Capítulo uno.

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Estaba mirándola cuando noté una bolita de papel en mi hombro, me giré y vi como Raúl intentaba llamar mi atención.

-Deja de mirarla estás perdiendo el tiempo.

-¿Por qué? – Sé que no debería hacerle caso a Raúl, ya que es el típico engreído prepotente.

-Porque ella y yo hemos quedado esta tarde, y no precisamente para hablar Diego…

Al oír eso me entraron ganas de levantarme de mi silla y pegarle un puñetazo, la había visto llorar por tíos como Raúl millones de veces.

De repente sonó el timbre del instituto dando por terminada esa clase, me dirigía a salir de la clase cuando me choqué con alguien y se cayeron todos los libros, tanto los míos como los de esa persona, me puse a recogerlos y cuando le iba a entregar sus libros alcé la mirada y vi que era ella.

-Ho…- Empecé a tartamudear. – Hola Victoria. – Conseguí decir. Estaba muy nervioso y se me iba a salir el corazón por la boca. Podía notar cómo latía a mil por hora.

-Hola Diego. – Sonrió y me miró a los ojos.

No sabía qué hacer y salí corriendo, genial ahora Victoria pensará que soy un bicho raro y se estará riendo de mí, un plan genial para quedar bien eh Diego.

Decidí olvidarme de lo que había sucedido y fui a ver a Álvaro, mi mejor amigo desde pequeños, él era el único que sabía lo de Victoria y me podía ayudar. Lo encontré en la entrada y le conté lo que me había pasado.

-Álvaro he quedado fatal con ella, ahora mismo se pensará cualquier cosa de mí.

-Diego, tranquilo, esos nervios los puede tener cualquiera, y más cuando una chica que te lleva gustando tanto tiempo te habla de repente, y te sonríe sin que te lo esperes.

Me quedé pensativo cuando pasaron Raúl y Victoria juntos, los miré hasta que desaparecieron en el coche de Raúl.

*Flashback*

Estaba columpiándome y mirándola, eso era lo mejor del día, ver como ella jugaba en la arena. Tenía 6 años pero sabía que me gustaba esa chica, me encantaba mirarle los ojos, esos ojos azules que cambiaban del color depende del día, y su cara llena de pecas era muy graciosa, sí, me gustaba.

-Diego, ¿juegas?- me gritó ella desde la arena.

De repente me sacó de mis pensamientos, simplemente asentí, me ponía muy nervioso con ella, con tan sólo escuchar su nombre, Victoria.

*Final flashback*

Ya era por la tarde y seguía pensando en cómo la vi desaparecer en el coche de Raúl. No entendía como le podía gustar él. Raúl era el típico malote que les gustaba a las tías y que luego las trataba mal, tenía 18 años y yo a su lado no aparentaba mis 17, pero eso me daba igual.

Un sonido me sacó de mis pensamientos, era mi móvil, tenía un mensaje nuevo, qué raro. Le di para verlo:

Diego, cuando nos hemos chocado esta mañana nos hemos intercambiado las libretas, ¿quedamos mañana y me devuelves la mía? Por cierto soy Victoria, Álvaro me ha dado tu número.

Espero tu respuesta, dime hora y sitio, me harías un gran favor. Un beso.

Por si me olvidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora