Kim Chang Min recogió una postal del montón de cartas que acababa de dejar el cartero. Mostraba palmeras inclinadas sobre una playa de arena blanca con un barco de vela en la distancia. Antes de darle la vuelta supo que se la enviaba su hijo mayor. Hizo una leve mueca al leer la caligrafía viva y familiar.
¡Saludos! Estoy bien. Espero que todo esté fantástico en vuestro lado del planeta. Tengo alojamiento nuevo y otro número de teléfono: 555-2123. El mismo distrito postal, el mismo apartado de correos, la misma ciudad, la misma isla. Quería hacéroslo saber.
Aloha, Heechul
La esposa de Chang Min, Yang Ah, entró en la sala.
—¿Ya han traído el correo? —preguntó—. El cartero se ha adelantado. ¿Facturas y catálogos, como siempre?
—No, hemos recibido una misiva de Heechul—con expresión hosca alzó la postal. Yang Ah se sentó en el sofá a su lado y la leyó.
—¡Oh! —exclamó con interés—. ¡Se ha mudado! —sonrió—. No dice exactamente a dónde... típico de él, ¿verdad? Bueno, ha sido agradable que dedicara tiempo a informarnos de cómo ponernos en contacto con él.
—Sí, ¿verdad? —corroboró Chang Min con sarcasmo—. Debió necesitar diez segundos para escribir la postal, otro segundo para pegar el sello y probablemente la echó en el buzón de camino a la fiesta de cerveza más próxima.
— Chang Min —reprendió ella—. Cuando vino a la boda de Jong Woon me comentó que reduciría su asistencia a las fiestas. Me dio la impresión de que al final empezaba a sentar la cabeza. Y ahora tiene una casa nueva.
—Quizá lo echaron de la anterior —musitó su marido.
—No seas tan gruñón.
—Es nuestro hijo mayor, Yang Ah. ¡Tengo derecho! Había depositado tantas expectativas en él. Ya tiene treinta y cuatro años. Debe ser el «surfista» más viejo de la isla... de todo Hawai.
—Se marchó de Chicago por tus elevadas expectativas —le recordó—. Querías que siguiera tus pasos, y él deseaba abrirse su propio camino. Dejó bien claro que no quería ser el hijo de un millonario, al frente de la cadena de grandes almacenes de su padre. Lo cual demostró ser lo adecuado, ya que Jong Woon resultó idóneo para esa tarea. Heechul parece feliz haciendo... lo que esté haciendo —movió la mano con gesto vago—. Llevando ese barco para turistas, o lo que sea —se rascó la mejilla—. En la boda le pregunté si esa seguía siendo su línea de trabajo. Me contestó de forma un poco confusa, pero creo que dijo que sí.
—La boda de Jong Woon fue hace dos años —indicó Chang Min —. Por lo que sabemos, Heechul ahora puede estar fabricando esas faldas de hierba nativas. ¡Y apuesto que no nos equivocamos si pensamos que persigue a quienes las usan!
—Es verdad que Heechul parece haber disfrutado de suficientes excesos juveniles — Yang Ah frunció sus delicadas cejas—. Confieso que de todos nuestros hijos es el que más me preocupa. Espero que la casa nueva esté bien y no en algún barrio de renta baja.
—¿Cómo podemos saberlo? —bufó Chang Min —. Aunque fuera a visitarlo, me recibiría en nuestro piso de Kona y jamás me mostraría su casa. A menos... — se volvió hacia Yang Ah—. Quizá si tú vinieras, él...
—Es un vuelo muy largo desde Chicago —con gesto nervioso, Yang Ah sacudió la cabeza—. Es un trayecto tan turbulento que tendrían que sacarme en brazos del avión.
—Lo sé —dijo su marido, dándole una palmada en el hombro. Yang Ah siempre había padecido mareos en los viajes. Las pastillas y los tapones para los oídos sólo empeoraban su estado. ¡Maldito Heechul!, pensó Chang Min, moviéndose en su asiento. ¿Por qué se mostraba tan furtivo?
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I Will Never Marry You (Con Heechul)
FanfictionRose no podía creer que su suerte había cambiado. El millonario Kim Chang Min le prestaba su piso en Hawái, le regalaba el billete de avión y ponía un coche a su disposición. Todo era demasiado perfecto. Pero... había una condición: debía ir a visit...