Fruto prohibido

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Estoy al filo de romper
mis remordimientos de conciencia
por solo alojar mis ansias en tu boca
y mis cortejos
no se muestran arrepentidos
porque nada más respiran en tu aurora.

He ignorado todos mis principios
con tal que mis tactos
puedan libar
los centímetros de tu cintura.
Y me he convertido en un sinvergüenza
porque sabiendo que eres prohibida
intento robar
tu palpitar que me acuna.

Aunque sea otro
el que se arrodille
donde yo tenía que arrodillarme
y con un anillo
reclame tu mano
cuando yo debía reclamarte.

Por eso ya no me importa
si mis fauces pecan
aterrizando en tus exquisitos lunares
o si pronto me pierdo
en el confort de tu pecho y tu cadera
en un recorrido suave.

Sé que todavía no es muy tarde
porque mis débiles esperanzas
me valen más
que el delito por quererte
hasta que tu aliento huya
para despertar conmigo
o hasta que mi alma
se condene a muerte.

Teoría de las emociones ocultasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora