No al plagio
Noviembre, tercer mes...
No. En realidad no había soñado nada: la capitolina de ridículas pelucas estaba embarazada. Y ahora se estaba apoderando de mi casa.
¿Cómo lo sabía? Simple: mi casa ya no olía a animal muerto.
La poca esperanza de que lo que había pasado el día anterior fuera una horrenda pesadilla se fue al caño cuando fui levantado, a las a las seis de la madrugada, por golpeteos de zapatillas en piso y por martillazos en las paredes.
¡La futura señora Abernathy amaneció con inspiración!
—Es muy maleducado de tu parte estar para sin hacer nada mientras otros están trabajando arduamente, Haymitch —me sacó de mi ensoñación con su reclamo.
—¿Perdón? Te recuerdo, preciosa, que has invadido «mi hogar» con gente desconocida y que fue «tu idea» demoler la mitad de la casa con el pretexto de poner un salón de juegos para el bebé —dije con molestia—. Así que no me pidas que sea partícipe de algo que no pedí... ¡Además, no sé en qué estabas pensando, ya que, por si no lo notas, no tenemos dónde dormir! —terminé malicioso y alzando una ceja en espera de su respuesta.
Cosa que lamenté, porque me di cuenta muy tarde que Effie tenía todo muy bien planeado.
—Querido, ¿quién dice que no tenemos dónde dormir? Los muchachos se han ofrecido, voluntariamente, que quede claro, a recibirnos en su casa. Tienen una recámara sola y no pude rechazarlos ante la cara de cachorros perdidos que me pusieron.
Maldije el buen corazón de Peeta.
...
—Creo que es suficiente, mocosa —traté de callar las burlas indiscretas que Katniss me hacía.
Estábamos sentados en su sala simulando ver la televisión mientras Peeta y Effie jugueteaban en la cocina. Me sorprendía que estando embarazada pudiera aguantar ciertos olores fuertes.
En fin.
—Es que no puedo creer que te dijera que los aceptamos por voluntad en la casa... —Se cortó, volteando alrededor y acercándose a mí—. Entró a la casa amenazándonos con mandarle un vídeo a Johana de Peeta y yo teniendo sexo en el jardín si no los aceptábamos. Me iba a negar, me importa muy poco ese estúpido vídeo. Pero Peeta saltó diciendo que no dejaría que una loca por la diversión como Johana mostrara ese vídeo a cuanta gente se le pusiera en frente. Que nadie más podía ver mi cuerpo -susurró molesta.
Quise reírme en su cara y lo hice, callando ante el golpe que me dio en el brazo.
—¡Muchachos, vengan a comer! ¡Ya está lista la cena! —gritó Effie.
—Sigamos con el show, mocosa. Esa mujer anda muy volátil con esas hormonas alborotadas.
—Yo no debería estar pagando los platos rotos de otros... o los condones rotos.
—Disfruta esa sonrisa mientras puedas, porque no te durará mucho.
—¡¿QUÉ ESPERAN PARA VENIR?! ¡¿ACASO QUIEREN QUE UNA MUJER EMBARAZADA LES RUEGUE?!
—Te detesto, Haymitch.
—No más que yo, preciosa —repliqué.
Salí huyendo hacía mi tormento personal antes de que impactara un jarrón en donde estaba sentado.
Era definitivo, las mujeres de mi familia son las más salvajes... y las más bellas de todo Panem.
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Embarazo a la Capitolina
HumorCuando me tope de frente a ese desgraciado que me dijo que era fácil vivir junto a una mujer embarazada le arrancaré la lengua por mentiroso. Lo haría mi avox personal, de eso no hay duda. ¡No se vive, se sobrevive a lado de una bella mujer en esta...