son muy envidiables.

El rencor: ya lo dijimos, el rencor es como tomar una braza con la mano desnuda y arrojársela a tu enemigo, lo vas a quemar a él, pero no vas a poder evitar quemarte a ti mismo. Guardar rencor en el alma es como guardar basura en el armario, no solo no sirve para nada, sino que contamina todo lo demás.

La culpa: mucha gente no avanza porque se siente culpable y no cree merecer que le sucedan cosas buenas. No se permite disfrutar porque otros sufren. Ahora, sufrir con ellos ¿aliviará su dolor? No. Pero al intentar crecer, puedes ayudarlos.

Las limitaciones personales: por lo general las limitaciones nos las ponemos a nosotros mismos. Nos rendimos antes de empezar. Estas limitaciones debilitan nuestra confianza y coartan las acciones que me conducirían a los resultados que deseo.

El juicio destructivo: el juicio destructivo es una evaluación errónea de nuestra propia realidad. Tendemos a pensar de todos los acontecimientos adversos que: van a durar para siempre, siempre me suceden a mí, la culpa es toda mía y no lo voy a resolver nunca. ¿Existe una peor manera de juzgar las cosas?

La autolástima: la gente prefiere ser compadecida que realizarse, el sentimiento de lástima por mí mismo es lo que me genera muchas de las depresiones que voy a experimentar. Sentir lástima por mí mismo hace que me hunda en mi interior. La víctima nunca es muy exitosa y victimizarnos no nos conduce a cambiar nuestra realidad.

La queja: nos quejamos sobre cosas que no podemos cambiar, y pasamos a programar la mente para la queja, ¿por qué hacemos esto? Porque la queja no requiere soluciones, no obliga a la mente a trabajar, entonces como la mente es perezosa, va a preferir quejarse a buscar soluciones.

Una vez que empezamos a quejarnos, la mente va a buscar quejarse siempre. Porque este es el camino de menor resistencia que encuentra.

Sin darnos cuenta estuvimos castigándonos con estos parámetros erróneos durante tanto tiempo como tenemos memoria. Reconocer los siete autocastigos es el primer paso para comenzar a apartarnos de ellos, a quitarlos de nuestro comportamiento. Empezar a identificar estos paradigmas que venimos siguiendo sin darnos cuenta el daño que le provocan a nuestra persistencia, del mal que le hacen a la concreción de nuestros sueños y del deterioro que sufre nuestra autoestima... ¿así queremos seguir viviendo? ¿Culpándonos por todo? ¿Guardando rencor a personas que ni se acuerdan de nosotros? ¿Quejándonos y compadeciéndonos a nosotros mismos? ¿Evaluando todo lo que hacemos de la manera más insidiosa? Es tiempo de comenzar a pensar en la manera en que vamos a afrontar los desafíos y en cómo vamos a diseñar nuestro destino.

¿Qué vas a hacer con el tiempo que te queda de vida? 

¿Qué vas a hacer con el tiempo que te queda de vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora