Un nuevo comienzo: Primera parte

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Nevaba aquel 14 de Diciembre, en el año de 1895, un joven de cabello azul grisáceo corría por la calle en busca de un doctor, cansado de buscar ayuda decidió entrar en el único sitio conocido de los alrededores, las oficinas de Scotland Yard.

Randall, se sobresaltó al escuchar que abrían la puerta del lugar con desesperación.

-¿Quién esta ahí a estas horas?

-Ciel Phantomhive- respondió el chico con hermosos ojos color azul profundo.

-¿Qué buscas aquí a esta hora?-protestó aquel hombre con indiferencia.

-Necesito un doctor, mi esposa está a punto de dar a luz

Randall noto la desesperación en el conde, tomó su abrigo y sombrero para salir de las oficinas con rumbo a la mansión Phantomhive.

-¡Vamos! Yo puedo ayudarte- dijo tomando a Ciel por el brazo subiéndolo al carruaje instalado en las afueras de scotland Yard.

Durante el camino Ciel recordaba su pasado, no cuando murieron  sus padres, sino el pasado que cambio su forma de ver la vida.
Cuando su hermano gemelo apareció, todas las personas que habitaban Inglaterra lo tacharon de mentiroso, cuando le veían pasar miles de cuchicheos se formaban a su alrededor. ¿Y Sebastian? Oh Si, ese maldito demonio que juró nunca mentirle lo había remplazado por su hermano, aunque por extraño que parezca aquel contrato nunca desapareció de su ojo.
En uno de esos días en los que vagaba solo, Ciel escuchó una voz familiar,al darse la vuelta se encontró al chico rubio que meses atrás le molestaba con sus celos enfermizos, sin embargo su enérgica personalidad había desaparecido, esta vez quedaba un rubio delgado, con la mirada perdida y un aura deprimente.

-¡Edward! ¿Qué haces aquí?-preguntó Ciel un poco asustado por la apariencia del chico.

-Sigo buscándola, desde que se fue madre no deja de llorar, padre se enfermo y Paula llora mientras ordena si habitación esperando que llegue.

Ciel se había olvidado por completo de Lizzy, tenía tantas cosas en la cabeza que olvido a aquella niña que le regalo miles de sonrisas, ¿Cómo era posible que olvidara a alguien como ella?
Edward suspiró a punto de romper en llanto cuando algo llamó su atención.

-A-ayuda, por favor ¿Dónde estoy?

Una chica rubia de mirada vacía caminaba sin rumbo por la calle, aún cuando llevaba la cara tiznada y las ropas sucias Edward la reconoció como la niña más hermosa del mundo.

-¡Lizzy!-dijo Edward con un tono emocionado corriendo a abrazar a su pequeña hermana que parecía a punto de quebrarse.

-¿Quién eres tú? ¿Quién es Lizzy? ¡No me hagas daño!- Elizabeth rompió a llorar, no sabía que enfrente tenia a su hermano y a su prometido, a quien tanto juro hacer feliz.

Ciel observaba nervioso la escena ¿En verdad ella era Elizabeth? si lo era ¿Porque no reconoció a su hermano?, tímidamente se acercó a ellos tomando la palabra con un tono sumamente tranquilo.

-Elizabeth, tú eres Elizabeth- Sonrió con amabilidad y le entregó un pañuelo para que pudiera secar sus lágrimas.

Elizabeth tomó el pañuelo con algo de desconfianza, miro a los dos chicos que tenía frente a ella e inevitablemente se desmayó, su cabeza trataba de recordar quienes eran, pero su debilidad era demasiada, tanto que en el intento de saber quien era realmente se ocasionó aquel desmayo que por primera vez en mucho tiempo causo preocupación en aquel conde de frío corazón y pocos sentimientos reales.

Un alma nueva para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora