Un Nuevo comienzo: Segunda parte

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~Elizabeth~

Después de aquel desmayo sorpresivo, la rubia de ojos color esmeralda despertó en un cuarto que se le hacia familiar, en la cama reposaba un conejo gris de la compañía Funtom y un vestido color rosa ¿Acaso estaba soñando?, no, eso era teóricamente imposible.

-¿Dónde estoy?- preguntó pregunto asustada Lizzy sin darse cuenta que en la misma habitación se encontraba su prometido.

-¡Lizzy! No te levantes quedate justo como estas.

-Yo no sé quién es Lizzy, tampoco sé quién seas tú, ¿Dónde esta Bravat? Él sabe quién soy-

Elizabeth comenzó a desesperarse tanto que un fuerte dolor de cabeza la atravesó, inmediatamente comenzaron a regresar recuerdos a su Mente haciendo que esta derramara lágrimas ¿De dolor?, ¿De inquietud? Sólo ella lo sabia.

-¡Elizabeth, reacciona!-Ciel sacudía por los hombros a la rubia que se sostenía la cabeza entre sus dos manos y comenzaba a llorar.

-¡Sebastian! ¡Sebastian!- gritaba aquella joven que veía un gran perro dentro de su mente, pero ¿Porque le llamaba así?

-Tch! Elizabeth este no es momento para bromas, Sebastian no está aquí.

Ciel sacudía cada vez con más fuerza a Lizzy, quién a su vez sollozaba más intenso, tanto que logro despertar del sueño a su hermano Edward quien apareció rapidamente en la habitación.

-¡Ciel¡ ¿Qué le estas haciendo?- Edward alejó de un tiro al peliazul y abrazo con fuerza a su pequeña y desprotegida hermana.

-Ed...Edward- dijo la pequeña niña de ojos esmeralda que poco a poco iban recuperando su color.

-¡Lizzy! Me reconociste- no pudo evitar abrazarla fuertemente contra él y llorar, su pequeña hermana, la luz de sus ojos comenzaba a entrar en si de nuevo, o tal vez no, pero por lo menos había recordado su nombre.

-¿Tú eres mi onii cierto? - Elizabeth lloraba a causa del miedo a equivocarse ¿Y si en realidad ese pequeño recuerdo era sólo una trampa de su mente? Si no era así, ¿Por qué no podía recordar al chico de hermosos ojos azul profundo que la miraban suplicante?

Ciel Phantomhive por primera vez en su corta vida sintió una punzada de celos, extrañaba a aquella Lizzy que jugaba con él, que lo abrazaba efusivamente, aunque le alegraba que pudiera reconocer a su hermano tenía miedo, miedo al olvido, no al olvido de sus sirvientes, al de Sebastian, ni siquiera al olvido de Tanaka quién había sido como un abuelo para él y su hermano.
Su preocupación radicaba en esos ojos esmeralda bañados en lágrimas, nunca creyó pensar eso, pero tenía miedo de ser rechazado por Elizabeth.

Un alma nueva para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora