¡Yes, my wife!(parte 1)

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¡Llegó el día esperado!
Los jardines de la Mansión Phantomhive se encontraban dulcemente adornados, Mey-rin y Bard daban un último vistazo a la mesa de aperitivos y el altar, mientras que Finnian colocaba las últimas flores en el ramo que utilizaría la novia.

Desde la ventana de su habitación, Ciel observaba el movimiento, mientras Sebastian terminaba de arreglar su smoking, colocando sobre la cama su bastón, un sombrero y el anillo con la brillante piedra azul profundo.

—Bocchan... Creo que debería usarlo, después de todo, no puede darse el lujo de que la muerte de Tanaka-san haya sido en vano ¿cierto? Él murió para protegerlo a usted y devolverle su título ¿piensa deshonrarlo?— Ciel se giró y dirijo su mirada al mayordomo, suspiró largamente y se acercó a observar de cerca la joya. Miles de pensamientos pasaron por su cabeza, algún día tendría hijos y tanto el título como la compañia pasarían a otras manos que, obviamente, todos tratarían de destruir.

—Es absurdo, seguir en contacto con la Reina Victoria, ¿será buena idea seguir conservandolo?— Sebastian se inclinó realizando una breve reverencia, procedió a tomar el traje y comenzar a preparar a su amo, para su gran evento, en tanto abotonaba la camisa, dialogaba con él.

—Bocchan, es el legado de la familia Phantomhive, debe continuarlo para terminar de cumplir su venganza ¿o me equívoco?— la palabra "venganza"  Había quedado enterrada hace muchos años para el joven ojiazul, había estado tan bien en compañia de su prometida los últimos años, que olvido que aún tenía un pequeño pendiente que arreglar, por supuesto, la reina Victoria estaba envuelta en aquel embrollo. Ciel suspiró larga y amargamente, ese comentario no lo haría retroceder, estaba seguro que quería casarse con Elizabeth, y lo haría...incluso si su mayordomo le hacía dudar.

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Dos habitaciones después, se encontraba Lady Elizabeth en compañia de su madre y su dama de Compañia, ambas estaban ayudando a la joven marquesa en su arreglo para la gran ceremonia, debido a lo acontecido durante la primera celebración, acordaron en que dejarla sola no era una opción.

—¡Elizabeth,deja de moverte! Si sigues haciendolo, Ciel creerá que estabas esperando con ansias la noche de bodas y eso no es apropiado para una dama como tú— Francis Midford se encargaba de apretujar el cordón del corsét que llevaría la de ojos esmeralda ese día, pero como toda dama de hierro y siguiendo sus principios, esperaba que su hija llegará como una dama que se da a desear, hasta el momento en que pudiera culminar por completo su matrimonio.

—¡M-madre! Ya no puedo respirar, me aprieta demasiado, no podré comer nada durante la celebración si sigo así ¡Kyaaaa! — la joven rubia se abrazó con fuerza a un tubo de la cama, en cuanto su madre soltó el listón del corsét, cayó de rodillas e intentó recuperar el aire que había perdido. Posteriormente, su madre la ayudo a ponerse de pie y la condujo hacía el tocador; en el cuál comenzó a cepillar los rubios cabellos. Al estar cepillando, Francis no pudo evitar que las lágrimas rodaran por sus mejillas, era la primera vez que peinaría a su pequeña hija con algo diferente a sus esponjadas coletas que llevaba cotidianamente. Era su boda, el momento con el que ella tanto había soñado, era obvio que el peinado sería algo completamente diferente, dejaría su lado infantil y florecería junto a su esposo.

—Madre, no tienes porque preocuparte, lo sabes ¿no? Puedo proteger a Ciel y sé que él va a protegerme a mi, si estamos juntos no pasará nada, Paula seguirá a mi lado, ella es mi mejor amiga, todo irá bien. Además, pronto tendrás muchos nietos, ¿Quieres qué te recuerde que Eddy pronto  tendrá una bebé con su esposa, Elena?— dió justo en el blanco, cuándo ella aún estaba desaparecida, su hermano se casó con una marquesa, su nombre era Elena, ambos se conocieron en un baile, ella le ayudo bastante cuando no sabían nada de su paradero, pronto se casaron y continuaron la búsqueda de la pequeña Midford  hasta que sus padres enfermaron y Edward, cayó en una fuerte depresión, Elena siempre estuvo a su lado, y ahora eran felices por la esperada de su primer bebé, eso era lo que más afectaba a Francis, la idea de que sus hijos habían madurado demasiado pronto y ella no lo había notado.

Paula y Francis Midford daban los últimos toques al vestido de Elizabeth cuándo alguien llamó a la puerta, Paula se apresuró a abrir, ocultando a su ama de la visión del invitado.

—Disculpe, he traído el ramillete de la señorita Elizabeth, en cinco minutos ella debe bajar, su padre y hermano le esperan al pie de las escaleras, para entragarla al joven amo, con su permiso, me retiro.— El joven Rubio entregó el ramillete de rosas azules y flores de durazno a Paula, misma que  miró a su ama y sonrió melancólicamente. Elizabeth tomó el ramillete y abrazó a su dama de compañia, era imposible llorar en esa situación, estaba lista, su sueño se haría realidad, por fin se casaría con el conde al que había amado toda su vida.

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¡Holaaa!

¡Kyaaa! Me emociona saber el ranking que ha tomado mi pequeña historia ahora :(, sé que he tardado mucho en hacer actualización, pero... La verdad es que tener episodios malos en salud emocional no ayuda en mucho.

Quiero agradecer a quienes han seguido la historia, me emociona mucho ver las respuestas que han dado, prometo actualizar más seguido xD. Gracias a todos por todo ✨💕

Un alma nueva para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora