Flores en el Parque

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El teléfono suena, aún estoy aturdido. No tengo idea de que hora es. Miro a mí alrededor y no reconozco este lugar, solo encuentro cajas de cartón, botellas de vidrio y restos de comida sin terminar. Mis ropas conservan el fétido olor a cigarrillo. El aparato sigue sonando, no pienso contestar, no tengo la menor idea de lo que hago en este lugar.

El piso está muy sucio, lucía como un departamento a la mañana siguiente de una fiesta universitaria. Trato de recordar pero no lo consigo.

La jaqueca me esta matando, pareciera que me han metido un fierrazo en la nuca. Me miro al espejo, me noto normal, aunque por dentro sé que algo extraño me esta ocurriendo. Tomo la chaqueta de piel y unos fósforos que están en la mesa justo a un lado de aquel ruidoso teléfono.

Después de registrar la habitación con una rápida mirada, decido salir.

Observo con atención.

La puerta que acabo de cerrar esta marcada con el numero 129.

—Joder, no tengo llaves.

Es un pasillo largo y frío, probablemente el edificio era un viejo hotel o algo por el estilo, la luz blanca va y viene de manera inestable.

Mis manos tiemblan y el sudor comienza a recorrer todo el cuerpo, me sacudo un poco y continúo hasta el final del corredor.

Todo es silencio. Me topé con un elevador justo a la mitad del pasillo pero parecía no funcionar. Oprimí tres veces el botón de descenso sin tener éxito. Probablemente no había suficiente energía eléctrica.

—Algo anda mal...

Opté por el camino de las escaleras que dan vida a la salida de emergencia, situadas a un costado de lo que sería el último cuarto del pasillo. Fijo la vista hacia arriba, las escaleras están bloqueadas, la única opción es bajar.

Los escalones son muy pequeños, si no tengo cuidado podría quebrarme un tobillo, desciendo muy lento; con extrema precaución.

No hay ruido alguno, lo único que escucho es mi respiración y el leve sonido que producen las botas al bajar uno por uno aquellos peldaños tapizados con alfombra.

El edificio no parece tan grande, me abalanzo por el barandal y solo queda un nivel, al menos en el siguiente parece que hay un poco de luz.

Me tallo los ojos con la yema de los dedos.

No hay nada distinto en este pasillo, son menos habitaciones pero la misma soledad. En la pared esta inscrito PLANTA BAJA. Aquí hay nada, solo un largo camino que termina con una puerta de cristal tan grande que se podría meter un piano sin ninguna complicación.

Mi mente lucha por encontrar algún rastro de memoria pero no lo consigue. Afuera llueve, la tormenta es incesante y parece que lleva así un par de semanas, la calle luce vacía, enfrente de la gran puerta de cristal se asoma una linda pero pequeña fuente, unas cuantas bancas rodean el perímetro de aquel lugar. La fuente esta seca a pesar de la lluvia. Solo la rodean arbustos mal cortados y un pedazo de césped descuidado.

Me siento intranquilo, mientras observo que la tormenta no da tregua; se me ocurre cruzar al otro lado, hasta llegar a las bancas. Tenía razón, el edificio es muy jodido y más que hotel tiene pinta de una unidad habitacional digna de Chernóbil... en completo abandono.

Las gotas resbalan por mi rostro.

Busco refugio en los pocos árboles que aun conservan su follaje. No sé que día es, parece el final del otoño por como esta el clima.

Mi cuerpo aún esta débil, lo mejor será sentarme por un momento al pie de ese gran árbol. Las negras nubes parecen apuradas por el viento, los rayos se presentan poco a poco con un ruido diabólico, ensordecedor.

Mi mano cae lentamente dentro de aquella chaqueta de piel tratando de buscar un poco de calor. Pero hay algo ahí dentro. Por la textura puede ser un papel, una tarjeta o algo más. Juego con ese trozo de papel con mis dedos, la mano permanece dentro del bolsillo.

Decido averiguar de qué se trata.

Es una fotografía, una mujer joven y muy hermosa...

Su rostro es blanco, su semblante es frío, sus ojos parecen dos farolas, brillantes. Su misteriosa belleza me cautiva al instante, su cabello es tan oscuro como las nubes que me observan desde el cielo.

Más que inconfundible, su cara es una pintura. Pero... no sé a quien pertenece ese rostro tan hermoso.

En la parte posterior de la fotografía está escrito:

"¡Sonríe! Te Amo... Miranda."

Con una tinta que apenas se nota. Se ve que lo escribieron hace mucho tiempo...

El Viaje (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora